domingo, 28 de septiembre de 2014

Érase una vez en América

225 minutos, Sergio Leone dirigiendo, Robert deNiro protagonizando y centrado en la mafia de los años 20? Este monstruo tiene que molar ¿no? Eso sí, preparad el trasero para casi 4 horas de película o divididla en dos o tres partes para verla con algo más de calma (y así sea menos agotadora).

Un maduro David regresa a la Nueva York, la ciudad donde creció. Se reúne con un viejo amigo y se pone a recordar que antaño fueron los reyes de la ciudad, los malditos bastardos que dominaban a todo y a todos. Pero algo falló ¿qué fue? Poseídos por la nostalgia, rememoran sus principios, en los albores del siglo XX. Allí, David y su mejor amigo Max son dos chavales que viven en los suburbios de Nueva York y que se comprometen a colaborar para triunfar y ganar dinero por todos los medios necesarios.  Su pandilla de amigos hace trabajitos para un grupo de extorsionadores. Creyéndose los amos del barrio, llamarán la atención del cacique local que no quiere que nadie trabaje por cuenta propia sin rendirle tajada. Envalentonados por su juventud y sus ansias de grandeza se embarcarán en una guerra que no pueden ganar. Con todo, el tiempo les dará la razón y pronto se convertirán en peces gordos de la mafia, surgiendo tensiones, disputas, envidias… Lo que pondrá a prueba su amistad a lo largo de los años. ¿Y, finalmente, qué provocó su caída? David debe hacer una última visita, una visita que no quiere hacer, por los fantasmas que deberá despertar y los sueños que sabe que deberá enterrar.

La longitud de la película es enorme, exagerada, pero dota de una gravedad brutal a la historia. Hay mucha (pero mucha) tela que cortar, tiempo de sobras para dejar que los personajes calen, la historia tome poso y el conjunto tome una gravedad conmovedora. La poderosa fuerza de la narración viene ayudada por la magistral dirección del genio Leone, componiendo una sucesión de escenas perfectas, con una construcción magnífica. Las tramas se entremezclan, casi componiendo varias películas en una y combinando la ternura y la tristeza más hermosas con los negocios, los bajos fondos y el poder de la amistad.

Sergio Leone se toma su tiempo para que conozcamos las motivaciones de todos los personajes, comprendiendo así como se forja su amistad y se genera esa confianza inquebrantable que sólo tienes con aquellos que más valoras. El método con el que se nos cuenta todo es mediante una sucesión de saltos temporales. Flashbacks que, aparentemente no guardan mucha relación, pero que conforman una historia descorazonadora y vibrante, dispuestos a la perfección para mostrarnos el desgaste de los años, los éxitos y los excesos. Es una auténtica lección de cómo manejar elipsis, fragmentar la estructura narrativa, dejar caer pistas (leves pero importantes) para llenar los vacíos y, en un espectacular ejercicio de artesanía, romper las convencionces establecidas (excesivo metraje, ritmo narrativo lento, tramas inconexas…) creando así una epopeya descorazonadora.
Con el trasfondo de la mafia por medio, Leone reflexiona sobre la vida y nos enseña a disfrutar de los buenos momentos, a apretar los dientes en los malos y, sobretodo, a valorar a la gente que nos acompaña en este viaje, las relaciones que forjamos y los enemigos que nos ganamos. La vida criminal que se nos muestra está llena de traiciones y brutalidad, conduce a una soledad descorazonadora, dónde no podemos esperar felicidad ni redención. Es el precio a pagar por brillar más fuerte que nada ni nadie, creando una luz seductora pero que después de vuelve desvaída y olvidada.


Además, los actores parecen haber nacido para los papeles que les ha tocado: deNiro, James Woods, McGovern, Pesci, Connelly… Tanto desde que son unos críos que le ofrecen su cara descarada al mundo hasta que son unos veteranos encallecidos y desengañados con la vida, Sergio Leone convierte a unos actores en seres reales, llenos de vida, tan capaces de conseguir que nos encariñemos con ellos en una escena como de mostrarse odiosos y desalmados en la siguiente sin que haya el más minimo atisbo de incoherencia.

La propuesta es desmesurada, temeraria. Tuvo que asustar mucho a las productoras, tanto que ésta decidió echar mano y poner en los cines una versión reducida, restando valor y causando confusión entre los espectadores. Este destrozo provocó que pasara desapercibida para la mayoría del público y fuera ninguneado por la mayoría de los certámentes. Los años, las videotecas y las remasterizaciones nos permiten disfrutar de una versión completa de la película y así poder apreciar la valía de esta preciosidad.

