sábado, 31 de enero de 2015

El Hobbit - La batalla de los cinco ejércitos

Si, ya sé que hace más de un mes que la vi, pero últimamente tengo un repaso bien grande en las reseñas, toca ponerse un poco al día! 

Hay que reconocer que Peter Jackson sabe hacer una cosa bien: que cada Navidad estemos pendientes de lo último que ha hecho, ya sea para despotricar o para adorarle. Recuerdo con cariño la espera para el Señor de los Anillos (y lo que disfruté), las ansias con King Kong (y lo estafado que me sentí) y los problemas de agenda para asistir a las dos primeras de el Hobbit (y para ésta). Entre que son estrenos mundiales y se repiten las fechas,  las películas de este hombre se convierten casi en un ritual que uno no puede perderse. 

Habíamos dejado a nuestro Hobbit y nuestros enanos con un dragón despierto al que le han buscado mucho las cosquillas. Para concluir la trilogía ya solo queda la madre de todas las batallas.

Durante seis horas hemos disfrutado de una agradable aventura que no dejaba de avisar que algo gordo iba a venir. Jackson ya nos había dado pistas de que quería acabar a lo grande y vaya si lo ha hecho. El planteamiento de toda la película es simple: “la vamos a liar todo lo parda que podamos”. Es momento de dar el todo por el todo y fliparse de la manera más bestial, poco importa si para ello hay que generar errores de guión o de continuidad. Entre la gratuidad de los duelos finales, la necesidad de generar muertes mutuas para eliminar personajes, la nula capacidad estratégica de los ejércitos (a pesar de que se quiere dar el pego con la dirección del aeropuerto, encontramos estúpidos saltitos sobre murallas defensivas bien formadas, soldados que desaparecen…) y el clásico síndrome del héroes y la armadura de plastelina: si eres de los importantes, tu armadura (aunque no tengas) te protege, sino no lo eres, te atraviesan como plastelina. Podemos estar de acuerdo en que no se han molestado mucho en mantener la coherencia.

El conjunto tiene poco sentido pero debemos recordar que lo que toca explicar en el libro son apenas cinco páginas. Me parece incluso normal que, si quieres explicar la batalla de los cinco ejércitos, te inventes todo. 
Se le ha ido la castaña, pero no olvidemos que sí algo sabe este hombre es hacer las cosas a lo grande. El ataque inicial de Smaug a Ciudad del Lago es una animalada excesiva, así como la eterna batalla final pero no podemos negar que sabe petarlo a lo grande. El neozelandés tenía ganas de poner a enanos dando hostias como panes, dinero de sobra para gastar y se nos quedó muy a gusto. Las coreografías molan, la cantidad de flipadas sobrepasa cualquier mesura y si tu cerebro no vomita el guión puedes gozar con ganas la exagerada cantidad de fuegos artificiales.
Eso sí, tampoco es necesario que te inventes (¿por qué?) un personaje tan estúpido, innecesario y hostiable como el ayudante del gobernador. Lo tienes molestando y tocando las narices para que luego ni siquiera se muera… Sin duda, lo más desagradable de la película.


¿Esto hace de El Hobbit una buena película? ¿Es mala? Es una flipada con todas las letras, de las que te disfrutas a gusto pero también guarda un buen puñado de escenas que duelen de ver. Tiene sus defectos (grandes) pero asegura una buena dosis de diversión, para que negarlo. Por otro lado, la cantidad de gente soltando bilis y despotricando sobre ella ha sobrepasado cualquier medida. Un buen montón de espectadores que han ido al cine a verla sólo para amargarse y poder luego lanzar mierda. No entiendo como ha provocado tanta sobrerreación y porqué hay tanta gente que parece disfrutar con una actitud  que no comprendo y que se deja ver últimamente en las grandes superproducciones que no son automáticamente orgásmicas. Obviamente no son obras maestras pero tampoco son la bazofia pura que muchos parecen vender.


No obstante, debo admitir que éste es el film que más se aleja del universo tolkeniano. Aunque los enanos de las películas anteriores habían sido un poco rarunos, daban el pego como pertenecientes a la Tierra Media. Pero que me aspen si lo que hay en la película no es un Señor de los Enanos o unos Rompehierros. ¿Estamos viendo elfos del Bosque Negro o unos altos elfos  de Ulthuan? Si me dicen que en vez de una película Tolkien estamos viendo una de Warhammer Fantasy hasta me lo creo (e incluso digo que es una buena adaptación y todo).


