domingo, 31 de julio de 2016

Bo-Bobo



Cuando el argumento de una serie propone las luchas del mayor guerrero nasocapilar para proteger a una de las últimas personas con pelo de las escuadras rapadoras del emperador Calva Brillante IV, está claro que no estamos hablando de una propuesta muy normal que digamos.

 Bo-Bobo sigue a la perfección el patrón del shonen más clásico, nada que no hayamos visto mil veces en Naruto o DragonBall: un grupo de buenos se enfrentan a unos malos malosos, con sus grupos de secuaces y sus ansias de dominar al mundo. Cada vez que vencen a un nuevo enemigo, aparece un malvado mas bestiajo, por lo que es necesario un poco de entrenamiento místico, se añaden unos power-ups y a por él. Rinse and Repeat. De vez en cuando nos montamos algún torneo de artes marciales porque pasaba por ahí y vamos haciendo. 

Lo que diferencia a Bo-Bobo del marasmo de propuestas de este estilo es que es el primero en lanzarse sin tapujos hacia una piscina muy peligrosa: se autoproclama la abanderada del absurdo y la estupidez, parodiando de la manera más feroz todos los tópicos del shonen japonés, pervirtiéndolo hasta límites insospechados y retratando la falta de imaginación de la gran mayoría de autores del género. El objetivo de esta serie –producto de un grupo de japoneses chiflados que estaban hasta las narices del ejército de los clones que siguió a las sucesivas entregas de DragonBall- es el de dejar patente los ridículos argumentos sobre los que se basan estas series. La absurdez campa por doquier, pero no por ello los mecanismos que mueven los shonen dejan de ser válidos. 

Por ello, se hace dificil etiquetar a esta serie. No es una comedia porque sigue los esquemas del shonen, pero no puede negarse que es una épica parida. Creo que es el anime con el que me he echado las más brutas carcajadas que recuerdo. La verdad es que no hay ninguna serie anterior que se parezca a Bo-Bobo, no hay un “patrón” con el que compararla. Se puede definir como una histriónica y disparatada serie de personajes totalmente absurdos y excéntricamente variopintos, como si mezclaras las series de Tex Avery con todos los tópicos japoneses, salpicas un poco de cultura occidental trasnochada y lo rematas con unos toques de dadaísmo perfectamente incoherente.

Ataque poderoso y desconcertante
Ya desde un primer momento, cada personaje está más pallá que el anterior: Bobobo es el mejor héroe que puedas haber visto, luchando con los pelos de la nariz y contando con el poder de la amistad (jeje), y además con la voz de Johnny Bravo, con un par. Sus compañeros de lucha son Don Patch, una suerte de hámster criado como un perro con tendencia a trasvestirse que quiere más protagonismo en la serie y mi personaje favorito de la serie, Togoro Tennosuke, una gelatina de alga con problemas de autoestima que sueña con ser el guerrero más poderoso. Pero ahí no queda la cosa: Softon es coherente y serio, pero su cabeza es una caca de Arale; Heppokomaru lucha a base de ventosidades (y sus ataques tienen nombre de meses del año); Destapeman, bueno… se desnuda (con deslumbrantes resultados), y si sigo con los malos no paro, porque no hay ninguno que no sea para dar de comer aparte.  ¡Llorando de risa que me han dejado! 

Una serie en que una imagen como ésta es normal...
Yo me lo he pasado más que en grande con ella pero ojo, no es una serie que se pueda recomendar fácilmente. Es un producto tan particular que su capacidad para hacer salir volando a la mayoría de los espectadores… no se… IT’S OVER 9000!!!! Es demasiado rara, absurda y chorra para casi todos, pero luego te brinda momentos como la llegada de la mujer torpedo, la aparición de los padres de Bo-Bobo o el Rey Nasocapilar, que son simplemente sublimes. Si te gusta el humor absurdo y tienes la oportunidad de verla desde el inicio (pillarla a mitad sería bastante suicida), es de las que te deja prendado. Sin embargo, cuidado con verla del tirón: satura. Los chistes se acaban volviendo repetitivos y pierde gracia. Bo-Bobo es ideal para ver en pequeñas dosis, especialmente entre capítulos sesudos de series de más empaque, donde se muestra demencialmente buena.

Quizás sería ideal para los amantes del shonen que no sientan la más mínima vergüenza ajena y quieran disfrutar de una experiencia diferente. Sus chorradas e idas de olla no deben esconder unas ideas muy gamberras y un ingenio muy afilado para ridiculizar todos los tópicos habidos y por haber. Échale un ojo al primer capítulo. Si te gusta, quédate. Si no es así, ni se te ocurra volver. En cualquier caso, nunca habrás visto una serie igual.