Me es imposible destacar un momento concreto de la película. Cada una de las escenas puede ser apreciada como una lección de cine: el interrogatorio inicial, el tiroteo con el sindicalista, el chantaje al policía, el reencuentro tras la cárcel, la visita a la mansión del senador… Incluso las atroces dudas de un niño entre recibir una felación y comerse un pastel de nata se convierten en pura poesía. 
En fin, no se puede resumir una película así en pocas líneas. Simplemente, tomaos vuestro tiempo y vedla. No os vais a arrepentir.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.3

domingo, 21 de septiembre de 2014

La ladrona de libros (Markus Zusak)

Dentro de la CLO de este mes me han encomendado el Nº23 de la cesta (ya quedan menos), otro best-seller de los últimos tiempos, que incluso ha tenido una adaptación cinematográfica hace poco. Hablamos de La ladrona de libros.

Título: La ladrona de libros
Autor: Markus Zusak
Título original: The book thief

“Érase una vez un pueblo donde las noches eran largas y la muerte contaba su propia historia.
En el pueblo vivía una niña que quería leer, un hombre que tocaba el acordeón y un joven judío que escribía cuentos hermosos para escapar del horror de la guerra.
Al cabo de un tiempo, la niña se convirtió en una ladrona que robaba libros y regalaba palabras. “

Para que un libro te guste (especialmente en caso de un drama) debe conseguir que te intereses por su historia, por sus personajes; debe conseguir que te impliques y te emociones con sus desventuras y sus alegrías. Estos últimos meses he dedicado tiempo a libros que, explicando pequeñas historias han logrado hacerse entrañables y bonitos, otros, envolviendo con lirismo historias más tristes, se hacen hermosos, emotivos… pero es algo que con La ladrona de libros no me ha pasado. Sí, el libro tiene su longitud, está bien escrito y tiene sus toques diferentes que lo podrían hacer especial, pero me ha sonado todo a visto. Aunque el resumen no indique nada sobre ello, nos hallamos ante una típica trama de niño que vive la IIGM y no entiende ni las injusticias contra los judíos ni los abusos del nazismo. Es algo que hemos visto ya en un montón de libros y que, para mí, no ha llegado a tener nada que lo diferencie dentro del “género”.

Su detalle más característico es que el narrador de toda la historia es la propia muerte, lo que tiene su gracia, especialmente cuando te añade notas al pie y aclaraciones curiosas a la historia. Sin embargo, la verdad es que también me encuentro que he visto muertes mucho mejores; y no hablo solamente de Mort sino de otros libros que utilizan el mismo recurso.  Y es que para molar, a esta muerte le faltan dosis de humor negro y mala leche.

Luego la historia… No ha conseguido emocionarme. Peca de previsible, pues se puede adivinar el noventa por ciento de lo que va a ocurrir apenas llega ella a casa de sus padres adoptivos. Punto por punto, se ve el deterioro de la sociedad alemana, la animadversión hacia los judíos, el ascenso del Führer y todos los sucesos que ya son de sobras conocidos.

Liesel, la protagonista,  es una niña de nueve años, que se supone que debería provocar simpatía por su sinceridad y su amor a los libros, se ha convertido en un personaje de lo más cargante. Ni siquiera esa fascinación por la lectura ha conseguido que no me parezca una niña caprichosa y repipi.
A su alrededor, el puñado de personajes que la rodean es mayoritariamente plano, sin apenas nada que los diferencia del tópico: Rosa su madre es estricta por fuera y un pedazo de pan por dentro; Max, un refugiado judío, es tópico convertido en un simple animal asustado; mientras que Rudy, el mejor amigo de Liesel se convierte en el contrapunto masculino que tiene que haber en la historia.
El único personaje secundario que está desarrollado es del padre de Liesel, Hans. Este pintor y acordeonista a ratos libres es el mejor tratado por el escritor, siendo el que más debate y sopesa sus decisiones. Al ser el padre de familia todo lo que hace implica a su familia por lo que no puede oponerse abiertamente a Hitler (por mucho que le duela), se informa de la actividad del Partido (o si no, no trabaja) y hace lo posible para que su hija adoptiva sea feliz en un ambiente tan deprimente como puede ser el pre-bélico.  Es el único que tiene una personalidad propia y se aleja de la planaridad de sus acompañantes.

Otro detalle que no me gusta es que la Muerte te va adelantando detalles de lo que va a ocurrir pero luego eso no pasa. Generar un poco de expectación está bien y no me importa que me prepares para según que cosas, pero si me dices que algo va a pasar… que ocurra, por favor.