En fin, una vez apagamos el cerebro y lo metemos dentro del chip de diversión y nos hacemos los tontos con los errores de guión y de continuidad podremos disfrutar de un espectáculo divertido y muy pasado de rosca.  Yo me lo he pasado teta con ella, aun apreciando que es una película mala en muchos aspectos. Después de tres años siendo fieles a la cita anual con el director hemos concluido una trilogía que acabó como tal como empezó, con mucha diversión. Lástima que muchos no se quisieran dar cuenta de que esto no era el Señor de los Anillos. 

 ¡Vivan los fuegos artificiales sin sentido! (de vez en cuando)

Nota: 2
Nota filmaffinity: 6.5


Nominada a mejores efectos sonoros para este año. ¡No es mala cosa para tanto duro gastado!

sábado, 24 de enero de 2015

Pasaporte para Pímlico

Después de unos cuantos meses con películas densas el DPM nos ha brindado una propuesta más ligerita, una pequeña comedia de los británicos Ealing Studios, conocidos por la creación de clásicos del cine en la época post-IIGM.


Londres se recupera tras la devastación de la guerra. Entre cráteres y ruinas la ciudad se reconstruye y sus habitantes soportan con estoicismo las privaciones y el racionamiento. Una explosión de una bomba alemana abandonada revela un secreto que cambiará la vida del barrio de Pimlico: unos antiguos documentos prueban que Pimlico no pertenece al Reino Unido ¡sino a la Borgoña! ¡Jolgorio y alborozo! Los Pimlicos (ahora borgoñones) ya no se ven sometidos al yugo de las leyes británicas, se pueden olvidar de las privaciones y vivir en libertad. Aunque bueno, gobernar un pequeño estado dentro de otro igual no es tan fácil como hubieran previsto…

La premisa inicial puede parecer absurda (y bueno, lo es) pero una vez pasado este Rubicón y aceptamos la independencia pímlica nos encontramos con un desarrollo aplastantemente lógico. El nuevo país necesita crear estructuras propias, se producen conflictos diplomáticos, hay que proveer para la población, se debe prever una invasión… ¡Incluso se tiene en cuenta a las (recién nacidas) Naciones Unidas! Cómo no, da lugar a un buen puñado de gags bien logrados que sacan punta al reflejar aspectos de la sociedad y el carácter británico.
Si es que, cuando las cosas van mal dadas, ¿Qué mejor para tocar las narices a la nación que sabotear algo tan puramente londinense como el metro? ¿Qué mejor manera de reflejar que ya no se es el Reino Unido que sufriendo una tremenda canícula estival? Un ligero aroma a sátira acompaña el metraje y a un grupo de personajes muy entrañables a los que es fácil coger cariño.

Podríamos discutir que el guión no tiene muchas complicaciones ni se rompe la cabeza en exceso, simplemente tiene la consistencia y el contenido adecuado para componer una comedieta agradable y resultona. Los gags son abundantes y mantienen siempre un puntito de mala idea muy simpático. Sin dejar de ser pulcramente blancos, eso sí, que paga la corona británica y aún no hemos llegado a 1950, ¡no pidamos peras al olmo! Sin ser un prodigio ni destacar por su virtuosidad, se mantiene en una corrección muy destacable dónde en en ningún momento parece sobrar (ni faltar) nada.
Siempre se nos ha mostrado al Reino Unido como uno de los países vencedores de la guerra. Se nos enseñan imágenes de británicos orgullosos y triunfantes, pero en la mayoría de películas se obvian los sufrimientos que provocan los bombardeos alemanes y el sufrimiento de los civiles. Como mucho hemos visto imágenes de evacuación de niños al campo (casi siempre como si fueran unas vacaciones o el inicio de unas aventuras mágicas) y alguna que otra escena de entrar al metro para protegerse de las bombas, pero poco más. En Pasaporte para Pimlico sí que lo tenemos. Los barrios están destrozados y no hay apenas casa que no tenga un roto, se proyectan reconstrucciones de barrios enteros, se reflejan las cartillas de racionamiento (¡incluso se reciben con agrado porque garantiza que tendrás con qué comer!), la carestía de una época desagradable y la nostalgia de una época mejor donde podías pasear por la ciudad sin temor a caer en algún agujero o hacer explotar una bomba olvidada, gente colaborando con lo poco que tiene para tirar para adelante con el optimismo ingenuo que da el haber sobrevivido a una guerra cruel. En cierto modo me recuerda a las películas españolas de los 50-60. La pobreza está por todos lados pero se respira un aroma alegre que te obliga a sacar una sonrisita en el sufrimiento (Los ladrones somos gente honrada, Usted puede ser un asesino, El pisito).

