miércoles, 31 de diciembre de 2014

El bufón (Christpoher Moore)

Después de un tocho de 1000 páginas, rico rico y con fundamento (y bastantes líos en el trabajo) el cerebro me pide chorradas y risas fáciles.

Título: El bufón
Autor: Christopher Moore
Título original: Fool

“Bolsillo ha sido el apreciado bufón de Lear durante años, desde la época en la que las hijas del rey – la egoísta e intrigante Goneril, la sádica pero erótica Regan y la dulce y leal Cordelia – eran apenas unas niñas.
Así que como es natural, Bolsillo está junto a su anciano señor cuando Lear exige que sus hijas hagan un juramento de amor y devoción eternos ante un nutrido grupo de invitados. Goneril y Regal no tienen inconveniente en tratar de congraciarse con su padre. Pero cordelia considera que la petición de su padre es un poco… estúpida, y su sinceridad acaba por costarle la parte del reino que le corresponde, al tiempo que es enviada al exilio.
Así las cosas, todo el país se encuentra en peligro debido al orgullo herido de un viejo tuozudo. Y la única persona que, quizá, sea capaz de arreglar el entuerto es Bolsillo, un payaso enclenque con un mordaz sentudo del humor. Ya ha logrado evitar la catástrofe en numerosas ocasiones y ahora se verá obligado a realizar unas maniobras bastante complejas – hacer algunos hechizos, instigar algunos asesinatos y provocar un par de guerras- para que Cordelia vuelva a gozar del beneplácito de su padre, para hacer descarrilar los tejemanejes de las malvadas hermanas y, de paso, liarse con todas las jóvenes dispuestas a ello…”

Si alguien tiene cierto cariño al Rey Lear de Shakespeare, por favor, que no se lea este libro. Tal como los Monthy Python cogieron las leyendas artúricas para crear su conocida película, Moore parte del argumento del Rey Lear y lo pervierte de la manera más atroz para crear esta novela. La cantidad de chorradas, absurdeces y gilipolleces que consigue meter dentro de la historia constituye una hazaña digna de mérito. La obra original queda patas arriba gracias a una perspectiva perteneciente al siglo XXI que convierte el desarrollo en una animalada muy salvaje sin dejar (es curioso) de ser un Lear reconocible.

Moore es bueno creando estupideces sin límite y consigue momentos de una agudeza muy incisiva, pero flojea a la hora de intentar tejer una historia con corrección. En El ángel más tonto del mundo o en Un trabajo muy sucio esto no molestaba ya que la exigua trama era excusa suficiente para mantener el tinglado, pero El Rey Lear pide más chicha y ahí descarrila. El desarrollo falla por todos lados, volviéndose incluso cansino, por lo que, tras un puñado de páginas de historia, acabas pidiendo que lo deje estar y vuelva a su descacharrante esquema de chistes sin parar. Por suerte el libro es corto y estas páginas no duran mucho, pero se nota.

Es el extravagante personaje de Bolsillo el bufón (que recuerda mucho a Rincewind) el que sostiene un engendro de novela con personajes incoherentes, un desarrollo errático y muchas idas de olla. Él es el único que parece pensar y actúa de una manera más o menos lógica desde su poco afortunada profesión, gozando de las mejores frases y los chistes mejor encontrados.

Aunque es francamente irregular y marcadamente inferior a otras obras del autor, contiene suficientes gracias para que pase con agrado. Me recuerda mucho a los programas de Muchachada Nui, dónde encuentras tal cantidad de gilipolleces condensadas que es imposible que no haya alguna que te saque una risotada.
Hay que leerlo con la simple idea de pasar un buen rato y echarte unas risas sin exigencias. Sirve bien para ello  y se devora en nada, que a veces es lo que interesa.

Nota: 3
Nota anobii: 3.2/5

sábado, 27 de diciembre de 2014

El castillo en el cielo

Llevaba una buena racha de películas densas seguidas y el cuerpo me pedía algo suavecito para poder simplemente relajarme y disfrutar. Después de hacer la selección para las 69 películas de los 80, me fijé en esta película que se había quedado fuera de la lista (sí, ya os avanzo que El castillo en el cielo no pasó el corte y no está en el especial. Hay una peli de Ghibli en él y no es ésta :p). Entre el cariño que le tengo a Miyazaki y lo que me apetecía una película “fácil” de ver, ¡pues p’adentro!