Nota: MJY/(&T·hui77RFYAU*^¨Ç  (Se pronuncia “Cro-que-ta”)
Nota filmaffinity: 6.2

viernes, 29 de julio de 2016

El sol de Breda (Arturo Pérez-Reverte)

Cuando leí Corsarios de Levante se me quedó un pequeño regusto amargo. Se había disfrutado, pero no tanto como otros libros de Alatriste. Así pues, decidí releer una de mis novelas favoritas de la saga, centra en este caso en las batallas acaecidas por los tercios desplegados en el Flandes de la época. 


Título: El sol de Breda
Autor: Arturo Pérez-Reverte

“El sol de Breda escenifica las batallas y el asedio de la ciudad de Breda en 1625 por los Tercios españoles en Flandes. El joven vasco Íñigo de Balboa es el narrador, como siempre, pero ahora adquiere en este relato un papel más protagonista: es mochilero del tercio viejo de Cartagena, donde sirve de ayudante a su amo el capitán Alatriste, y empuña por primera vez las armas en el combate. Íñigo será, en esta aventura, testigo del sometimiento de la ciudad por las tropas españolas, y describirá años más tarde al pintor Diego Velázquez, para que los inmortalice en un famoso cuadro, los rostros de los participantes en la batalla: el general Ambrosio Spínola, un respetado guerrero con dotes de político, que abortará el conato de un motín de las tropas, hartas de pelear sin que vean recompensados sus esfuerzos con una paga que nunca llega, y que el general les adelantará de sus acaudaladas arcas o el maestre de campo Pedro de la Daga, despreciativo con sus tropas hasta la crueldad, o el dubitativo capitán Carmelo Bragado y el valiente soldado Sebastián Copons, veteranos todos de las pasadas guerras en Nápoles y camaradas del capitán Alatriste.”

La ciudad de Breda, en la época
El sol de Breda sigue el mismo esquema que tanto me acabó chirriando en Corsarios de Levante: un compendio de pequeños capítulos que saltan de aquí para allá, como flashes de los momentos más importantes de la campaña por la conquista de la ciudad de Breda y la pacificación de las regiones flamencas. Sin embargo, estos capítulos se hayan mucho mejor enlazados entre ellos, pues su dispersión no les impide componer un todo coherente en el que no hace falta llenar los huecos que contiene.

Con este libro, Pérez-Reverte nos ilustra sobre el funcionamiento del ejército del XVII: La función de los mochileros, el terror que infundían los tercios españoles, el honor de la soldadesca, los motines provocados por la falta de pago, el trabajo de mina y la toma de una ciudad vital para mantener el poder sobre la región un siglo más.

A estas alturas de partido, con Iñigo Montoya en plena eferverscencia adolescente, el Capitán Alatriste es descrito como un personaje casi divino. A pesar de su gesto hosco y su humor taciturno y su negativa a ascender en el ejército, es el puto amo. No quiere follones, pero no hay quien le detenga cuando se mete en uno y, sobre todo, no soporta que le toquen las narices. Cuando vemos que se empieza a arreglar el bigotito o atusar los ropajes… ¡Que tiemblen sus enemigos! Pérez-Reverte ha convertido a Alatriste en el mejor badass de la literatura española. Toneladas de carisma y molabilidad que desprende el jodío.

Iñigo Montoya ha crecido un poco y se ha convertido en un adolescente sobrehormonado. Excitadísimo al requerírsele los deberes de soldado, se estrena, tanto en muertes como en polvos, con todo lo que ello implica para su autoestima y su paz interior. Apocado y servicial, siempre dispuesto a darlo todo por su Dios, Alatriste, es un escudero bienintencionado y metepatas, pero al mismo tiempo alguien tan ingenuamente entregado que se hace imposible no cogerle cariño al pobre.

La rendición de Breda (Velázquez)
Además de sus estupendas aventuras y sus inolvidables personajes –probablemente en el estado de gracia más inspirado que han tenido en toda la saga-, lo que más impacta del libro es el espléndido retrato que realiza de la soldadesca española de la época: compuesta de soldados que son lo peor de cada casa, malhablados y con pocos escrúpulos éticos, pero al mismo tiempo orgullosos de sus orígenes y custodios del honor que supone ser un soldado de los tercios, el ejército más temido de la historia (lo único que tienen, quizás). Son personajes totalmente alejados de los estándares actuales, pero perfectamente esperables si se tratara de una novela escrita a finales del XVII, (lo que es, después de todo, el objetivo de Pérez-Reverte).  

