jueves, 18 de febrero de 2016

La isla bajo el mar (Isabel Allende)



El último DPM del año me acerca de nuevo a Isabel Allende, de la que he descubierto que leo sus libros con agrado. ¡A ver qué curiosidades, magias extrañas y mujeres con pelo verde me iba a encontrar en este libro! Además es el libro 67 de la Cesta'2013, con lo qeu adelanto su lectura "un poquito".

Título: La isla bajo el mar
Autor: Isabel Allende

“Para ser una esclava en el Saint-Domingue de finales de siglo XVIII, Zarité había tenido buena estrella: a los nueve años fue vendida a Toulouse Valmorain, un rico terrateniente, pero no conoció ni el agotamiento de las plantaciones de caña ni la asfixia y el sufrimiento de los trapiches, porque siempre fue una esclava doméstica.
Su bondad natural, fortaleza de espíritu y honradez le permitieron compartir los secretos y la espiritualidad que ayudaban a sobrevivir a los suyos, los esclavos, y conocer las miserias de los amos, los blancos.
Zarité se convirtió en el centro de un microcosmos que era un reflejo del mundo de la colonia: el amo Valmorain, su frágil esposa española y su sensible hijo Maurice; el sabio Parmentier; el militar Relais y la cortesana mulata Violette; Tante Rose, la curandera; Gambo, el apuesto esclavo rebelde… y otros personajes de una cruel conflagración que acabaría arrasando su tierra y lanzándolos lejos de ella.
Al ser llevada por su amo a Nueva Orleans, Zarité inició una nueva etapa en la que alcanzaría su mayor aspiración: la libertad. Más allá del dolor y del amor, de la sumisión y la independencia, de sus deseos y los que le habían impuesto a lo largo de su vida, Zarité podía contemplar su existencia con serenidad y concluir que había tenido buena estrella.”

Pues la verdad, ni una. Jeje. Es el primer libro que no busca el realismo mágico que leo de Allende. No me lo esperaba. 

En cuanto a concepto, el libro recuerda a las historias “más grandes que una vida” de la época victoriana. Los avatares y desventuras de almas abnegadas que a base de esfuerzo y tesón luchan por seguir adelante en un mundo cambiante, lleno de peligros y adversidades. La variante es que esta vez el David Copperfield o el Oliver Twist de turno ha nacido siendo mujer y negra en Haití durante la época colonial. 

El libro no cuenta más (y no cuenta menos) que los problemas del día a día de un grupo de personas de la época siguiendo el eje de unos protagonistas cuyas tramas van y vienen, rodeados de otros personajes con los que se van encontrando y separando a lo largo de los años. Casi como un culebrón de calidad, pues una vez que conoces a todos y la historia se ha presentado, se desliza agradablemente y no puedes sino disfrutar de los avatares de una gente que rápidamente se hace un huequecito en tu corazón. 

Ahí reside el mayor valor de La isla bajo el mar: Sus personajes principales destilan vida. Desde el primer momento podemos notarlos como cercanos y realistas. Se hace fácil identificarse con sus problemas y sueños, con lo que empatizamos en un momento y pasamos páginas y páginas con unos personajes que se nos hacen entrañables. Tienen emociones y motivaciones genuinas, reconocibles a pesar de no ser de nuestro tiempo ni nuestra cultura. Por ello, sus acciones, aunque a veces imprudentes, parecen lógicas y, hasta cierto punto, inevitables.

La maestra de ceremonias es Zarité (Teté), una esclava doméstica/concubina que a base de decisión, constancia y un poco de fortuna acaba teniendo algo parecido a una vida feliz (te lo dice ella misma nada más empezar :p). Como personaje, es el clásico abnegado sufridor de las novelas a las que hace homenaje. Siempre con una sonrisa y unas palabras de ánimo para los demás, perfectamente dispuesta a echar una mano a quién lo necesita mientras lucha por sus sueños. 

Su dueño es el noble Valmorain, un francés terrateniente que intenta mantener una postura más ética con sus esclavos. No los maltrata gratuitamente, sino que procura cuidarlos y tratarlos bien, tal como se comportaría un buen amo para con su Belleza Negra en vez de comportarse como un tirano cruel. Evidentemente, el concepto de libertad para un esclavo es un concepto que le es tan ajeno que no podemos sino odiarle “un poquito”. Responde al perfil del pomposo rico que ha vivido toda la vida siendo servido, cuyas rabietas de noble en peligro se mezclan con arrebatos de éticos en los que siente que debe hacer “lo correcto”. Su veleidosa personalidad sufre una evolución muy bien lograda a lo largo de las páginas y el paso de los tiempos, con lo que acaba dando un poco de lástima y todo.