En El Castillo en el Cielo encontramos todo lo que esperaríamos que apareciera en una obra de Miyazaki (menos algún cerdo): antiguas civilizaciones muy avanzadas pero extintas, aviones por todos lados, steampunk, buenos protagonistas y sobretodo imaginación, mucha imaginación. Una persecución a bordo de un anacrónico dirigible es el pistoletazo de salida de una búsqueda mítica, una empresa que ha llevado a los hombres a surcar los cielos, a buscar más allá y llegar adonde nunca ha llegado nadie con la idea de encontrar Eldorado de este mundo, el perdido continente de Laputa.

A primera vista puede parecer que estamos ante una película de aventuras típica, con un guión anodino, personajes estereotipados, y escenas que nos recuerdan algo ya visto. Pero si nos paramos a apreciarlo encontramos algo bien distinto. La aventura es franca y típica pero no vulgar, su argumento está perfectamente estructurado y la trama, una vez lanzada, mantiene el brío con acierto pleno.

Es formalmente la primera película del estudio Ghibli pero la magia de Miyazaki ya impregna cada escena.Crea un mundo que rebosa frescura y autenticidad, le aporta una imaginería fascinante, lo puebla de personajes con alma y le añade el punto de épica que convierte una historia simple en deliciosamente épica. Todo gira en torno a la búsqueda de Laputa y no hay más que disfrutar con la llegada al castillo celeste, atravesando una tormenta impenetrable y llegando así a un mundo casi onírico para entender el genio de su autor; sin olvidar de nuevo a uno de esos personajes sin dialogo ni expresión facial que el cofundador del estudio vuelve a sacarse de la manga, nos referimos al robot que ya se ha convertido en parte de la cultura popular de la animación.

Como todos los niños (grandes o pequeños) la idea de encontrar un mundo de fantasía a la vuelta de cada esquina siempre ha tenido magia. Y es lo que se consigue en esta película. Sus protagonistas son simples niños, sin edulcorantes ni berrinches, sólo pequeños que sueñan llegar a un lugar fantástico, madurando a cada paso que dan y viviendo las aventuras que soñamos de niños. ¿Y que sabemos de Laputa? Nada, apenas un par de frases… Pero como reverberan en nuestra imaginación ¿Cómo llegó a ser en su apogeo? ¿Qué provocó su caída? Son preguntas que no se responden, sólo nacen y piden a nuestra capacidad de fascinarnos que fantasee y disfrute.


La amistad, el amor incondicional, la aventura, el pacifismo y el respeto por la naturaleza y la imaginación desbordada así como la perfección técnica son ingredientes comunes en el trabajo de Miyazaki, y presentes por supuesto en este filme. Pero él, lejos de ponerlos ahí y punto, los mezcla con acierto, dándole ritmo, corazón y aportando humor en medidas justas para entregar una obra gratificante. Desborda excesivamente el buenismo habitual en sus películas, lo que puede repeler a un espectador más curtido -junto a su historia, algo simplona-, pero cuando tu niño interior aun sabe dejarse cautivar, es imposible que no te saque una sonrisa entrañable.

Su animación es muy deudora de la época e indudablemente nos recordará a series como Heidi o Marco.Los años transcurridos desde su estreno se hacen notar y palidece ante las animaciones actuales, pero su cuidada construcción de escenas y su espléndido diseño le permiten envejecer aceptablemente. 



Destinada a pequeños de todas las edades, es una pequeña joya divertida, mágica y entretenida. Y es que una historia de piratas, de princesas, de castillos perdidos en el aire, de tesoros inmensos y robots resucitados, de naturaleza mágica y embarcaciones aéreas, de aventura sin límite es justo lo que cualquier crío necesita tener a mano.

Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.6

Publicado previamente en Cinéfagos aquí

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Sin novedad en el frente

La IGM fue un infierno de trincheras, barro, sangre y miedo como nunca lo había habido hasta entonces. Es fácil entender que, pasada la misma, ciertos sectores de la sociedad reaccionaran con rechazo ante la barbarie acontecida. Im Westen nichts Neues, publicado en 1929 a partir de los testimonios de veteranos de guerra alemanes, fue un ejemplo de divulgación realista sobre los horrores y las pérdidas de la guerra, las dudas sobre el sentido de la misma, la camaradería entre los soldados, el trauma inimaginable que les supone combatir en ella y el que les supondrá rehacer sus vidas tras el conflicto. Su rapidísimo éxito propició una adaptación al cine, la llamada Sin Novedad en el Frente.

Tras escuchar una inspirada soflama patriótica por parte de uno de sus profesores, una clase entera de instituto decide alistarse en el ejército para luchar en la guerra que acaba de comenzar.  Decididos a destruir a sus enemigos, marchan ilusionados al campo de instrucción. Sus sueños chocan pronto con la realidad, al darse cuenta de que todos sus valores y conocimientos no sirven para nada ante la barbarie de la guerra. Pero el sufrimiento acaba de empezar. Una vez son trasladados al frente, deben vivir en las trincheras, rodeados de barro y ratas y sobrevivir, simplemente sobrevivir.

Sin novedad en el frente  es una película de 1930, debemos tener en cuenta que El cantante de Jazz (es decir, las películas sonoras) tiene apenas dos años de vida. Y ya hay cineastas que se atreven a retratar los horrores de la guerra con un realismo impactante. No son las Hazañas Bélicas de los cómics o de los Fantasmas de Tanith, no son las aventuras de camaradas de los años 70 (Navarone, Kwai), es la sucia y perra guerra. Y por ello una llamada a la cordura, una propuesta de reflexión sobre la locura colectiva que conlleva.

Al espectador actual puede sorprenderle la cámara fija, las escenas larguísimas, el ritmo pausado, los actores sobregestuando y la ausencia de música, pero sin duda se verá conmovido al contemplar como la ingenua exaltación patriótica se transforma en histeria y locura, en una mera lucha por sobrevivir. El conjunto de imágenes memorables refleja una planificación y un perfeccionismo inusitado, la arenga patriótica inicial, el primer encuentro entre los reclutas y los veteranos, las visitas a los hospitales, el soldado atrapado en un cráter con un francés al que ha asesinado… Escenas espléndidas que harían enrojecer de envidia a la mayoría de directores actuales.

Los pobres soldados las pasan de todos los colores, el horror de las batallas en las trincheras está magníficamente plasmado, pero aún queda espacio para la poesía. El soldado Paul las ha pasado de todos los colores: ha sufrido ataques de ratas, ha visto a sus amigos morir, ha sido herido, ha vuelto a casa para comprobar que es incapaz de entender el mundo que vive en paz. Nada parece tener sentido para Paul, la guerra parece habérsele llevado todo, le ha dejado totalmente alienado de la sociedad. ¿Cómo puede la gente imaginar planes de guerra en la barra del bar mientras los jóvenes se matan en las trincheras? ¿Acaso queda algo bello en el mundo? ¿Acaso tiene sentido soñar? Paul languidece desconsolado en el barro y ¡ay! Una delicada mariposa aterriza frente a él, un resquicio de color y vida que proporciona consuelo a nuestro sufrido soldado, provocando incluso que olvide que está en el frente.

Aquí lo tenéis: 


No hay "el malo". No hay "el enemigo". No hay héroes. Solamente un grupo de seres humanos que luchan contra otros, que tampoco saben por qué están peleando. Y a pesar de la pesadilla, al final el informe oficial "Sin novedad en el frente". Qué lástima que el mensaje no les quedó claro a quienes, nueve años depués, comenzarían una nueva Gran Guerra. La guerra es sucia, traicionera y desagradable aunque, a juzgar por nuestra historia, necesaria. Si aun así uno quiere participar en ella, ésta es una película que todo el mundo debería ver antes de alistarse, pero sobretodo, es una película que todo aquel que intenta convencer a otros que se alisten mientras él se queda en casita debería tener muy presente.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.8

lunes, 22 de diciembre de 2014

Interstellar

Como siempre que Nolan hace algo, la industria del cine respira hondo y se detiene con expectación para contemplar qué nuevo espectáculo ha preparado este obseso de la perfección.