El sol de Breda es una clase de historia de una época que parece olvidada en nuestros días y constituye la más redonda de todas las novelas de Alatriste (junto con El Caballero del Jubón Amarillo). Épica, acción, la pateticidad de la vida y las desgracias que jalonan una vida dura y desagradable. Hará las delicias a todos aquellos que disfruten de las novelas históricas, de las novelas de aventuras o de las novelas en general. Indispensable para cualquier fan de las aventuras del Capitán. Y si no sois versados en sus andanzas, acudid, raudos, a la primera de sus novelas. Merece la pena.

Nota: 10
Nota goodreads: 3.72/5

miércoles, 27 de julio de 2016

Noche y día



A estas alturas de la película, no creo que sea necesario presentar a un actor tan reconocido como Tom Cruise. Éste ha identificado tan bien su papel como héroe de acción que, cuando no llena taquillas siendo Ethan Hunt o alguien similar, se relaja con chorraditas autoparódicas como ésta.

El argumento no puede ser más simple: Cameron Díaz es una rubia tontita (bueno, no tan tontita) que se ve abordada por Tom Cruise, un superagente secreto que necesita una involuntaria “mula” para una misión. Los enredos y las aventuras se sucederán hasta que ambos aprendan el uno del otro en una odisea que los llevará sin duda al altar.

No es que me haya olvidado de poner los nombres de los personajes, es que no importa. Tanto Díaz como Cruise hacen de sí mismos, de sus personajes característicos que hemos visto en decenas de películas y que, por ello, les permite sacar adelante la película sin el más mínimo esfuerzo. Realmente no importa quién les toca ser hoy: ¿un espía casi divino más chulo que un ocho? Nada nuevo bajo el sol. ¿Una rubia tontita que en realidad no es tan tontita? ¡Si eso es lo que soy!

El origen de la película surge cuando Tom Cruise decidie abandonar el proyecto de The tourist, al no poder convertirlo en una comedia de espías.  Tamaña espina en su orgullo debe ser extraída, por lo que habla con sus amigos de la Fox para producir la película. De entre las actrices disponibles, Cameron Díaz quiere reverdecer las taquillas de Los Ángeles de Charlie con una propuesta similar y se apunta sin dudarlo. Así que nada, se encarga el guión ¡y ya tenemos película!

Hay que reconocer que Cruise es de los mejores actores a la hora de parodiarse a sí mismos y jugar con su imagen. Ethan Hunt se ha movido a una historia que no tiene pies ni cabeza. Y vaya si juntan chorradas por todos lados. Para entendernos: si valoramos la coherencia de su guión en comparación con sus Misión: Imposible (que ya es irse a algo pasado de vueltas), a Noche y día no hay por dónde cogerla. Es obvio que no debemos esperar ni un solo diálogo inteligente ni un desarrollo coherente de la trama. Cruise&Diaz no buscan más que un entretenimiento ligero que se mantiene a flote con sus acrobacias de flipada buenrollera y el carisma de sus protagonistas. 

Así pues, a la que relajamos el cerebro y nos preparamos para disfrutar de un poco de tonterías vacuas, podemos pasar el rato con una chorradita llena de ritmo y unas coreografías de acción bastante pasadas de vueltas pero filmadas con más solidez de la acostumbrada en este tipo de películas. Las capacidades físicas (y automovilísticas) de los protagonistas permite no abusar del CGi y convencer al director de que no es necesario buscar la explosión más gratuitamente salvaje posible, no en vano, son dos actores famosos por no usar dobles en sus acrobacias. Esto permite subir un poco los enteros de la película y convertir una chorrada en un entretenimiento más convincente que el puñado de blockbusters veraniego.

Mención especial para el encargado de documentación por los inolvidables y esperpénticos Sanfermines de Sevilla. Pa’ cagarse. No sé qué tienen las películas de Cruise con España pero siempre la lían. El descojone que nos pegamos con él fue de los gordos (bueno, casa con el resto de la peli). 
 
Así pues, películilla tonta para ver un día de estos tontos en que uno tiene ganas de apagar el cerebro. Tiritos por aquí, coches derrapando por allá, unos chistecitos por acuyá, una historia que haga de hilo conductor, caras bonitas haciendo patochadas y lo pegamos todo con mucho ritmo. ¡Et voila! Película entretenida. Que nada tenga sentido es secundario a veces.


Nota: 4
Nota filmaffinity: 4.7

PD: En esta película, todos los coches antiguos provienen del garaje personal de Cameron Diaz. De la misma manera, todas las referencias a mecánica son de su cosecha (por si no lo sabéis, en su tiempo libre, es una reputada restauradora de muscle cars).

martes, 26 de julio de 2016

Los humanoides (Jack Williamson)



Llegamos ya al libro 8 de la Cesta, una edición vetusta de un libro de ciencia-ficción de una era primigenia, dónde los autores empezaban apenas a alejarse de la ingenuidad de las propuestas más idílicas y utópicas. 