En parte es justo esa la función de los Estudios Ealing. Inaugurados en los años treinta, el gobierno británico les contrató desde el inicio de la guerra para producir un puñado de comedias bienintencionadas que subieran la moral de la población. A lo largo de los años nos dejaron un buen puñado de comedias que se basaban en un humor blanco y alegre, siempre con un punto socarrón muy bien encontrado. Destacan entre ellas piezas como El hombre del traje blanco, The ladykillers (con remake de los hermanos Coen), Whiskey a gogo! o la pieza que nos ocupa hoy. Pequeñas comedias llenas de picardía y buenas intenciones.

Si dentro de tus vidas cinéfilas quieres descargar con algo diferente y ligero, reírte con una comedia bien hecha de otra época, sin comerte mucho la cabeza, entonces puedes intentar pasar un buen rato con los alegres pimlícos en los apenas ochenta minutos que dura la película. Se ven en nada y, decididamente, te hacen reír un poco.


Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.0

lunes, 19 de enero de 2015

Maus (Art Spiegelman)

Las navidades pasadas (en 2013!) los Reyes decidieron que había sido un niño muy bueno (o no) y me trajeron este librito famoso como pocos. Tenía que haberlo leído ya hace tiempo pero con las cosas de la cesta de Navidad becera y los 113 libros que me cayeron fui posponiendo su lectura cada vez más. Con unas Navidades de retraso, supongo que ya tocaba leerlo ¿no?

Título: Maus
Autor: Art Spiegelman

“Maus es la biografía de Vladek Spiegelman, un judío polaco superviviente de los campos de exterminio nazis, contada a través de su hijo Art, un dibujante de cómics que quiere dejar memoria de la aterradora persecución que sufrieron millones de personas en la Europa sometida por Hitler y de las consecuencias de este sufrimiento en la vida cotidiana de las generaciones posteriores. Apartándose de las formas de literatura creadas hasta la publicación de Maus, Art Spiegelman se aproxima al tema del Holocausto de un modo absolutamente renovador, y para ello relata la experiencia de su propia familia en forma de memoir gráfica, utilizando todos los recursos estilísticos y narrativos tradicionales de este género y, a la vez, inventando otros nuevos. La radicalidad narrativa de esta obra marcó un antes y un después en el universo de la novela gráfica, y por ello Maus obtuvo el primer y único premio Pulitzer otorgado a un cómic.”

Cuando uno se plantea volver otra vez a esta historia acaba teniendo la impresión de que le suena todo. La IIGM, los nazis, ghettos en Polonia (y otros sitios), campos de concentración… Todo el que ya tenga un pequeño bagaje ha repasado esta historia desde un punto de vista u otro y acaba ocurriendo que la emoción deja de surtir efecto, como me ha pasado recientemente con La ladrona de libros, que sólo me produjo pereza.
Supongo que ésta es la razón por la que he ido retrasando una y otra vez la lectura de Maus; quería desintoxicarme y dejar pasar un poco de tiempo. Cuando he visitado sus páginas me he encontrado un relato diferente del que esperaba. La novela en sí lo que cuenta es la sucesión de entrevistas e interrogatorios en que un veterano de los campos explica a su hijo dibujante cómo fue aquello. Vemos como el protagonista se documenta e indaga en los archivos, pregunta a su padre sobre detalles y recuerdos, se ve asaltado por bloqueos de escritor y ataques de ansiedad mientras debate consigo mismo por la necesidad de explicar el pasado de su padre y la responsabilidad que se obliga a asumir para relatar los hechos de la forma más verídica posible.


Lo que hace de este trabajo una propuesta diferente es justo todo lo que tiene a su alrededor. Vladek es el protagonista, pero en ningún momento se te presenta como alguien altruista, amable, de recursos o siquiera una buena persona. En muchos aspectos cumple con el tópico de judío egoísta, ya que Vladek es un avaro que cuenta hasta las últimas monedas y capaz de vender a su madre para sacar algún beneficio. Ha sobrevivido a los campos por saber ser siempre útil y tener siempre alguien a mano que le debe un favor, pero al mismo tiempo el cómic deja claro que esa no es que se lo haya merecido o ganado, pues otros que hacían lo mismo murieron; tampoco es cuestión de suerte, tampoco es cuestión de calidad. Simplemente algunos se salvaron, aunque todos dejaron demasiado de sí mismos. Incluso parece que Vladek se prohíbe ser feliz como manera de expiar su ¿culpa? Por haber sobrevivido y otros no.

Y luego está Art, que al principio parece que sólo busca material para hacer un cómic, pero que a medida que avanza la historia muestra los traumas que arrastra, producto de haberse criado en un ambiente familiar conflictivo, con unos padres que parecen haber perdido la capacidad de mostrar afecto y de comprender que su hijo tiene problemas. El cómic se transforma al mismo tiempo en una vía para expiar fantasmas por parte de ambos, entrelazándose con la historia de la IIGM. A fin de cuentas, el conjunto se puede interpretear como un retrato de las desventuras un hijo paciente que se ve obligado a convivir y trabajar con un padre traumatizado por los fantasmas del pasado.