Estoy seguro que otros muchos que lean el libro soltarán la lagrimita y disfrutarán de lo lindo, pero a mí me ha dejado bastante frío. Aunque no ha costado leerlo, ha sido anodino, muy visto, sin nada que capte mi interés de manera especial.  Será que llevo muchas historias similares seguidas, que necesito algo más cañero o cualquiera que sea la razón, pero ya van un par que sí, tienen los mecanismos que deberían tocarme la fibra. Están ahí y los veo, pero no surten efecto…

Nota: 3
Nota anobii: 4.5/5

domingo, 14 de septiembre de 2014

Children of Heaven

El DPM del mes nos vuelve a llevar a tierras exóticas, esta vez visitando una de las obras más conocidas del inexplorado cine iraní. Yo la conocía sólo de oídas: nominada al Oscar, lenta como todo lo que viene del oriente medio, pero llena de ternura y realismo.

Alí ha perdido las zapatillas de su hermana. Son pobres y saben que su padre no tiene dinero para comprar unas nuevas. Como no quieren decir que no las tienen, deciden compartir el par que les queda hasta conseguir unas nuevas. Algo que a nosotros nos parece tan simple, igual no lo es tanto para ellos.

Esta pequeña obra es capaz de sorprender por su honestidad y sencillez, contando una historia cotidiana sin caer en el sentimentalismo facilón. La pérdida de las zapatillas trastoca la vida de los pequeños, especialmente cuando deciden ocultarlo y provocan un montón de escenas repletas de complicidad entre hermanos. La tarea del director de mostrarnos y conseguir que nos interesemos por las simples desventuras de dos niños es difícil y lo resuelve con acierto. Maneja bien las elipsis para paliar la falta de medios y compone con acierto pequeñas escenas llenas de ternura y buenismo bien empleado. Por otro lado, el ritmo exageradamente lento con que transcurre una acción tan mundana puede aburrir fácilmente a la que las desventuras de los pequeños no consigan atraerte. La escena jardineril chirría un poco con el resto del film, pero bueno podemos considerar es la manera que tiene el director de mostrarnos el contraste entre la miseria y la opulencia de unos pocos.  Una chinita tirada por ahí porque sí a ver si la gente reacciona, supongo.

En cuanto a los actores, la niña lo hace estupendamente, alejándose de los tópicos esperables y comportándose como una niña normal y real. El problema viene con su hermano, que actúa muy mal y, aunque nos hace entender que “tiene mucha pena y el mundo se le cae encima”, no consigue transmitir nada de angustia. Eso por no hablar de las lloreras que se echa. Joder, me vais a perdonar la barbaridad, pero es que me da hasta grima. No, no me parece que lo haga bien. Y esos momentos en los que le empiezan a caer lágrimas y al instante los que están alrededor caen rendidos... no puedo con ellos.

Con sus limitaciones y defectos, encuentro que el saldo es positivo. Incluso hay alguna escena que me ha gustado especialmente, como la persecución de la zapatilla por los canalones de agua y ese momento de felicidad y complicidad con las pompas de jabón cuando están lavando las bambas. Es un tierno slice of life de una vida muy diferente a la nuestra, rodada sin efectismos ni cosas raras. Es de felicitar cuánto consiguen con tan pocos medios, y a buen seguro harán disfrutar al que disfruta con las pequeñas historias contadas con calma, aunque se haga algo lenta y el protagonista sea un poquito repelente.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.9


Nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa. Perdió contra la aún más sentimental La vida es bella (que no es precisamente poca cosa). 

martes, 9 de septiembre de 2014

Aviones 2: equipo de rescate

Desde hace unos veranos, Disney viene publicando algunas piezas menores (la saga Campanilla, o la previa Aviones) siguiendo el mismo esquema: película encargada a estudios independientes, presupuesto muy reducido y poca complejidad. Algo fácil para atraer a los más pequeños de la casa y así conseguir que sus sufridos padres los acaben llevando al cine. Aviones: Equipo de rescate sigue el mismo esquema.



Después de lo ocurrido en el primer film, Dusty se ha convertido en una estrella de las carreras. Pero ¡ay! Los años no pasan en balde y los achaques del motor obligan su retirada. Mientras busca una nueva ocupación, las circunstancias provocan que Dusty se una al equipo de extinción de incendios de Piston Peak, dónde tendrá que aprender nuevas habilidades para proteger el parque natural de los estragos del fuego.
La película nos trae más aventuras en el universo de Cars, propiciando la aparición de nuevos escenarios y nuevos personajes (y así sacar su correspondiente merchandising).  De película deportiva de superación personal pasamos a una de aventuras con un mensaje algo macachón de “trabaja en equipo” y “confía en tus compañeros”.

Obviamente, la película no está realizada con ínfulas artísticas. Durante todo el rato acompaña un cierto aroma a producto industrial en el que no hay nada que no se haya visto mil veces en otras propuestas similares. Se sabe qué funciona y qué no y se trata con el esmero suficiente.  Estoy seguro que cada escena viene analizada, estudiada y decidida desde producción para que el producto funcione.  Desde el primer momento, nuestros retoños se encandilarán rápidamente con las acrobacias aéreas que acompañan a esta historia infantil. A partir de ahí, película cortita, para que el peque no se canse, personajes muy marcados,  un humor blanco y amable, una trama elemental sin la más mínima complejidad, escenarios bonitos y coloridos y un ritmo vivo. En sí, una película diseñada con el fin de ser divertida para los más pequeños y llevadera para los adultos.

