lunes, 19 de enero de 2015

Maus (Art Spiegelman)

Las navidades pasadas (en 2013!) los Reyes decidieron que había sido un niño muy bueno (o no) y me trajeron este librito famoso como pocos. Tenía que haberlo leído ya hace tiempo pero con las cosas de la cesta de Navidad becera y los 113 libros que me cayeron fui posponiendo su lectura cada vez más. Con unas Navidades de retraso, supongo que ya tocaba leerlo ¿no?

Título: Maus
Autor: Art Spiegelman

“Maus es la biografía de Vladek Spiegelman, un judío polaco superviviente de los campos de exterminio nazis, contada a través de su hijo Art, un dibujante de cómics que quiere dejar memoria de la aterradora persecución que sufrieron millones de personas en la Europa sometida por Hitler y de las consecuencias de este sufrimiento en la vida cotidiana de las generaciones posteriores. Apartándose de las formas de literatura creadas hasta la publicación de Maus, Art Spiegelman se aproxima al tema del Holocausto de un modo absolutamente renovador, y para ello relata la experiencia de su propia familia en forma de memoir gráfica, utilizando todos los recursos estilísticos y narrativos tradicionales de este género y, a la vez, inventando otros nuevos. La radicalidad narrativa de esta obra marcó un antes y un después en el universo de la novela gráfica, y por ello Maus obtuvo el primer y único premio Pulitzer otorgado a un cómic.”

Cuando uno se plantea volver otra vez a esta historia acaba teniendo la impresión de que le suena todo. La IIGM, los nazis, ghettos en Polonia (y otros sitios), campos de concentración… Todo el que ya tenga un pequeño bagaje ha repasado esta historia desde un punto de vista u otro y acaba ocurriendo que la emoción deja de surtir efecto, como me ha pasado recientemente con La ladrona de libros, que sólo me produjo pereza.
Supongo que ésta es la razón por la que he ido retrasando una y otra vez la lectura de Maus; quería desintoxicarme y dejar pasar un poco de tiempo. Cuando he visitado sus páginas me he encontrado un relato diferente del que esperaba. La novela en sí lo que cuenta es la sucesión de entrevistas e interrogatorios en que un veterano de los campos explica a su hijo dibujante cómo fue aquello. Vemos como el protagonista se documenta e indaga en los archivos, pregunta a su padre sobre detalles y recuerdos, se ve asaltado por bloqueos de escritor y ataques de ansiedad mientras debate consigo mismo por la necesidad de explicar el pasado de su padre y la responsabilidad que se obliga a asumir para relatar los hechos de la forma más verídica posible.


Lo que hace de este trabajo una propuesta diferente es justo todo lo que tiene a su alrededor. Vladek es el protagonista, pero en ningún momento se te presenta como alguien altruista, amable, de recursos o siquiera una buena persona. En muchos aspectos cumple con el tópico de judío egoísta, ya que Vladek es un avaro que cuenta hasta las últimas monedas y capaz de vender a su madre para sacar algún beneficio. Ha sobrevivido a los campos por saber ser siempre útil y tener siempre alguien a mano que le debe un favor, pero al mismo tiempo el cómic deja claro que esa no es que se lo haya merecido o ganado, pues otros que hacían lo mismo murieron; tampoco es cuestión de suerte, tampoco es cuestión de calidad. Simplemente algunos se salvaron, aunque todos dejaron demasiado de sí mismos. Incluso parece que Vladek se prohíbe ser feliz como manera de expiar su ¿culpa? Por haber sobrevivido y otros no.

Y luego está Art, que al principio parece que sólo busca material para hacer un cómic, pero que a medida que avanza la historia muestra los traumas que arrastra, producto de haberse criado en un ambiente familiar conflictivo, con unos padres que parecen haber perdido la capacidad de mostrar afecto y de comprender que su hijo tiene problemas. El cómic se transforma al mismo tiempo en una vía para expiar fantasmas por parte de ambos, entrelazándose con la historia de la IIGM. A fin de cuentas, el conjunto se puede interpretear como un retrato de las desventuras un hijo paciente que se ve obligado a convivir y trabajar con un padre traumatizado por los fantasmas del pasado.

No cuenta ninguna historia que no conozcamos ya de antemano pero la reviste de un ambiente totalmente diferente del habitual. Además de la acrobacia narrativa que supone la introducción de una historia dentro de una historia (por partida doble), la transformación de los personajes en animales antropomórficos le permite cambiar los esquemas preconcebidos y aprovechar para trazar simbolismos muy bien tirados. A pesar de la densidad y la crudeza de la historia, al ser un cómic, la lectura es ágil y no se hace pesada en ningún momento.  Los personajes están construidos con mimo, mostrados con profundidad y un tratamiento muy alejado de buenos/malos y de víctimas/verdugos (bueno, los gatos nazis sí son malos), todos tienen sus claroscuros y reaccionan de forma a veces inesperada pero siempre acorde con la situación y su forma de ser.

Y no olvidemos que ha ganado un Pulitzer. ¿Un cómic ganando el premio a la mejor investigación periodística del año? El galardón implica una buena dosis de prestigio, implica que el proceso de investigación y documentación es escrupuloso y concienzudo. Si a una obra buena le otorgas el aura de credibilidad que da el Pulitzer y está envuelta de una manera tan original tienes seguro una obra famosa.
Ahora solo me queda recomendar este cómic a todo aquel que quiera leer una buena historia. Es emotivo, original y profundo. Si no lo habéis leído, atacadlo, no dudo que os gustará (si podéis disfrutar una tragedia bien contada) ¡Acabamos de empezar el año y ya creo que tengo un candidato firme a estar en mi top3 particular!

Nota: 9
Nota anobii: 4.64/5

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