Nolan nos lleva a un futuro próximo. En algún momento de nuestra historia la cosa se desmadró y estuvo a punto de irse todo al carajo, salvándose en el último momento. La humanidad está intentando recomponerse, pero una nueva amenaza se cierne sobre el maltrecho ser humano: una plaga está acabando con todo alimento cultivable. La única esperanza de los hombres pasa por encontrar un nuevo planeta que habitar, una nueva Tierra que ocupar. El elegido para ello es Cooper, uno de los últimos pilotos de la NASA, que soporta resignado la vida de agricultor con el alma de un explorador en el corazón. Ansía encontrar  un nuevo mundo, un lugar donde sentirse útil y no relegado en una Tierra donde unos burócratas eligen quién debe ir a la Universidad y quién trabajar en el campo, donde la ciencia se ha desprestigiado y triunfa la falta de ambición. La posibilidad de que sus hijos tengan un futuro al que ir lleva a Cooper a tomar la decisión de partir al espacio, en pos de una esperanza remota.

Y va y resulta que esta vez Nolan ha tirado hacia la ciencia-ficción clásica. Y entre que adoro el género y que la epopeya que ha montado es de las gordas, he salido del cine con un orgasmo cinéfilo del copón. Pero de los gordos, gordos, vamos. Si ese era el objetivo del director, lo ha conseguido con ganas. Tal como ha pasado con sus últimas películas, he salido abrumado y entusiasmado por el espectáculo presenciado.

Tres horas de bicharraco, con un aroma a 2001 que tira de espaldas (de la que bebe, con mucho cariño) y un esfuerzo más que notable por ceñirse a la plausibilidad científica, convirtiendo a más de medio mundo en autonombrados expertos en física teórica que no dejan de pontificar en las redes. Mola.
Ya desde el primer momento se transmite la urgencia del momento, como en la Sci-Fi más clásica, partimos desde un mundo cercano, futuro y plausible. A partir de aquí, se nos plantea una situación intensa, una tensión familiar plasmada con realismo y una promesa de aventuras. Ya en el espacio, se nota que Nolan es un gran maestro de la grandilocuencia. Es inevitable compararla con la reciente Gravity, pero mientras la película de Cuarón buscaba acercarnos en primera línea a una experiencia extrema en el espacio, Interstellar busca la epopeya más grande que la vida, busca la épica y la trascendencia.

Podría dedicar un rato a explicar que su ritmo lento se convierte en momentos en poesía visual, que la película plasma con acierto las teorías científicas con la fantasía adecuada para ser interesante y plausible, que técnicamente es un ejercicio impecable con los mejores efectos especiales del año, que la música abruma y aturde, fastuosa y ampulosa, que tiene un par de momentos muy ñoños, que hay cosas que tienes que dejar pasar y hacerte un poco el tonto (pero que si se aceptan permiten apreciar un guión muy trabajado), una dirección artística impresionante y una hora final que se desliza entre la metafísica y la filosofía de la mejor manera.
Puede hacerse algo indigesta para aquellos que gustan de películas fáciles y rápidas, hay a quién le chirrían los momentos metafísicos (o las pajas mentales de algunas situaciones), otros recalcan los (pocos) errores científicos de la película, pero es una película como se hacen pocas. Hacía tiempo (¿Contact, quizás?) que nadie se acercaba a la ciencia-ficción clásica con tanto respeto y presupuesto como Nolan, y más tiempo que nadie lo hacía con tanta calidad.

Si algo sabe hacer este hombre es no dejar indiferente a nadie, que si Nolan esto, Nolan aquello, Nolan bueno, Nolan timador… Para mí es un gran director y estaré encantado de seguir viendo sus trabajos. Disfruto con su “más difícil todavía” absurdamente gratuito y con las epopeyas que nos monta. Y si no habéis visto Interstellar, vedla, es de las que valen la pena. Es en definitiva, el Titanic del amante de la Ciencia Ficción pura y dura. Un blockbuster que se erige con una calidad e intimismo que pone los pelos de punta a pesar de ser una superproducción.