Gráficamente se aprovecha el motor gráfico que se usó en Cars 2. Es un motor gráfico que se ha mostrado sólido anteriormente (Rompe Ralph o Aviones) y que permite trabajar con “exteriores” muy resultones, detallados y dinámicos mientras mueve a unos personajes bien animados, con el diseño colorido y atractivo marca de la casa. Las dos grandes escenas de incendios están realizadas con pulcritud y acompañadas por una banda sonora con más chicha de la esperada, apagando fuegos a ritmo de Thunderstruck, ¡rock a todo trapo para niños de primaria! (como debe ser).

Se agradece que trate con respeto al espectador, demostrando que se pueden hacer secuelas prefabricadas que diviertan a los pequeños y que los adultos puedan ver sin sentir vergüenza ajena. Si las comparamos con producciones similares como Rio 2 o Lluvia de albóndigas 2, estos alocados aviones     obtienen un resultado digno. En mi caso, mi sobrino pequeño (6 años y ferviente seguidor de Rayo McQueen) disfrutó de lo lindo (y molestó a medio cine con sus risas), mientras que el mayor (9) la despachó con un “psé, nostamal”. Y es que su simplicidad juega a favor con los mini-retoños, que se lo pasarán en grande pero en contra para los un poco más crecidos, que  disfrutarán más (como yo) con propuestas como Cómo entrenar a tu dragón 2 , muy superior en todos los aspectos.

Nota: 3
Nota filmaffinity: 5.1

Publicada previamente en cinéfagos aquí

sábado, 6 de septiembre de 2014

Agárralo como puedas

A pesar de que Leslie Nielsen ya llevaba una sólida carrera, cuando realizó Aterriza como puedas saltó a la fama como comediante. El estrellato le llegó con Agárralo como puedas (estos traductores siempre tan cachondos) bajo el manto de los mismos creadores. No estoy seguro de cuántas veces he visto esta película, pero seguro que muchas y mantengo siempre muy gratos recuerdos de ella.

El teniente Frank Drebin es el policía más patán del cuerpo. Cuando su compañero es extrañamente tiroteado, dedicará todos sus esfuerzos por alcanzar al culpable, destapando así una delirante conspiración que busca asesinar a la Reina de Gran Bretaña.

¡Y vaya si es poderoso el efecto nostalgia! ¡La cantidad de chistes que recordaba y que no estaban! Estoy seguro que estarán en alguna de las otras dos partes de la saga, seguro, ¡jeje!
Los locos del trio ZAZ repiten el esquema que tan bien función en Aterriza… ridiculizando sin miramientos los mecanismos que regían las películas de policías de la época: Hombres rudos llegando a toda velocidad a cualquier parte (y tirando todo lo que haya por medio), que sin saludar arrojan, y casi golpean con preguntas certeras que son claves para resolver el misterio (o no), con intuiciones mayúsculas que dan con el culpable al primer intento (aunque sea sin querer) y, sobretodo, grandes sementales que seducen a las mujeres con una mirada, con aplomo y seguridad (completa). Seguro que el que haya visto la película estará ahora con una sonrisilla en la boca, que os conozco cabroncetes… ;)

Los ZAZ inventaron el género en Aterriza… , pero ahí apenas estaban explorando el terreno, aquí es donde se sientan las bases de lo que es la spoof movie hoy en día. Ahora ya se atreven a ir mucho más allá en los chistes y no dejan títere con cabeza. Con ganas y a lo loco, se lanzan a demostrar que cualquier cosa es motivo de choteo. Así, prueban que para que una comedia funcione lo que necesitas es un humor fresco, una historia reconocible que propicie las incoherencias, un poco de estilo y un personaje principal que aguante el tinglado. La trama es casi lo de menos, es una mera excusa para bombardearnos con momentos imposibles y ridiculeces constantes. Puro descacharre con un Leslie Nielsen que ya ha sido devorado por un personaje inmortal. Pero no deja de ser curioso que Frank Drevin es un policía excelente: gran luchador, buen escalador, ágil, flexible, buena puntería y con intuición para descubrir dónde está el meollo del asunto que tenga entre manos; aunque luego sea tan estúpido que no sabe ni cuál es su coche o te mata un pez con un bolígrafo.

Y es que no hay que comentar más. Agárralo como puedas  puede ser chusca, incoherente y estúpida, pero hace reir a mandíbula batiente y es, con todo el derecho, referencia a seguir al hacer una comedia.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.1