martes, 3 de abril de 2018

Speed Racer


Después de arrasar las taquillas de medio mundo con la trilogía de Matrix, los (por aquel entonces) hermanos Wachowski podían permitirse hacer cualquier cosa. Nadie les diría que no. A pesar de cinco años de silencio desde la irregular conclusión de la saga, su prestigio seguía intacto y la Warner no se atrevió a rechistar cuando anunciaron que iban a adaptar un mediocre anime setentero que casi nadie recordaba. Pobres.


Ya en la perversa presentación del logo de WB contemplamos, un aviso de lo que se nos avecina: un caleidoscopio de lucecitas y colorines, una orgía de colores y escenarios virtuales (¿todos?). En fin, un videojuego llevado a la pantalla grande con toda su desmesura y su falta de lógica. Realmente, estuve toda la película buscando mi mando con el que poder manejar el bólido blanco y conseguir que Speed Racer (toma nombrecito) ganara la carrera. Esta improbable mezcla entre Mario Kart y ForzaMotorsport desborda casposa excentricidad por los cuatro costados. Desde sus factorías Willywonkianas hasta sus carreras por parajes imposibles, pasando por su imaginería retrofuturista sin ningún atisbo de msesura, Speed Racer mezcla la estética de las carreras Indy de los setenta con los sueños húmedos del Philip K. Dick más desnortado. Con esta película, las Wachowski demuestran que pocos creadores están a su altura en cuanto a poderío visual (y que están a la altura de casi ninguno en el resto de apartados xD).


Si algo duele –y mucho- al ver Speed Racer es el poco sentido de su guión. Condensa en 150 minutos la trama completa de los 52 capítulos del anime Mach GOGO GO! (Meteoro en España), precursor de los Oliver y Benji que tan famosos se hicieron posteriormente. Si alguien se atreve a ver hoy día algún episodio de este anime perdido en el tiempo, podrá sorprenderse con la baja calidad de su animación, la abundancia de sucesos sin sentido y los erráticos giros de su trama. Las Wachowski trasladaron la imaginería de la serie, sus personajes y sus elementos distintivos a la gran pantalla sin ningún tipo de adaptación al medio, con el consiguiente despliegue de diálogos besugueros y situaciones incomprensibles (Piloto X con la máscara y las gafas de sol puestas cuando se va a la cama, por ejemplo), amén de la presencia de un chimpancé y un humano de su misma talla y cociente intelectual…


Pero bueno, centrémonos en su argumento: Una familia de pilotos // constructores de bólidos, los Racer (gran apellido) se propone luchar contra las mafias que amañan los resultados de las carreras por medio de participar en las mismas y derrotarles sobre la pista (!); para ello, mandan a su mejor piloto, Speed (todavía mejor nombre) a competir una suerte de circuitos imposibles y sortear trampas y artificios propios del ínclito Pierre Nodoyuna. En ese sentido, nada que no hayamos visto desarrollado con más acierto en propuestas tan cuestionables como Cars o Aviones. El ritmo brilla por su ausencia en esta sucesión caprichosa de excéntricas carreras que sólo emocionarán a los más pequeños de la casa.

Sin embargo, si somos capaces de apagar la lógica, podemos entretenernos disfrutando de las impresionantes tomas de las carreras y la sensación de velocidad que generan los bólidos. En el fondo… ¿es una película? ¿No es acaso un precursor de los streamers videojueguiles de hoy en día? Centrémonos: Los alocados circuitos que dan patadas a la lógica son las diversas fases que un anónimo jugador debe superar para pasar el juego, la profundidad de los diálogos y el “prodigioso” trabajo de sus actores conforman los videos entre nivel y nivel y, sobretodo, el apabullante apartado visual no es más que el músculo de la consola de turno dando todo lo que tiene para demostrar que nos hallamos ante un AAA de las carreras. ¿Acaso no comparte características con el videojuego siguiente?


Misma profundidad argumental, mismas patadas a la lógica y mismas excentricidades divertidas. Puede que Speed Racer provenga de un anime, pero es un videojuego convertido en película con el mínimo de cambios.



Este abuso del croma es una buena muestra del onanismo que las Wachowski han demostrado a lo largo de su carrera: Es un “hacemos lo que nos da la gana” en toda regla. Por ello, se hace dificil catalogarla dentro de unos parámetros normales. Es una mamarrachada sin sentido, pero ¿puedes apreciar su estética videojueguil y disfrutar de su originalidad?  Mi recomendación sería que narcotizases un poco (bastante) el cerebro, reunieras a unos amiguetes con unas birras y la pantalla más bestia que puedas encontrar, para así deleitarse con una interesante vacuidad sin más expectativas que disfrutar con todas las flipadas técnicas que se te arrojan. Puede que el conjunto sea una patata, pero ahora mismo lamento no haber ido a ver Speed Racer en el cine cuando tuve oportunidad.

Nota: N/A (Este engendro no puede calificarse de ninguna manera, juega en otra liga)
Nota filmaffinity: 4.9

Publicado previamente en CInéfagos AQUI

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