martes, 12 de julio de 2016

La tía Julia y el escribidor (Mario Vargas Llosa)



Mario Vargas-Llosa es un escritor con el que mantengo una relación un tanto curiosa. Por un lado su persona me cae bastante mal y defiende unas ideas en muchos casos bastante -muy- alejadas de lo que considero decente y cada vez que habla me dan ganas de lanzarlo por la ventana. Sin embargo, su calidad como escritor consigue que incluso sus libros más insulsos se conviertan en un placer. Es todo un gozo leer libros tan bien escritos. 

  
Título: La tia Julia y el escribidor
Autor: Mario Vargas Llosa
“La relación amorosa del joven escritos Varguitas con una mujer de su familia mayor que él, la tía Julia, y la desaforada presencia del folletinista Pedro Camacho en la misma emisora de radio donde Varguitas trabaja son las dos historias en que se vertebra el argumento de La tía Julia y el escribidor.
La noble pasión amorosa entre la tía Julia y el aprendiz de novelista, que la sociedad limeña de los años cincuenta trata por todos los medios de impedir se combina con las narraciones truculentas del folletinista de las ondas.”

Aunque no te lo dice en ningún momento, Vargas-Llosa realiza aquí un pequeño juego narrativo en que se te mezclan por un lado las desventuras de su “yo” juvenil –es presentado como una suerte de autobiografía- y los relatos que uno de los personajes, un escritor (escribidor) realiza para la misma empresa donde trabaja Vargas. Los capítulos se alternan pero abundan los detalles y los hechos acaecidos que se influencian unos a otros, la “realidad” de Vargas afecta a las “creaciones” de Camacho y viceversa en un juego curioso entre verdad y ficción. 

Por un lado, las desventuras amorosas de Varguitas el pringaete aspirante a escritor no me han interesado demasiado. Éste es un atontado ingenuo que se divide entre sus lejanos sueños de escritor  que además se ha ligado con esfuerzo cero al bellezón de la familia (política). Entre que se presenta como si fuera una referencia autobiográfica y al chaval le va todo “demasiado” bien, me parece que a Vargas-Llosa le gusta alardear que era todo un seductor. 

Un "Pedro Camacho" clavadito, clavadito...
Por el otro, Pedro Camacho se nos es presentado como un afamado y excéntrico escritor de culebrones de éxito. Centrado absolutamente en su trabajo, que considera el arte supremo (aunque luego escriba historietas como churros), revoluciona completamente el género, pero luego poco a poco sucumbe al exceso de trabajo y se empieza  a volver loco, mezclando las múltiples tramas que escribe con la realidad y perdiendo poco a poco la capacidad de distinguir que ocurre aquí y allá, con personajes inventados que aparecen en los periódicos o referencias imposibles de un lado a otro.

Realmente, me han interesado mucho más las historias que va presentando Pedro Camacho, concebidas como si fueran los primeros capítulos de la sucesión de los culebrones de éxito que es capaz de vomitar continuamente. En más de una me he quedado con las ganas de conocer qué ocurre después y como continúa la historia. Además, resulta gracioso como el propio Pedro Camacho se esfuerza para que quede claro que él es el único escritor que sabe crear buenas historias y que el resto no son más que meros advenedizos (¿chinita del autor?). 

Cuando la locura de Camacho aumenta, se filtran personajes de unas historias a otras e incluso empiezan a aparecerse en la vida real, a la que cada vez se le va más la pinza, lo que puede dar a entender que, quizás, la historia de Varguitas no es más que otro de los culebrones de Camacho, que éste sí se nos cuenta entero.

Entre que le cuesta empezar y que luego se convierte en un esperpento, se hace muy fácil aburrirse y no llegar a cogerle el truco a la novela.  Sin embargo, coñe, qué manera de escribir. Vargas-Llosa es un espectáculo como pocos a la hora de escoger siempre la palabra adecuada para describir un ambiente, mostrar una actitud o provocarte una sensación que no esperabas. Qué desafiantes son los retos en los que se mete y qué bien le sale este juego de fantasía y realidad por puro gusto onanístico. Y por otro lado, qué culebrones se inventa, mucho mejores de los que me tragaba cuando quedaba con mi abuela (¡un beso!) cada veranito. Este hombre está repleto de pura pedantería, pero no puedo evitar disfrutar con la calidad con que escribe.
La tia Julia y el Vargas Llosa reales

En resumen, La tia Julia y el escribidor se planta firmemente a medio camino entre un ejercicio de estilo muy particular y una novela desengrasante que no debería tomarse muy en serio. A pesar de su “nula” historia y sus cuestionables decisiones, se convierte en un libro muy bien escrito que a buen seguro hará disfrutar a todos los seguidores del autor o que gusten de leer una novela romántica muy diferente a lo normal.

Nota: 5
Nota anobii: 3.9/5

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