Nota: 9 (es posible que la revise en un futuro próximo, como siempre me pasa con Nolan)
Nota filmaffinity: 8.0

Estoy bastante seguro que arrasará en los apartados técnicos de los Oscars (quizás Transformers o El Hobbit se le acercarán en ello), pero no sé hasta qué punto los académicos le premiarán para los premios gordos. ¿Se acordarán del inglés para el mejor director o se tendrá que volver a conformar con otro premio al guión?


PD: Cómo cuesta entender el acento tejano de McConajew! 

martes, 16 de diciembre de 2014

El velo pintado

El DPM de este mes nos ha sugerido una película bastante reciente que nos lleva a la China de los años 20 para vivir una historia de amor durante las revueltas que ocasionaron la independencia del país.

En una familia británica acomodada de la época las mujeres suelen acabar siendo simples muebles que vender o intercambiar mediante bodas. Esa es la suerte que le toca a Kitty, obligada a casarse con el apuesto científico Walter. Poco después se trasladan a Shanghai para que él pueda seguir allí su carrera científica. Aburrida en la ciudad y descuidada por su esposo, tendrá una aventura. Su resentido marido reaccionará desplazándose con su mujera una región remota de China. Quiere poder estudiar el desarrollo de una plaga de cólera y castigar a su traidora mujer al mismo tiempo.

Adaptada de un libro del mismo nombre desarrolla un drama clásico, de los que llamaríamos “de tacitas”, pero ambientado en un lugar más exótico. En todo momento, sus personajes se comportan de acuerdo con lo que la sociedad espera de ellos y no cómo desearían, como si hubiera un “velo pintado” a través del cual contemplan su vida sin importar realmente lo que sienten y ansían. Walter no reacciona con rabia, pues eso sería impropio. Sólo decide en silencio odiar a su mujer y tratarla como un mueble durante el resto de los años. Kitty por su parte, no odia a un hombre que la maltrata, sino que lo idolatra incondicionalmente, que es como se deben comportar las esposas. Es un efecto buscado y conseguido en el libro original y bien trasladado a la gran pantalla.

La película denota oficio y esfuerzo, al menos en el apartado técnico. La preciosista fotografía de las remotas montañas asiáticas está retratada con mimo, deslumbrando ayudada por una banda sonora muy cuidada y elegante que sin duda son lo mejor de la película. Académicamente la película es impecable, pues presenta un desarrollo coherente y ordenado, cumpliendo al pie de la letra con todas las normas que dictan cómo se debe hacer una película. Sigue el manual sobre cuándo debe hacerse cada giro dramático o desenrollarse el siguiente nudo de la trama. Incluso concluye con un final satisfactorio, que une por un lado la reconciliación y el perdón en su parte más humana y por el otro la moraleja que vemos en esa última gran instantánea de la flor.

Si bien es impecable técnicamente, el director no parece haber querido aportar nada suyo en ella. Da la impresión de ser una película de encargo, académicamente correcta y muy bien rematada, pero sin ningún tipo de alma. Está tan bien narrada, tan bien estructurada, mantiene tal rígido control del ritmo y tal inteligente uso de la cámara que por momentos parece encorsetada en su exactitud.

El guión busca algo difícil, ya que la historia quiere ser una historia de amor clásica alejada de las audiencias actuales, de las llamadas “más grandes que la vida”, cuyo trasfondo idílico se aleja de los ideales de nuestros días. Defiende que “la pareja se hace poco a poco”, obligándote a vivir muchas experiencias con él, buenas y malas, y enamorándote de él poco a poco. En un pueblo en permanente estado de emergencia, el torturado matrimonio se enfrenta a los horrores de la vida y se ven obligados a entenderse, buscando refugio en el otro para sobrellevar los miedos a los que se enfrentan. Él es un investigador devoto de su profesión que intenta una venganza terrible; ella es una frívola que evoluciona por puro aburrimiento...hasta llegar ambos a un gran amor. Algo inverosímil, pero mostrado con una corrección que consigue que, más o menos, nos lo creamos (aunque sea muy predecible durante el 90% de la película).