No cuenta ninguna historia que no conozcamos ya de antemano pero la reviste de un ambiente totalmente diferente del habitual. Además de la acrobacia narrativa que supone la introducción de una historia dentro de una historia (por partida doble), la transformación de los personajes en animales antropomórficos le permite cambiar los esquemas preconcebidos y aprovechar para trazar simbolismos muy bien tirados. A pesar de la densidad y la crudeza de la historia, al ser un cómic, la lectura es ágil y no se hace pesada en ningún momento.  Los personajes están construidos con mimo, mostrados con profundidad y un tratamiento muy alejado de buenos/malos y de víctimas/verdugos (bueno, los gatos nazis sí son malos), todos tienen sus claroscuros y reaccionan de forma a veces inesperada pero siempre acorde con la situación y su forma de ser.

Y no olvidemos que ha ganado un Pulitzer. ¿Un cómic ganando el premio a la mejor investigación periodística del año? El galardón implica una buena dosis de prestigio, implica que el proceso de investigación y documentación es escrupuloso y concienzudo. Si a una obra buena le otorgas el aura de credibilidad que da el Pulitzer y está envuelta de una manera tan original tienes seguro una obra famosa.
Ahora solo me queda recomendar este cómic a todo aquel que quiera leer una buena historia. Es emotivo, original y profundo. Si no lo habéis leído, atacadlo, no dudo que os gustará (si podéis disfrutar una tragedia bien contada) ¡Acabamos de empezar el año y ya creo que tengo un candidato firme a estar en mi top3 particular!

Nota: 9
Nota anobii: 4.64/5

martes, 13 de enero de 2015

El color de la magia (Terry Pratchett)

Este es el libro que empezó todo. El libro que consiguió que la gente se lanzara hacia un mundo excéntrico y mono (¡Ay!) donde casi cualquier cosa es posible. Pratcett dio el pistoletazo de salida a una de las sagas que más risas han provocado.

Título: El color de la magia
Autor: Terry Pratchett
Título original: The color of magic

“En un mundo plano sostenido por cuatro elefantes impasibles -que se apoyan en la espalda de una tortuga gigante- habitan los estrafalarios personajes de esta novela: un hechicero avaro y torpe, un turista ingenuo cuyo fiero equipaje le sigue a todas partes sostenido por cientos de patitas, dragones que existen si se cree en ellos, gremios de ladrones y asesinos, espadas mágicas, la Muerte y, por supuesto, un extenso catálogo de magos y demonios... En esta serie de novelas se dan cita todos los temas y situaciones del género fantástico, visto a través del personalismo y corrosivo sentido dela comicidad de un autor inglés que se ha convertido en uno de los escritores de humor de mayor éxito y fama en el mundo.”

No sé si empezar a hablar del libro o simplemente dedicarme a describir cómo es el fantástico Universo del Mundodisco. Pratchett ha dedicado la nada despreciable cantidad de cuarente novelas  (y subiendo) a contarnos historias a lo largo de diversas sagas según se adscriba a un tema concreto, con su propia gama de personajes principales. Cuando el protagonista es Muerte, Pratchett aprovecha para filosofar, reflexionando sobre aspectos de la sociedad local que nos son extrañamente cercanos. Cuando las brujas toman protagonismo, encontramos magia (de verdad) y mucha ética. La novela negra aparece cuando protagoniza la Guardia de la Noche y es cuando Rincewind (y los magos) manda cuando Pratchett aprovecha para describirnos realmente como es el Mundodisco. Estrategias narrativas diferentes para cada momento, pero siempre con un sentido del humor punzante, un universo perfectamente creíble en su absurdez y una sátira certera que no deja títere con cabeza. 

Este Mundodisco está poblado por una plétora de personajes imposibles, estrafalarios y, definitivamente, adorables. Como buen octavo hijo de un octavo hijo, el mago de tercera Rincewind es el encargado de inaugurar el festival. Es imposible que un patán con suerte como éste no caiga maravillosamente bien. Es el mago más cobarde y con los gemelos más a punto de todo Mundodisco y no parece el más indicado para comandar una odisea de un libro de fantasía épica pero nuestro querido mago se ha aprendido el manual de supervivencia de pe a pa. Sabe cuándo correr, cuándo liar a tu oponente y cuándo conseguir que otros luchen por ti. Su pánico y sus chillidos de terror se convierten en inseparables compañeros de viaje por este divertido universo.
Hay que remarcar que para los magos la magia no se crea. La magia existe. Se puede modificar, estudiar y trastear un poco con ella. Aprendes sus manías académicamente, sigues sus ritos y sus exigencias y quizás puedes convertir el plomo en oro o visitar algún plano de existencia exótico, pero nada de hacer milagros por aquí o allá. Ciencia aplicada, digámoslo así. Aplicada a la magia.

