domingo, 20 de julio de 2014

Old Boy

Después del especial de Cannes de Cinéfagos recordé esta otra película que, si bien no consiguió ganar el premio gordo, llamó la atención de muchos por su osada propuesta (y que llevaba años en mi lista de “pendientes”). Old boy no es precisamente un plato de gusto para todos, es fascinante y francamente diferente, pero brutalmente truculenta y desagradable. Confusa y desasosegante, golpea con fuerza en los higadillos y te somete a una experiencia de lo más rebuscada.

Salta con fuerza desde un inicio, causando un vértigo que te arrastra durante toda la película. Oh Dae-su es un hombre normal, un pobre diablo que se emborracha mientas su mujer y su hija le esperan en casa. Una noche es secuestrado y retenido durante quince años sin recibir ningún tipo de explicación. Durante este tiempo, el odio consume a Dae-su, que no piensa en otra cosa que escapar y vengarse. Sin embargo, una vez le llegue la oportunidad de hacerlo, otra pregunta perforará su mente… ¿Por qué? ¿Qué hizo él para tener que ser torturado de esta manera?

En una suerte de Conde de Montecristo pasado de rosca, toda la película se desarrolla de impacto en impacto, siguiendo un ritmo que deja sin aliento y mezclando al mismo tiempo historias mafiosas, recuerdos del pasado y sed de venganza. Park nos brinda un auténtico ejercicio de estilo (muy deudor de Tarantino) haciendo bailar la cámara con movimientos precisos y bien calculados, impecables. Con el toque de un perverso virtuoso, somos arrojados a un torrente enfermizo y tramposo donde la violencia aflora por todos lados. La cuidadísima fotografía se complementa con una banda sonora más que bien escogida y unas coreografías que han creado estilo.

Marea, golpea, rompe y rasga. Desde que Dae-su es encerrado, su condición humana va degenerando y, cuando es liberado, no piensa en otra cosa que en ver correr la sangre. Como un perro rabioso se arroja sobre sus enemigos, algo quizás visto, pero la intensidad de su venganza es desmesurada. No tanto quizás por lo que enseña en pantalla (que puede hacerse indigesto) sino por lo que no enseña y por la profundidad de su tragedia. Dae-su está consumido por el rencor hasta unos límites devastadores y su aparición es como un barril de pólvora descontrolado. Es a veces excesiva e innecesaria, con un deje gratuito que puede irritar, pero que no deja indiferente (el súper-travelling en el pasillo contra el enjambre de esbirros es absurdo, así como otro puñado de escenas, pero mola un montón).

No es una película fácil en absoluto, especialmente en una primera hora que confunde y aturde.  En ella sentimos crecer el odio y, sobretodo, la ira. ¿Cómo no odiar a un antagonista tan cruel y despiadado? ¿Por qué decide secuestrar al protagonista? Me gusta la idea de la evolución de no solo la propia película y sus personajes, sino del espectador en sí. Se embuten muchos aspectos en 120 agotadores y gestionar una artillería de puñetazo en el estómago a este ritmo no es tarea fácil. El guión es tramposo e irregular en algunos tramos, pero construye un conjunto notable, sin duda. Las frases lapidarias se mezclan con una historia de venganza en la que las motivaciones se mezclan y diluyen. Pocas cosas son lo que parecen y muchos secretos se ocultan dentro de otros secretos.


Nadie sospecha en su inicio, ni en su nudo, lo que va a ocurrir en su final, los motivos por los que se desarrolla todo el conflicto argumental… Uno de los finales más ruines que recuerdo, con escenas que no necesitan de violencia física para ser crueles y dolorosas. Cuando el filme acaba, en un epílogo realmente extraordinario, nos sentimos destrozados; el dolor que siente nuestro personaje principal, con el que nos hemos identificado durante toda la película, no tiene precio.

Con sus errores, sus pasadas de rosca y sus fumadas, es, definitivamente, toda una experiencia. 

Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.9

Como apunte final: la venganza es una mierda. El rencor es un parasito, una parte desigual de una relación que creemos simbiótica, que sentimos pareja, de la cual nos jactamos de retroalimentarnos cuando en realidad son esos oscuros sentimiento los únicos que salen ganando tras una vida de odio y resentimiento. Pues, una vez que nos hemos vengado ¿Qué demonios queda? Nada.


Segundo apunte final: ¿y si la película acaba cuando se cierran las puertas del ascensor? Perfecto. FIN. …

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