Se ve ayudado por un impecable trabajo de los tres actores principales (Norton, Watts y Schreiber) que despiden muy buena química y hacen un trabajo más que correcto. Curiosamente, Norton y Watts son los productores. Imagino que leyeron en libro, les gustó y decidieron pasarlo a la gran pantalla. Reunieron un poco de dinero, liaron a sus parejas y se pagaron un mes de vacaciones laborales en China para rodarla.

En resumen, un guión desarrollado siguiendo la trama principal del libro, un par de guiños efectistas para dar un poco de drama y un trabajo técnico impecable. Más allá de ello no hay muchas ganas de lucirse, simplemente encontramos un exotismo elegante, una historia bien llevada, buenas interpretaciones, ausencia de errores de bulto pero claramente falta de emoción y lastrada por la ausencia de momentos de intensidad. Los románticos apegados al drama a la antigua disfrutarán con ella. Eso si no le busquéis un gran ritmo ni giros molones, todo en El Velo pintado es sosegado y correcto.


Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.9

domingo, 14 de diciembre de 2014

Magia a la luz de la luna

Parece que tras torturarnos con uno de los dramas más intensos de su carrera, Woody vuelve  a sus películas-postal facilonas. Ésta vez se traslada al sur de Francia (cerca de mi casa, por cierto) para contarnos su enésima historia de amor. Años 20, ritmo de Jazz por todos lados (que ya sabemos que a Woody le gusta poco), diálogos ácidos y una historia de amor.

Los años no pasan para el viejo Woody, cómo sino explicar ese sentimiento de eterna juventud y cándida frescura que impregnan todas sus películas. Con una frescura encantadora e inofensiva como una partida de ping-pong, Magic in the moonlight se desenvuelve con una gracia tonta propia del humor singular del creador neoyorkino. Después de la malignidad de Jasmine, Woody vuelve a territorio conocido y brinda una comedia romántica etérea y simple.

En una brillante primera escena, contemplamos el poder de la magia que nos hace creer lo imposible guiados por un pomposo Colin Firth (aún más pagado de si mismo que en El discurso del Rey) que, en cuento se baja del escenario muestra una faz arrogante, llena de cinismo y amargura. Aquejado de un humor cáustico, disfruta localizando y ridiculizando a los adeptos del ocultismo y el espiritismo, que caen bajo el poder de la razón y el intelecto.

Cómo no, cuando un compadre mago le viene a exponer el caso de una joven médium que ha embaucado a una rica familia de la idílica Costa Azul, se lanza sin dudar a confundir y desenmascarar a la usurpadora.
Tan pronto como llega, es testigo de presentimientos, visiones, imágenes mentales, revelaciones… que se supone que no puede conocer de ninguna manera. El mago sin ilusiones se queda perplejo al comprobar cómo ello escapa a su raciocinio. ¿Y si todas sus certezas no eran sino la muestra de su estrechez de miras, de su falta de espíritu? ¿Y si existe la magia, sin trucos ni ardides?

El film tiene todo lo que podemos esperar de una de sus obras menores: diálogos mordaces, frescura, neuróticos atribulados y bellezas excéntricas. Como siempre, la química entre los protagonistas es magnífica, con un Colin Firth pagadísimo de si mismo y una Emma Stone radiante y cautivadora. A partir de ahí, la pareja se desplaza por las mejores playas de la costa francesa retratadas con la impecable fotografía con que Woody rueda sus postales (a Barcelona, a Roma, a París…). Todo es cándido en la radiante Riviera francesa, el azul del mar, el verde de la arboleda y los rayos del sol reflejados en el cabello de Emma Stone. Incluso es cándida la historia que se desarrolla, mínima pero encantadora, con un aroma a chuchería facilona que enamora sin alardes. Un pequeño canto a la vida, a mantener esa fe en que los milagros existen y la vida merece ser vivida. El Jazz que tanto gusta a Woody Allen no hace sino acentúar la frescura y la ligerenza de la obra. Continuamente aparecen pequeñas piezas que separan las diferentes escenas y refrescan un metraje de por sí inofensivo. Simplemente, son cien minutos sin exigencias de tramas profundas ni reflexiones sesudas, sólo un poco de magia, buenas intenciones, bellos paisajes y un ritmo vivo.


