jueves, 13 de octubre de 2016

Senderos de Gloria



Como muchos sabréis, estos últimos años me he aficionado a escuchar radio enlatada en forma de Podcast. Hay algunos muy buenos. Por ejemplo, la Órbita de Endor, que me ha recordado y recomendado un buen puñado de películas y libros. En este caso, esta película no viene a colación de este podcast, sino del de Todopoderosos (otros que son muy buenos), que me han recordado cuánto me gusta Kubrick, al que hacía mucho que no veía.


La carrera de Kubrick no se circunscribe a un único género. En un prodigioso ejercicio de alarde, va saltando de género en género forjando una obra maestra en cada uno de ellos. Senderos de Gloria está situada en la IGM, encontramos batallas y despide un poderoso aroma antibelicista, pero no es el género de la guerra el que Kubrick toca en esta película – sino el de juicios. La batalla que presenciamos es brutal e impactante, pero el grueso de la película está dedicado a la preparación impecable de un juicio perdido de antemano, su celebración y sus terribles consecuencias. Kubrick demuestra una vez más que es capaz de meterse en un género desconocido para él, tocar todos sus resortes como el mejor de los maestros y dar una lección de cómo rodar antes de saltar a su siguiente proyecto. 

Nos situamos ya bien entrada la IGM. El frente ya se ha encerrado en la lucha de trincheras de la que no sabe salir. Con el objetivo de quedar bien ante los políticos, un general ordena un ataque hacia las líneas alemanas. Es consciente de que el asalto está condenado al fracaso, pero la política manda y debe parecer que se esfuerza por ganar. Como era de esperar, éste acaba en catástrofe, lo que pone en entredicho su capacidad como líder. Para escurrir el bulto, acusará a sus tropas de cobardía, sometiendo al regimiento a un terrible castigo para servir de ejemplo al resto del ejército.

En esta película, Kubrick vuelca sus frustraciones sobre el mundo: la imposibilidad para cumplir la ley cuando el culpable está dentro del tribunal y la corrupción de la cadena de mando que se produce en el ejército y en casi cualquier empresa.

La clásica imagen de que la mierda siempre cae hacia abajo y al final siempre deciden los mismos. Pone en la picota la imagen del jefe incompetente, tanto en la figura de un general que calcula el esfuerzo en forma de porcentaje de bajas como en la de un teniente que no duda en eliminar un soldado mucho más competente que él sólo para evitar quedar en evidencia. 

 Asimismo, también realiza una poderosa crítica a la forma de hacer una guerra desde la política y los salones alejados del frente (no olvidemos que la Guerra de Corea está bien candente). Los generales y los políticos viven bien en sus casas mientras que los soldados que van a morir sufren las consecuencias de la disciplina y la explotación en el frente. Cuando la guerra se dirige en base a decisiones políticas y los expertos son ignorados, cuando la obcecación y la ineptitud domina la cadena de mando… Los soldados mueren fútilmente. Para muestra, un botón, en boca de uno de los generales: “Si la orden era imposible (de cumplir), la única prueba que podían aportar eran sus cadáveres amontonados al fondo de la trinchera”

¡Ah! ¡Pero hay un resquicio para la justicia! Kirk Douglas es un prestigioso abogado que ha ascendido en la cadena de mando hasta el puesto de Mayor. Suficientemente alto como para tener influencia, pero no tan alto como para evitar luchar y sufrir al lado de sus hombres. El mejor actor de la saga Douglas se carga a hombros la película con una actuación imperial, de las que hacen historia. Dentro de tanta podredumbre, es el héroe íntegro que va a poner orden y limpiar la casa. Machoalfismo llevado al límite con todo el estilo imaginable. 

¿Cómo no te vas a emocionar al ver al coronel Dax plantándole cara a ese petulante de Mireau, paradigma del trepa lameculos que existe y existirá en cualquier trabajo del mundo? ¿Cómo no te va a llegar al fondo del alma ver a esos pobres desgraciados que progresivamente se ven compungidos cuando se dan cuenta que esa muchacha que canta será lo único bonito que verán en mucho tiempo, quien sabe si lo último? ¿Quién en su sano juicio no sentiría asco hacia la guerra y por la gente que la utiliza para su beneficio personal? ¿A quién no le parece que las trincheras sean el infierno en la tierra?

Kubrick consigue que salgas de la película con un cabreo de tres pares de narices. No es un trago de buen vino, sino un vinagre magistral que te indigna y te da ganas de patear al mundo que nos rodea. Ahí está la grandeza de la película. No sólo tiene un guión impecable ni apenas se le notan los 50 años que tiene (la construcción de escenas es impresionante, con travellings a lo largo de las trincheras o el campo de batalla que siguen cortando el aliento), no. Es una ficción tan trasladable a nuestra vida laboral que nos remueve por dentro de la peor manera. Justo lo que Kubrick quiere con el film. Que pocos son capaces de construir una base sólida a partir de sentimientos, realizando además una propuesta artística de este calibre. 

Da igual los años que pasen, Senderos de gloria es una maldita pasada atemporal. Kubrick coge a la realidad y te golpea con ella. Tienes que tener latón dentro del cuerpo para no quedar impactado por su dureza y honestidad. Simplemente, es una maldita pasada.

Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.5

PD: Aunque ya la había visto, uno nunca acaba de creerse que vayan a fusilar a los soldados. Pero allí están, rogando por su vida, patéticos, desesperados, y sobre todo humanos. Joder, que uno de los condenados es transportado en camilla... no hay palabras para describirlo.

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