jueves, 4 de agosto de 2016

Helsreach (Aaron Demski-Bowden)



Coñe, hacía mucho que no leía libros de Warhammer, ya tocaba. ¿no? Que ganas de desempolvar las miniaturas y volver a lanzar los dados. ¡ay si tuviera tiempo!!

 Título: Helsreach
Autor: Aaron Dembski-Bowden

“Cuando el mundo de Armageddon es atacado por los orkos, el Capítulo de Marines Espaciales de los Templarios Negros están entre los enviados a protegerlo. El Capellán Grimaldus y su compañía de Templarios son encargados de la desfensa de la Colmena Helsreach de los xenos invasores. Pero a medida que los números de los orkos crecen y el de los Marines Espaciales disminuye, Grimaldus se enfranta a un asedio desesperado en un templo Imperial. Determinado a vender caras sus vidas, ¿resistiran los Templarios el tiempo suficiente para recibir refuerzos, o su sacrificio será en vano?”

Éste libro es el primero que se publicó en España de la colección “Batallas de los Marines Espaciales”, una colección destinada a relatar los momentos más heroicos de los Marines del Dios-Emperador de la Humanidad, con la idea de dar a cada uno de los capítulos más importantes un libro donde lucirse y quedarse a gusto. En este caso, el primer número se centra en los Templarios Negros, los más devotos dentro de los más devotos de los Marines Espaciales, tanto que viven en una Cruzada continua (literalmente) contra los enemigos del Emperador. 


La novela se centra en una de las defensas más “famosas” del ejército que se pueden encontrar en el trasfondo. Lo más curioso es que no hay una trama como tal. Simplemente se va a coger una campaña y se te va a novelizar, como si, no sé, se hiciera una novela relatando las batallas de Gustavo Adolfo de Suecia arrasando las tierras danesas. Ya normalmente los libros de esta franquicia suelen tener la trama como mera excusa para las escenas bélicas, pero en este caso es más exagerado: no hay argumento como tal: los orkos atacan, hay que resistir. Y punto. 

Aunque no se te dan muchos detalles, la batalla se sitúa dentro de la gigantesca campaña de Armageddon, en la que se tenía que defender un planeta de importancia vital en el sector galáctico de la invasión orka más gigantesca de la que se tiene memoria. Eso significa muchos muchos muchos orkos. Por ello se juntaron ejércitos tan descomunales como no se habían visto desde los tiempos de la Herejía. Una compañía de Templarios Negros (capaces de conquistar planetas, aquí empequeñecidos ante la magnitud del enemigo) al mando del reclusiarca Grimaldus son los encargados de defender la colmena Helsreach hasta sus últimas consecuencias.

Así pues, el libro no es que tenga un gran desarrollo argumental. Lo que sí tiene es acción a raudales de la mejor calidad. Aaron Demski-Bowden se está haciendo un nombre dentro de la franquicia cuando se trata de hacer las cosas a lo grande. Realmente, consigue generar la sensación de que vienen tropecientos millones de orkos a por ti y que las posibilidades de supervivencia oscilan entre nulas e inexistentes. Los protagonistas sufren con cada parcela de terreno que conquistan (o pierden), las probabilidades están abrumadoramente en su contra y se levantan todavía, heridos y agotados, perdiendo hermanos de batalla, pero dispuestos a luchar una vez más. 

Curiosamente, el hecho de que no haya una historia como tal no impide a Demski-Bowden desarrollar a sus personajes, variados y carismáticos todos ellos. 

El principal de ellos es el Reclusiarca Grimaldus, recién ascendido a mandamás y sostén moral de sus soldados. No se acaba de sentir digno de la tarea que se le ha encomendado y duda a cada instante, con la casi certeza de que cualquier error le condenará. Sin embargo, de puertas afuera debe mostrarse como el más devoto de los devotos soldados a los que debe liderar, incluso a pesar de que el resto de la tropa no está del todo de acuerdo con su ascenso. 

A diferencia de lo que estamos acostumbrados, esta vez los Marines no luchan solos, acompañados por un puñado de destacamentos de la Legión de Acero de Armaggedon, humanos que luchan por defender su tierra natal. Es muy curioso comprobar el contraste que hay entre los debiluchos y aterrados humanos y los poderosos marines, y el desdén de estos últimos para con el resto de soldados de la Guardia Imperial, a los que consideran inferiores e indignos de luchar a su lado. Después de todo, los Templarios no luchan para proteger la colemena sino por la Gloria del Emperador.

De entre los humanos destaca el Soldado  Andrej, un novato que se ve obligado a aprender demasiado rápido sobre los horrores de la guerra y que desarrolla un curioso sentido del cinismo para soportar el día a día en el frente. Consciente de que cada momento puede ser el último, se las arregla para sacar punta a cualquier situación y aportar una chispita de humor que va perfecta para sacarte unas sonrisitas, sacar a sus superiores de quicio y relajar un poquito el ambiente. 

Del resto de personajes conviente destacar también al Sacerdote de la Forja Jurisian, un Templario forjado en el Mechanicum de Marte, que maneja una paleta diferente de pensamientos, debido a la influencia de las máquinas. Mucho más frío y calculador, con un punto de humor negro que no esperaríamos encontrar en un Marine. Se pasa casi toda la novela reparando un robot… y es una pasada.

También la Princeps Zarha, piloto del más importante de los titanes de la Legio Invigilata. Vieja y sabia, pero también llena de orgullo y arrogancia. Se ve obligada a luchar una guerra que no le viene a cuento y de la que probablemente no saldrá viva, por puro sentido del deber (lo que no le acaba de gustar). Además, debe luchas de manera continua entre sus prudentes pensamientos y la influencia visceral del Dios-Máquina al que está conectado, que no desea otra cosa que masacrar a sus enemigos sin pensar en temas como la prudencia o la táctica militar. Sus diálogos con Grimaldus no tienen desperdicio, especialmente cuando debaten sobre hasta donde llega el sentido del deber y cuándo es más conveniente retirarse. 

Por medio, hacen un pequeño cameo unos cuantos pesos pesados del trasfondo, como el “viejo” Yarrick, tan lleno de carisma como de mala leche o el Mariscal Helbrecht, el arquetipo del soldado dedicado. También se pasan por allí unos cuantos Marines del Capítulo de los Salamandras, y resulta curioso comparar la diferencia de tácticas, prioridades y creencias que hay para con los Templarios, pues los Salamandras están mucho más centrados en salvar cuantas vidas humanas sea posible antes que regodearse en su sentido del honor (como hacen los Templarios) y no retroceder nunca o avanzar para masacrar enemigos sin tener en cuenta el número de bajas. Es todo un contraste.

El único pero que he sentido es que, como jugador veterano de Warhammer 40k, conozco en profundidad todo lo que ocurre en Armaggeddon (es lo que tiene estudiar “historia”), con lo que sabía, a grandes rasgos, que iba a ocurrir en cada momento, por lo que perdía un poco de épica.

Para que negarlo, esperaba un pastiche de tiros para leer sin pensar y punto. Sin embargo, me he sorprendido encontrando una animalada de diversión en forma de explosiones, emoción y épica. Un placer para todos aquellos ávidos de novelas de acción, seguidores de la franquicia o necesitado de un libro desengrasante con el que te puedas flipar sin necesidad de pensar mucho. Si estás dentro del género, te dará una semana de la mejor diversión.

Nota:
Nota goodreads: 4.09/5
Disfrutable hasta el extremo, con lo que un 9 sería perfectamente aplicable, pero un par de agujeritos de guión y falta de detalle y profundidad en alguos momentos le acaba bjando un poco la nota.

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