martes, 27 de febrero de 2018

Infierno Azul


Ahora que escribo sobre esta película debo reconocer que le tengo un montón de cariño, a pesar de sus limitaciones. Después de uno de estos días en los que lo único que quieres es apagar el mundo y regodearte en todas y cada una de las cosas malas que te están pasando, llegó perfecta para permitirme apagar el cerebro durante 80 minutos. Todas mis preocupaciones se centraron en una chica y un tiburón y todos mis problemas quedaron atrás durante ese rato. Por primera vez en meses pude no pensar en nada que no fuera la pequeña pantalla. A día de hoy, podría no parecer mucho, pero poder aligerar mi carga mental de la manera en la que lo hizo me dio fuerzas para levantarme un día más y decidir que tenía que buscar otro trabajo que me alejara de esta isla (lo que llega a costar ponerse a cambiar una situación que te hace desgraciado).

Puede parecer extraño que una historia tan simple funcionara, o quizás justo debido a ello. Infierno azul  narra las desventuras de una joven surfista que se queda varada en un peñasco costero, asediada por un tiburón come-hombres que no tiene otra intención que perseguirla hasta la muerte. Una historia nimia, casi inexistente, pero desarrollada con brío y aprovechada con efectividad para componer 80 minutos de película. En estos días en que las películas se rellenan con paja para que lleguen a las dos horas de rigor, da gusto encontrar una propuesta en las que no falta ni sobra nada, que dura lo que la historia pide que debe durar.

No se mete en follones filosóficos ni a charadas pasadas de página. 80 minutos condensados de monstruitos con mala idea y todo lo que se puede pedir para que tu cerebro haga un (necesario) reset: Un bicho bien desagradable, una víctima propiciatoria y un continuo de escenas suficientemente hilvanadas para que no puedas pensar en otra cosa que en lo que ocurre en pantalla. Y en eso triunfa. Collet-Serra equilibra muy bien la tensión y los sustos, sin añadir ningún detalle gratuito, pero marcando bien la brutalidad innatural de un tiburón que busca hincar el diente como sea. A destacar la belleza de los planos submarinos, la mar (je je) de resultones.

Se hace obvio que la película es un remake/homenaje a Tiburón, de la que roba inspiración y mala idea. Por suerte, se nota desde un primer momento que hay cariño por el original, por lo que no ofende encontrar según qué parecidos en el resultado final. Blake Lively, por su parte, interpreta a la sufrida víctima. No desentona en ningún momento, y funciona al transmitir la agonía del personaje, sin tampoco realizar un trabajo trascendente.

Visto en perspectiva, es una película de serie B sin pretensiones que te mantiene 80 minutos en tensión sin meterse en follones injustificados en ningún momento. Terror funcional y correcto que da exactamente lo que ofrece.


A veces no se necesita una obra maestra para cambiar una vida. Hay veces que basta con llegar en el momento oportuno. No sé si sería por su simplicidad, por mi precario estado mental o por qué demonios, pero sus 80 minutos fueron justo los que necesitaba. Saqué fuerzas, cambié de trabajo y salí de un exilio que me hacía desgraciado. Ahora mi vida es bastante mejor. Así que, Jaume Collet-Sierra, si me lees, GRACIAS.


Nota: 5
Nota filmaffinity: 5.4

sábado, 17 de febrero de 2018

One Piece: Gold


Como buen fan de One Piece, me sorprendí gratamente cuando se anunció que la última de sus películas se pasaría por las pantallas de cine. Como buen despistado que soy, no ha sido hasta ahora que he conseguido verla (si es que…).


Con más de veinte años en antena, la serie One Piece se ha convertido en una de las series más longevas que siguen en activo. Las aventuras de los Piratas del Sombrero de Paja aguantan las temporadas en plena forma, quizás incluso en su mejor momento. Como se suele hacer en las series japonesas de éxito, cada par de años se lanza una película con una historia paralela dentro del retablo general de la trama, destinada a arrasar en los cines. Tradicionalmente, occidente se ha limitado a ignorarlas, con alguna aparición intermitente en el mercado del vídeo, pero poco más. Sin embargo, después del éxito (inesperado y descomunal) de Dragon Ball: La batalla de los dioses, poco a poco más distribuidoras se atreven a traer estas propuestas y pasarlas por la gran pantalla. Han llegado películas de Naruto, DragonBall y, ahora, One Piece :).

La historia se sitúa en algún momento después de la saga de Zou. La tripulación se ha reunido de nuevo y llegan a una isla-casino gigante, destinada a la diversión y el juego sin fin. En el lugar todo parece dedicado al entretenimiento, pero cuando Gild Tesoro, el regente del lugar, se entera de que la banda de piratas más buscada de la Grand Line se halla en sus dominios, pondrá todo su empeño en capturarlos.

Por suerte para todos, no se trata de un capítulo alargado de la serie (como sí son la mayoría de las películas anteriores de One Piece, con la excepción de Strong World), sino una película concreta y definida protagonizada por los mismos personajes de la serie. Quizás tiene el problema de que gasta 0 minutos en presentar a los personajes (se da por supuesto que ya los conocemos), pero no escatima esfuerzos para desarrollar una trama que podría haber conformado una saga de 40-50 capítulos sin el más mínimo inconveniente. Además, se las arregla para reservar un momento de gloria a todos y cada uno de los personajes de una manera lógica, y propone un antagonista a la altura de lo exigido, con carisma y poder para merecer su nombre, sin fumarse (ejem ejem) más de lo debido.

Se nota que la recreación de este Las Vegas piratil supervitaminado está realizada con ganas. No en vano está destinada a la pantalla grande y no a una descarga rápida del ordenador. Por ello, hay margen para el lucimiento. La isla de Gran Tesoro goza de una animación fluida y un diseño brillantemente colorido, que se guarda escenas espectaculares bajo la manga, como la carrera de coches o el desenlace de la pelea final.

Puede que el guión no sea nada del otro mundo, pero combina aventuras corsarias, la mitología de los súper-héroes, toques de músical, thriller, mechas y otras fumadas delirantes sin más cuentas a rendir que las que exige el hedonismo más disfrutable. One Piece: Gold se arroja sin complejos dentro de la comedia de aventuras épica más desmadrada (lo que es la serie, vamos) muy aprovechable y divertida, muy por encima del resto de películas que se han hecho dentro de la franquicia.


Obviamente, se trata de una película realizada por fans para fans. Hay cariño, mimo y esfuerzo. Por ello, cualquier seguidor de la saga disfrutará con ganas de 100 minutos de buena diversión con unos viejos amigos. El resto no entendería muy bien que encontrará al ver esta propuesta, más allá de una estupenda película de aventuras poblada de unos extraños personajes que le son desconocidos (que igual puede servir de punto de partida para empezar a conocerlos).

Si cada año tiene que salir una película de One Piece así de divertida, que Oda siga con ello, por favor (pero que no se olvide de la serie).

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.6