El color de la magia nace como parodia de las novelas de la Dragonlance, monumentos de la fantasía épica donde un puñado de héroes viven aventuras imposibles. Constituyen una larga saga de libros tremendamente entretenidos y han alimentado la imaginación de los frikis con fructíferos resultados, además de amenizar e inspirar muchas noches de estupendas partidas de Dungeons’n’Dragons. Sin embargo, una vez analizados con un poco de detenimiento presentan problemas de coherencia y un exceso de casualidad. Los personajes se encuentran por casualidad forzados a seguir por un camino heroico donde los problemas y las desgracias fluyen a su alrededor, saliendo triunfantes simplemente por el hecho de que está marcado en su destino de héroes.
Y si queremos reírnos de ello, ¿Qué mejor que colocar a un mago inútil y cobarde como el objetivo de un destino épico y luego dejamos que la Fortuna tire sus dados? A su lado, un turista curioso e inocente, un equipaje paciente e indestructible y un bárbaro cuya destreza con la espada es inversamente proporcional a su cerebro se convierten en compañeros de desventuras, primero en la corrupta y tramposa Ankh-Morpock (una de las ciudades ficticias más conocidas del mundo y la que más desearía visitar desde mi Tardis) y luego en los lugares más insospechados que nos ofrece el Mundodisco.

Hace poco leí El Bufón de Christopher Moore, uno de los llamados herederos de Pratchett. Siendo similares en apariencia no puedo sino observar cómo cambian los estilos. Moore aprovecha el mundo “real” y nuestras referencias para componer una obra que se basa en el chiste continuo y la chorrada por bandera. Sus personajes son del todo incoherentes y los sucesos de la trama guardan poco o ningún sentido, pero no le podemos negar que tiene buena mano para los gags descacharrantes. Pratchett, en cambio, ha creado un mundo extraño a partir de una lógica algo desquiciada. Sin embargo, respeta esa lógica en todo momento y consigue que sus absurdos personajes, sus imprevisibles historias y las aparentemente aleatorias características de su universo sean aplastantemente racionales. Su propia existencia florece en la periferia de la realidad y los sucesos improbables se vuelven moneda de cambio. Coge cosas de todos lados, las tunea y las pasa por un filtro muy particular y consigue así el más difícil todavía: se convierte en el autor al que llegas cuando buscas las influencias a los demás.

Puedes leer a Pratchett y quedarte con grandes comedias. Es hilarantemente divertido. Sus historias son imprevisibles, alegremente desquiciantes y asombrosamente lógicas. Mantiene una asimismo cualidad inesperada, pues es capaz de tratar seriamente a golpe de puro gag todas las grandes cuestiones de la humanidad. Un escritor que nunca sabes por dónde va a salir: cuando esperas un giro absurdo, te suelta una verdad lapidaria y antes de que te recuperes se ha ido hacia un giro más absurdo aún

Este libro un "must read" donde te introducen en Mundodisco, en sus personajes y en su increíble mitología. La imaginación de Terry es desbordante y es un maestro de lo absurdo. No es que me riera a carcajadas (que también), pero las situaciones a veces son tan absurdas que es imposible no esbozar siquiera una sonrisa. Como decía una crítica del libro: Recomendado para todo aquel que se tome la vida demasiado en serio.

Nota: 9
Nota anobii: 3.9/5

domingo, 11 de enero de 2015

Recomendaciones del año (2014)


¡Ya estamos en 2015! con un poco de retraso pero llega el momento de empezar a hacer balance de 2014 y presentaros algo que seguro que ya habéis adivinado. (Vale, el título de la entrada ya es una pista bastante obvia y creo que a nadie se le escapa que el cambio de año es momento de listas y tal y tal).

Este año ha florecido con mi incorporación al elenco de Cinefagos Muertos (que mola mucho), cuya malísima influencia me ha hecho ver muchas películas que no habría visto normalmente, llenándome de reseñas por hacer.
El trabajo (si, de algo hay que vivir) me ha estado robando muchas horas, especialmente de lectura, pero igualmente se ha seguido leyendo cosas bastante buenas, aunque en menor calidad.

En fin, que seguro que ya os estáis impacientando, ¡mejor que no nos distraigamos más y pasemos a lo mejor (y lo peor) que he visto este año! Como siempre, recuerdo mis simples reglas: Escojo lo mejor que he reseñado en 2014. Da igual si la obra es del 1612 o del 2033, lo que importa es cuando hago la reseña.