Título: Los humanoides
Autor: Jack Williamson
Título original: The humanoids

“Llegaron de un remoto planeta mucho más allá de la Tierra. Robots benévolos con el único propósito de servir al hombre en todo momento, acabar con las guerras y las enfermedades tanto físicas como espirituales, conseguir liberar al ser humano de cualquier daño. Pero su actuación convirtió a los hombres en meros espectadores pasivos de un mundo feliz en cuyo desarrollo ya no podían tomar parte.
Así, un grupo de anarquistas psíquicos decidió terminar para siempre con esos invencibles benefactores. Y Clay Forester tuvo que enfrentarse al más terrible dilema de su vida: luchar por el derecho de la humanidad a esforzarse y sufrir por su destino, o rendirse al implacable imperativo de los humanoides sin hacer absolutamente nada.”

Una de las cosas más curiosas -al menos de mi edición- es que el libro contiene dos versiones de la misma historia, o al menos dos historias basadas en el mismo concepto, pero que reciben un tratamiento completamente diferente, que tiene origen en la propia génesis de este libro. 

Concebido originalmente como un relato corto, “Con los brazos cruzados” es el cuento primigenio. Sus exiguas treinta páginas se acercan más al cuento de terror que a la ciencia-ficción, mostrándonos la aplastante llegada de los humanoides, los robots perfectos, a la Tierra y como destruyen cualquier resistencia al mostrar las bondades de su benigna influencia… aunque rematadamente aterradora. 

El relato gustó tanto al editor de Jack Williamson que le exigió alargarlo hasta el formato novela. Éste, no muy contento con el resultado que obtenía al continuar la historia, decidió darle una vuelta de tuerca a partir de un acercamiento decididamente más cercano a la ciencia-ficción, con un conflicto claramente representado e importantes reflexiones sobre nuestra sociedad.

El "Yo, Robot" de Will Smith bebe mucho de ésta novela
A pesar de su concepción como aparente novela de invasión extraterrestre, Los humanoides  afronta las transformaciones de la sociedad que tienen lugar debido al progreso tecnológico.  Su llegada va a revolucionar nuestras existencias: la manutención y el cuidado de cada ser humano está garantizado. El trabajar para vivir se ha terminado. De acuerdo con la pirámide de Manslow, todo el mundo ha sido trasladado directamente al último piso, sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar los 20.000. Es el avance tecnológico máximo, que protege para siempre el futuro de la humanidad. Sin embargo, seguro que el lector sentirá un escalofrío subir por su espina dorsal cuando es consciente de los inconvenientes que este avance trae consigo. Proponiendo una analogía, ¿cómo explicar el funcionamiento de Twitter o Facebook a un humano de los años 80? La influencia que han tenido en nuestra sociedad es abrumadora, cambiando radicalmente nuestros modos de vida, arreglando muchos problemas pero creando otros tantos conflictos. ¿Ha sido su aparición beneficiosa o no? Ahora bien, ¿realmente es esa la pregunta que nos debemos hacer, o es más importante saber cómo mejorar nuestra sociedad una vez estos avances han aparecido?

Cada uno de los tres personajes principales representa una manera diferente de enfrentarse a los cambios de la sociedad. 

El principal es Clay Forester, un científico dedicado que ha dedicado su vida a la investigación de laboratorio, con el perjuicio que ello tiene para su familia. Pero Clay no es feliz, ya que siente remordimientos por haber hecho infeliz a su mujer pero también se lamenta cada segundo que no está en el laboratorio. Aunque al principio parece contento con la llegada de los Humanoides, pronto será consciente de las consecuencias de su influencia y luchará contra ellos. A pesar de ser un tecnicista convencido, no está de acuerdo con todos los cambios que implica la “benéfica” llegada de los Humanoides, rechazando su llegada e intentando mantener su vida previa a la invasión.