Ambos son los personajes más presentes y son sus desventuras las que seguimos a lo largo de páginas y páginas. De entre los secundarios destacan los médicos, siempre presentes en una tierra de enfermedad y locura: Parmentier, exiliado del reino/república francesa por tener un enfoque demasiado moderno de la medicina, está claramente influenciado por la ilustración. Cree en el triunfo de la razón y el sentido común, y es de los pocos abolicionistas de la isla. No obstante, su timidez y la poca apertura de las mentes pensantes locales le impiden siquiera tratar de actuar para hacer mejor la vida de los esclavos; y luego Tante Rose, una curandera esclava que esconde mil secretos entre hierbas y rituales, mucho más efectivos que la “sofisticada” medicina blanca de la época (auténticos matasanos), una Big Mama llena de carácter que no se amilana ante nada ni nadie, que ha llegado a ser la santera más importante de la isla y, por tanto, una de las personas con más influencia entre los esclavos. Todo un carácter que se hace querer.
 
El resto de personajes van deambulando alrededor de aquellos sobre los que pivota la historia, pero ya son mucho menos importantes y están menos desarrollados. Curiosamente, la historia no llega a tener un malvado como tal, sino simplemente gente de la época, con sus taras y su esperable forma de pensar. Ello hace que se opongan a los intereses de los protagonistas, sin destacar precisamente por sus cualidades humanitarias, pero sin llegar a poseer la mezquindad de un Uriah Heep, por ejemplo.

En el fondo, La isla bajo el mar es un buen ejemplo de ficción histórica, acercándose a la problemática de la esclavitud, relatando su vida cotidiana y los problemas con los negreros, en un primer momento en el Santo Domingo post-revolución francesa y posteriormente en la Nueva Orleans colonial. Esta orientación francesa es bastante inusual, pues lo habitual es ver estas cosas tratadas desde una órbita anglosajona. Allende consigue captar admirablemente el ambiente enrarecido de la época, donde ya se huele la posibilidad –y la necesidad- de cambio. Mientras que la corrupta sociedad se resiste con todas sus fuerzas a perder los privilegios, los esclavos empiezan a oler la sensación de libertad y se lanzan a por ella con todas sus fuerzas. 

Todo ello se entrelaza agradablemente con el característico estilo de Isabel Allende, capaz de trasladar a negro sobre blanco el ambiente del mar, el batiburrillo de costumbres de la colonia, la sofisticación de la sociedad, la desesperación de los oprimidos, las ganas de vida de los esclavos y el reflejo velado de los abusos de unos y otros, disimulados pero siempre presentes. La extraña magia que impregnan todos sus libros, aunque esta novela abandone completamente el realismo mágico para zambullirse en la ficción histórica con decisión.

Esta decisión se refleja en un esfuerzo consciente para detallarnos concienzudamente la realidad sociopolítica de un Santo Domingo pre-revoluciones esclavistas. La voz de Zarité se convierte en apenas un susurro donde sus vivencias se eclipsan ante la forja de la nación negra independiente. Durante más de 200 páginas asistimos como los personajes, cuál fichas de un juego, se sitúan en la casilla de salida, prestos a empezar a vivir, pero supeditados a los hechos que la realidad depara para sus semejantes. La cantidad de datos llega a ser abrumadora en algunos capítulos. Sin embargo, pasado este denso inicio, una vez Zarité ya es una briosa joven, la historia se lanza y continúa con más de 400 páginas de pura vida. Las tramas empiezan de verdad y las vivencias se suceden con brío, entrelazándose hábilmente al final para dar un cierre correcto y satisfactorio.

Puro Allende, sin atisbos de magia y una historia algo más triste de lo habitual. Debo reconocer que he disfrutado mucho leyéndolo. Tal como ocurre en estas historias “más grandes que la vida”, fácilmente te puedes sentir parte de algo aún mayor mientras experimentas las vicisitudes de un par de generaciones de personajes. Sin embargo, la calma que se toma la autora antes de empezar realmente puede llegar a cansar. Son casi 200 páginas en las que, realmente, no pasa nada. Por ello dudo si recomendarlo o no. Vosotros decidís.

Nota: 7
Nota goodreads: 3.98/5

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