He leído bastantes menos libros este año y no hay tanto de dónde escoger, pero eso no quita para que haya disfrutado de un puñado de cosas interesantes. Los dos primeros libros eran elecciones obvias y claras. Sin embargo, para escoger el tercer libro del pack la criba ha sido muy dura. Necesitaría un top8 o un top10 para destacar aquello que me ha hecho vibrar este año. Pero bueno, sólo pongo tres así que hay que escoger con esmero.


Matar a un ruiseñor
Este primer libro ha sido  toda una sorpresa. Conocía su fama y renombre pero nunca me había atraído. Lo que me estaba perdiendo. Me ha encantado sumergirme en sus páginas, siendo testigo del devenir de una familia, cómo un pajarito (Scout) empieza a volar por el mundo y cómo reacciona ante un escándalo social que conmociona a la sociedad y que ella no entiende.
Leyendo pasas por las distintas emociones, risa, llanto, rabia, ternura... Absolutamente entrañable y recomendable.

El Héroe de las Eras
La segunda elección (seguro que no la esperabais) es la culminación de la trilogía de los Nacidos de la Bruma. Este monumento dentro de la fantasía narra las últimas aventuras de una ladrona convertida en asesina que ha llegado a ser emperatriz, un filósofo metido a político que se encontró con un trono y tiene un mundo que salvar. ¿De qué sirve la poderosa alomancia cuando el mundo entero se derrumba? Pura canelita en un tocho de casi mil páginas. Si no habéis leído esta saga, leedla.


El arte de conducir bajo la lluvia
Y para la tercera opción me he acabado decidiendo por un libro que combina coches de carreras y perros. Tal como suena. Desde los ojos del perro de la familia seguimos las vicisitudes de un piloto de carreras aficionados que se debate entre los sacrificios que supone saltar al profesionalismo y seguir con sus entretenimientos mientras saca adelante a la familia con su simple trabajo de mecánico. Puedes ser un fan de las carreras, o un fan de los perros, con lo que disfrutarás de este libro. O puedes no ser fan de nada de ello y aun así emocionarte con este tierno slice of life. Es conmovedor, intenso y es muy fácil identificarte con sus cercanos y tiernos personajes.

Aunque este año ha estado bastante florido y ha parido un buen puñado de buenas películas, al final las que han pasado el corte han sido tres clásicos que no pueden faltar en la estantería de todo buen cinéfilo.


Indiana Jones y la Última Cruzada
Empezamos con Indy, el mejor de los aventureros, en la película que mejor combina todo lo que da de sí la saga. Un film mítico que tiene humor inteligente, aventuras variadas y bien combinadas, una historia sólida y atrayente, un héroe entre los héroes y la búsqueda desesperada de un objeto arqueológico que es mucho más que un objeto material.


El Verdugo
Yendo hacia cosas más serias nos sumergimos en lo más granado de la filmografía española para conocer a un par de verdugos entrañables en una película natural y espontánea que contiene una crítica sarcástica y feroz a la pena de muerte. Un clásico indiscutible por su tema y su enfoque, y más sabiendo en las condiciones sociopolíticas en que se rodó. Es al mismo tiempo inquietante, divertida, imprevisible y trascendente.


Sin novedad en el frente
Y si ya nos habíamos quedado con mal cuerpo, acabamos con una preciosidad que data de 1932. El cine sonoro tiene apenas dos años de vida y ya hay cineastas que se atreven  a retratar los horrores de la guerra con un realismo que haría enrojecer de envidia a la mayoría de directores actuales. Una reliquia que todo el mundo debería ver antes de alistarse, pero sobretodo, es una película que todo aquel que intenta convencer a otros que se alisten mientras él se queda en casita debería tener muy presente.


Para desahogarnos un poco, vamos a por lo peor que ha caído en el año.  Me ha sido especialmente difícil escoger un libro, porque por alguna razón no ha habido ninguno del que pudiera decir “vaya mierda de libro”. Al final he acabado escogiendo el menos bueno, qué le vamos a hacer. En cambio, la película se lo ha ganado a pulso. Hortera, desagradable ¡¡y de más de dos horas!!!


El círculo de fuego
El pecado de esta novela no es ser mala, incoherente o tener errores como otros ganadores de este premio. Es sólo una novela de fantasía que no ofrece nada nuevo ni posee ningún hecho diferencial que la haga destacar entre la multitud de propuestas similares que podemos encontrar dentro de su género.  Es el problema de estar algo curtido en estas lides y exigir algo más de sus libros. Chica protagonista, chico sidekick, un malo muy malo, un poco de brujería y espada y ¡libro hecho!


