domingo, 27 de noviembre de 2016

Manhattan



Confieso que puse Manhattan con la idea de ver Misterioso Asesinato en Manhattan, del mismo Woody Allen. Me quedé con el culo bastante torcido cuando no empezaba tal como la recordaba. Obviamente, era una película diferente. Pero sigue siendo Woody Allen y uno es un completista, ¡así que no la iba a quitar!

Manhattan funciona como una de estas comedias románticas redondísimas que tantas veces hemos disfrutado de Woody Allen. En ella seguimos las desventuras de un puñado de amigos de clase alta que retozan aquí y allá mientras intentan no matarse mutuamente de amor, celos o estupidez. Mientras tanto, vamos paseando por diversos lugares emblemáticos de Manhattan en los que se demuestra el inmenso cariño que Woody tiene a esta ciudad.

Entre paseo y paseo por la bellísima ciudad, los parlanchines personajes dan buena muestra de las inquietudes del prolífico director. Como cada vez que retrata el pijerío neoyorkino, Allen se permite meter bien el dedo en el ojo y llamar idiota a casi todos los miembros de este grupo social (incluido él mismo).
Encontramos una furibunda ridiculización del mundo artístico moderno. Sin dejar títere con cabeza se emprende ante los creadores repletos de postureo, los críticos que desconocen aquello de que hablan y, sobretodo, los pedantes “modernos” que postulan con alegría lapidaria qué está de moda y qué debe evitarse. 

También dedica buenos tortazos al modo de vida de aquellos con la vida resuelta de nacimiento que no deben esforzarse por conseguir lo que quieren. Se aburren demasiado, incapaces de afrontar y resolver sus problemas, arrojándose a toda velocidad hacia psicólogos de dudoso profesionalismo. Se llenan de pastillas con alegría, sin poder apreciar lo bueno que tienen alrededor, con lo que llenan sus vidas de infelicidad. 

Como buen guionista, se afronta el proceso de creación literaria. ¿Cómo vencer al miedo a la página en blanco? ¿Qué disposición mental se necesita para poder crear una historia? ¿No es acaso un acto de vanidad el plasmar en negro sobre blanco nuestras inquietudes? ¿Acaso le pueden interesar a alguien?

Aderezando estos tópicos, los chascarrillos y chistes de un Woody Allen de lo más chisposo se encuentran salpicando cada recodo del camino. Arrebatos de inseguridad, increíbles fardadas sexuales y deditos metidos en ojos ajenos para completar noventa minutos que se pasan en un suspiro.  

El elenco de personalidades incluidas dentro de la película pone la piel de gallina. Están esculpidos con tal cantidad de aristas que tan pronto los adoras como los odias sin por ello dejar de comprenderles. Son todos decididamente humanos, con sus taras y sus puntos a favor. Woody Allen es un pretencioso y un presumido, lo que esconde un complejo de inferioridad de lo más adorable. Michael Murphy es un niño mimado, siempre insatisfecho, pero incapaz de hacer daño a una mosca. Diane Keaton es una insufrible pedante incapaz de comprometerse que, en el fondo, lo único que quiere es que le den algo de cariño. Muriel Hemingway es la más madura de todo el grupo,  siendo la única capaz de reconocer lo que quiere y de afrontar lo necesario para conseguirlo, pero su juventud le resta la experiencia necesaria para para conservarlo. Y finalmente, una Meryl Streep llena de arrogancia ultima una venganza horrenda ante un personajillo que se merece qu ele hagan la puñeta. Todos y cada uno de ellos realizan un trabajo estupendo al dar vida a unos personajes que son una pura golosina, por obra y gracia de un guión redondísimo. 

Y, como no podía ser menos, el característico Jazz de nuestro querido Woody está escogido con mimo. Cada canción complementa su escena para dar el toque emotivo necesario, componiendo una banda sonora de bandera.

Quizás peco de querer ver más de lo que hay, pero este cruel retrato de las clases pudientes de Nueva York me ha recordado mucho a la más reciente Closer. Idas y venidas de ricachones con demasiado tiempo libre e ideas poco claras. Toneladas de mala leche, odios enconados y vidas rotas perfectamente interpretadas con una impecable banda sonora a su alrededor. Son tan parecidas que la última parece como si fuera un remake encubierto de esta ácida comedia. ¿Qué creéis vosotros?

Por la razón que sea, siempre la había confundido con el asesinato de la misma ciudad. Por ello, había pasado totalmente desapercibida en mis listas, y ahora se va a convertir en una de mis favoritas de Woody Allen. Me encanta cuando se pone el traje de caza y se dedica a despotricar contra el pijerío que se aburre demasiado por la vida. Espero que siga brindándonos su película anual durante bastante tiempo más, que siempre me hace disfrutar, incluso cuando pone el automático y se dedica a llenar el cupo.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.1

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