La confusión que rige ahora la vida de Clay se ve incrementada cuando contempla que la de Roy Mackintosh es casi utópica. Antes de la llegada, es un matemático que disfruta a su manera de la vida aunque muchos le considerarían un pringadete. Valora trabajar en lo que le gusta antes que el éxito o el poder y siempre tiene un momento para ayudar a alguien en apuros. Más allá de ello, no es alguien que tenga enfrentamientos o un espíritu reivindicativo, limitándose a ser objeto de las bromas de unos y otros que lo tratan como un bicho raro. Curiosamente, su manera de vivir parece casar muy bien con la que los Humanoides fuerzan para la sociedad, por lo que los recibe con una alegre indiferencia, adaptándose al instante a las nuevas condiciones. La confrontación con Clay es inevitable: a pesar de que Clay aprecia algunas de las ventajas que los Humanoides aportan, le aterra las implicaciones que éstas conllevan. Sin embargo, Mackintosh era feliz antes y es aún más feliz ahora, al parecer ignorante de las desventajas de la nueva sociedad, que parecen afectar a todos menos a él. 

La oposición viene por parte de Mr. White, el líder de la resistencia anti-humanoides. Como los anteriores, es también un hombre de saber, en este caso un filósofo. Sin embargo, desde el primer momento desconfía de la aparente bondad de los recién llegados. De carácter visceral y carismático, ha estado implicado en todos los movimientos de resistencia contra la opresión y los abusos de los poderosos. Ya era alguien resentido e infeliz antes de la llegada de los robots, con lo que su llegada añade más leña al fuego de su ira.

Los humanoides no son tan sanguinarios como Terminator pero...
La reflexión que se puede sacar del libro está basada en la adaptación (o falta de ella) : todo aquello que ya existía cuando nacemos es considerado natural y forma parte del mundo en que vivimos. Todo lo que se inventa desde tenemos entre quince y treinta años es nuevo, excitante y revolucionario. Sin embargo, todo aquello que es inventado después de que pasemos los treinta rompe el orden natural de las cosas y debe ser evitado. Es algo que nos ocurre, pero el mundo cambia, queramos o no, así que (el libro propone) que más que repudiar los avances tecnológicos, debemos intentar adaptarnos a los cambios que provocan y, sobretodo, luchar por sacar lo bueno de ellos mientras reducimos las desventajas que implican.

Todas estas reflexiones, propias de la ciencia-ficción más clásica, se plasman en un libro cortito y muy fácil de leer. Las inquietudes del autor pasan por los peligros de la energía nuclear y el desarrollo tecnológico sin control, aspectos muy propios de los años 40-50, en los que se escribe el libro. Para los lectores más avezados en el género, el planteamiento peca de obvio y poco dado a la reflexión, con muchos detalles sin considerar. No en vano, no ha llegado aún la tendencia de escribir mega-tochos de mil páginas en los que se debe detallar hasta la más ínfima arista que pudiera provocar cierta repercusión en la sociedad. Sin embargo, para el lector más primerizo en el género (o para los que no necesiten desarrollos de treinta páginas sobre el mundo futuro), Los Humanoides puede proporcionarles material para reflexionar sobre la tecnificación sin sentido y los objetivos que las personas tienen (o deberían tener) en la vida.

Las factorías que producen humanoides sin descanso
En esta onda de no entrar mucho en detalles, resulta curioso para el lector actual como no se provee de una explicación cientifista del origen del rodomagnetismo o de cómo se llega a él. Funciona y punto. Es una de las premisas sobre la que se basa el libro para empezar a desarrollar la historia y, por ello, Willliamson no cree que sea necesario gastar tiempo en ello (como sí haría un Simmons o un Hamilton de la actualidad). Una de las consecuencias es que el libro se lee en un suspiro, conteniendo apenas los resortes imprescindibles para que nuestro inconsciente salte y así captar nuestra atención, pero claro, también peca de ingenua y poco detallista, lo que puede ser insuficiente para satisfacer al lector actual.  

Con los brazos cruzados se convierte en un relato de terror brutal, realmente impresionante, que consigue provocar una sensación de mal rollo constante, de los que cuesta olvidar. Por su parte, la novela de Los Humanoides plantea una reflexión diferente, llegando a un final quizás un poco forzado como novela de ciencia-ficción clásica. 

Sin embargo, una vez leidas ambas, unas reflexiones: ¿Realmente hemos leído dos historias diferentes, o es la misma historia contada dos veces? ¿Es  Los Humanoides una continuación de Con los brazos cruzados o una simple versión?

El libro se lee muy fácilmente, Capaz de agradar tanto a los fans del género (siempre que sean capaces de apreciar una propuesta de menos de 200 páginas) como a los profanos (que no se asustarán con una desmedida cantidad de letras xD). Es realmente interesante y permite reflexionar y detenernos sobre aspectos de nuestra sociedad en los que no habríamos reparado. Sin embargo, su reducida longitud, la obviedad de su mensaje y su excesiva simpleza le impiden dejar poso y marcarse en nuestra memoria tanto como “debiera”.

Nota: 8
Nota goodreads: 3.75/5