El Gran Gatsby
En cambio a Gatsby no hay por donde cogerlo. Se ha destacado y ha pedido el puesto de peor película del año con todas sus fuerzas.  Las extravagantes andanzas de Gatsby y su séquito de alocados seguidores en estos pervertidos años veinte es horteramente insportable. Gastar tanto dinero para producir 140 minutos de metraje recargado, estúpido, exagerado y aburrido. Y tan romántico como el eructo de una anchoa.

¿Qué os parecen mis recomendaciones del año? Me sabe mal la cantidad de cosas que se han quedado fuera del tintero, pero si hubiera sido un top5 hubiera querido un top8, y luego un top10, etc…
Y ahora sí,

FELIZ AÑO A TODOS!!!

sábado, 10 de enero de 2015

Mad Max

Sí, conocía Mad Max, era famosa y talpero nunca había tenido un interés especial en ponerme a con ella. A raíz de un especial temático en el estupendo programa de radio de “La Órbita de Endor” (que acostumbro a escuchar mientras conduzo) me decidí a darle un vistazo a la película que transformó a Mel Gibson en héroe de acción. Después de todo, un western futurista con carreras de coches y persecuciones es algo que no se ve todos los días.

Situada en algún momento del futuro, somos llevados a un mundo donde las carreteras están controladas por bandas de locos gamberros con coches modificados y motoristas que podrían venir del infierno. Desesperados por detener a estos peligrosos merodeadores tenemos una policía sobrepasada por la situación a pesar de que también van en coches tuneados con todos los chutes posibles. A cargo de la historia tenemos a Max Rockatansky (toma nombrecillo), un buen policía que intenta mantener la cordura en el mundo caótico que tiene a su alrededor. Después de que su mejor amigo muere quemado en la carretera decide que tiene suficiente y se retira. Pero durante sus vacaciones las cosas se tuercen y Max se convierte en una fuerza vengativa con efectos devastadores.

Cuando te enfrentas a esta película es necesario poner en perspectiva los pocos medios que se disponían. Los efectos especiales son obviamente chusqueros y la edición es cutrilla pero su modestia está bien aprovechada para recrear con cierto realismo un mundo venido a menos en una Australia semi-desértica. La imaginería es muy particular pero bien escogida y el carisma de un entonces desconocido Mel Gibson convierte este extraño western motorizado en una experiencia interesante.

La montaña rusa inicial constituye un ejemplo de cómo realizar una escena de persecución. No tienes ni idea de qué está pasando, quién persigue a quién o porqué. Sabes que hay un bueno y un malo y que hay que correr. Y mucho. El áspero aspecto de las rugosas carreteras te acerca a un mundo destrozado. Las referencias al petróleo y los paisajes desérticos contribuyen a crear esa impresión. Además, el vestuario y los destartalados coches aportan una imagen de ciberpunk futurista que ahonda más en su efecto apocaplítico. En cuanto las cosas se calman podemos ver que el argumento no parece tener mucho sentido, pero las persecuciones y los tiros vuelan que da gusto. Un personaje que se llama Max Rockatansky tiene que molar, y si lo interpreta un Mel Gibson muy cabreado asegura el disfrute de todos los que aprecian una buena ristra de explosiones.

La ridícula cantidad de dinero con que se ha rodado la película juega a su favor al crear el destartalado mundo en que se mueve la acción pero juega en contra en otros aspectos. La machacona música que retruena en la película es un ejemplo de cómo molestar. No en vano George Miller debutaba con esta película, y su inexperiencia es palpable al mezclar escenas de gran molabilidad y frases lapidarias que se quedan en la memoria con otras escenas que dan vergüenza ajena y piden que quites la película ipso facto. El guión es prácticamente inexistente, su desarrollo está cogido con pinzas (siendo amables) y los personajes varían entre el histrionismo y la paranoia, pero bueno, no se puede tener de todo.

Lo más importante de la película es la influencia que tuvo. No sólo se convirtió en un éxito brutal en todo el mundo, también puso a Australia en el mapa de las filmografías al presentar un argumento de ciencia-ficción fuera de lo normal. Por una vez nos alejamos del espacio exterior, los avances tecnológicos o las paranoias filosóficas. Nos ceñimos simplemente en las fechorías de una pandilla de asesinos desalmados con unas dosis de  chifladura, erotismo y paranoia impactante para 1979 (a la que ahora estamos acostumbrados).  Es una película hecha con dos duros por un puñado de jóvenes llenos de entusiasmo, que no tienen miedo de fliparse a gusto y hacer algo original e innovador que encima tuvo la suerte de nacer en el momento adecuado.

No es una película a analizar con la razón. Apágala y siente con las tripas lo que produce esta propuesta tan simple como efectiva. Hay un malo muy malo, un bueno que es aún peor (cuando lo enfadas), una patata de historia, mucha adrenalina y gasolina quemada, tiros por todos lados y frases lapidarias. Los creadores tenían que estar muy, muy locos. Pero bueno, a veces la fortuna sonríe a los zumbados y consiguen innovar casi sin querer. Así que si te gusta el género post-apocalíptico y quieres dejar disfrutar a tus instintos, acelera a fondo con Mad Max. Es muy entretenida, también chusca y avergonzante por momentos, pero derrocha carisma y se ha convertido en inspiración para un montón de cosas que han venido después (que no es poco). 

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.7


domingo, 4 de enero de 2015

Madeiunsa

Esto de progresar en las críticas tiene su gracia y por primera vez me han "encargado" hacer una crítica de algo que no habría visto normalmente. Aunque no pueda escoger la película, hace mucha ilu. En Cinéfagos nos pidieron una revisión de películas sudamericanas y se me asignó ésta (y ciertas indicaciones para ser benévolo con ella). A ver que tal el cine peruano...


Una curiosa costumbre pervive en un pueblo perdido de los Andes peruanos: Al llegar el Tiempo Santo, Dios muere realmente el Viernes Santo para resucitar el Domingo de Resurrección. Durante este intervalo sus ojos permanecen cerrados a los pecados de los hombres. Don Cayo, alcalde de este pequeño pueblo, quiere aprovechar para desvirgar a la más pequeña de sus hijas, Madeinusa (pronúnciese en castellano), tal como hizo años atrás con su hermana mayor.


La pequeña, atrapada por un padre dominante y una hermana rencorosa quiere rebelarse ante la costumbre, pero las convenciones sociales y la sumisión que debe a su padre se lo ponen difícil. La única esperanza consiste en la escapar y llegar a Lima, dónde puede ser libre y feliz (o eso cree Madeinusa). La llegada del urbanita Salvador, ajeno a las costumbres locales, se convierte para ella en un método con el que burlar a su padre y sus tradiciones.


Claudia Llosa (La teta asustada) debutaba con este extraño cuento andino poblado por personajes descarnados y realistas. Este ficticio pueblo parece beber de un cierto realismo mágico, dónde las costumbres se muestran sugerentemente oníricas (el hombre del calendario) y al mismo tiempo sórdidas (desvirguemos a nuestras hijas). Para contarnos esta historia decide tomar un tono casi documental, un ritmo parsimonioso y pequeños interludios costumbristas que nos recuerdan que estamos “en un pueblo perdido de las montañas”, aprovechando con acierto la gran fotografía del enclave.

A pesar de contar con actores amateur (sólo Ubaldo Huamán era profesional en aquel momento), sus espléndidas actuaciones dotan de verosimilitud la realidad social que les impregna. Hay que destacar especialmente a la joven Magaly Solier, cuya confusa Madeinusa le ha servido de trampolín para una fructífera carrera (volviendo a colaborar con Llosa en La teta asustada).

Impregnado de un marcado carácter onírico, el guión parece criticar la hipocresía en las tradiciones mantenidas y aprovechadas por los desalmados para sus intereses. El choque de culturas que se produce con la llegada de Salvador, que asiste atónito a la sumisión de las gentes del pueblo ante los ritos, contrasta con la desesperación de una Madeinusa que no desea otra cosa que huir, pero en su incultura, carece de la determinación para romper el conjunto de reglas de comportamiento que exige la sociedad en la que vive. Pero no sólo ella tiene problemas, pues la relación entre personajes está notablemente descrita: el asco que sienten las hijas para con su alcóholico y depravado progenitor, el ostracismo que sufre la figura de la madre (que escapó a la capital) el rechazo instintivo hacia todo lo que viene de fuera, el rencor de la hija mayor al ver que su hermana ocupa su lugar en la cama… Son muestras de buen savoir faire, creando una intrincada maraña de interesas y rencores muy bien urdida dónde cada diálogo, por espontáneo que parezca, está muy bien pensado y reflexionado.



Las bases de lo que se quiere contar están bien planteadas, cuenta con actores que hacen bien su trabajo (a pesar de ser claramente amateurs) y goza de una buena fotografía con la que relatar una historia bien truculenta. Por otro lado, la exagerada búsqueda de verosimilitud mezclada con el barroquismo de la puesta en escena  que busca la directora chirría en varias ocasiones, provocando un tono frío que nos desmarca de los personajes, distanciándonos en demasía de la acción. El lento ritmo que la acompaña no ayuda a captar la atención, siendo necesario el esfuerzo del espectador por permanecer atento a la historia.

La película deja una sensación agridulce, consiguiendo escenas de brillantez pero se hace pesada, con falta de empaque en su conjunto.

Nota: 3
Nota filmaffinity: 6.5