Ha sido injustamente vilipendiada de manera atroz por la crítica estadounidense, que esperaba un nuevo drama glamouroso y que se ha sentido decepcionada con este entretenimiento ligero. Se nota que es una película que ha rodado con el automático puesto, menor y simple, sin apenas complicaciones, pero sigue siendo fresca y agradable de ver, con dos grandes actores protagonistas y una chispita que te saca la sonrisa tonta. Y es que no debemos olvidar que el automático de Allen es mejor que el ochenta por ciento de las películas que hay en pantalla.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.2

sábado, 6 de diciembre de 2014

Sed de Mal

Sólo conocía esta película por su poderoso inicio, realizado en un impecable plano secuencia de los que hacen época. Nunca encontraba el momento de acabar con el resto de la película, pero parece que al fin llegó su hora.

Una tremenda explosión acaba con la vida de un potentado justo al cruzar la frontera EEUU-México. Un agente de narcóticos mexicano es testigo de los hechos por lo que colaborará con el jefe de la policía local estadounidense, famoso por sus métodos expeditivos y su capacidad para encontrar a los culpables con rapidez. Los dos grandes egos chocarán rápidamente, poniendo en peligro toda la investigación.

Viendo esta película podemos entender por qué Welles (el director, entre otras cosas) es un maldito genio. No sólo por el brutal inicio, sino por sus inconfundibles movimientos de cámara y planos que nadie más realizaría hasta veinte años más tarde (como poco). En un bonito ejercicio de arrogancia, quiere demostrar lo bueno que es y te muestra todo el catálogo de planos posibles e imaginables para la película, unos en movimiento, otros anclados incluso a los vehículos, tanto delante como detrás, picados, contrapicados, etc. El talentoso uso de las luces crea una sensación de ominosa fatalidad que casa admirablemente bien con el ambiente de podredumbre y corrupción que  reina en la película. Una puesta en escena al alcance de muy pocos.

Ya desde el primer momento que aparece un Quinlan seboso y xenófobo, nos sorprendemos al ver a un Welles (sí, es él) tan decrépito, tan orgulloso como repulsivo. En un segundo tenemos al personaje caracterizado, un hombre que ha visto tal cantidad de depravación que no ha podido evitar caer en ella. Tan centrado está en acabar con los enemigos de la ley que ha olvidado que él también tiene una ley que cumplir, trasladado a la gran pantalla con una naturalidad que asusta. Llega a parecer que no es un actor actuando, sino simplemente, él.
Enfrente, un Charlton Heston que nadie se cree que es mexicano y que apenas chapurrea (y con un acento que duele) tres frases en castellano, pero que, a la hora de poner los egos encima de la mesa, luce como pocos. Peor suerte corren los personajes femeninos, reducidos a meras excusas argumentales.

Y en el guión encontramos un perfecto retrato del ansia de venganza, de la necesidad de destruir los fantasmas del pasado, del momento en que uno falló y se odia tanto a si mismo que se autodestruye buscando terminar con cualquiera que sea tachado como malhechor.  Un “excelente detective y pésimo policía”, “un hombre excepcional… qué importa lo que diga la gente”. Frente a él, el epítome de la integridad, un hombre valiente y honesto capaz de enfrentarse a la ley corrupta y salir triunfante del envite, incluso cuando su mujer está en peligro mortal.

Y es que es eso la película. Una atroz lucha de egos y las ganas que tienen ambos de hundir el pie en el cuello del otro. Luego, la historia que realmente investigan… no es que tenga mucho interés ni ningún misterio, por no decir que aboga hacia un par de escenas con diálogos y planteamientos entre lo grotesco y lo lamentable.
Si, la técnica es impecable (magnífica!), el barroquismo que encontramos en cada escena, un gratuito más difícil todavía en los encuadres, sus dos actores principales lo bordan y hay escenas que quitan el hipo (el inicio, el asesinato en el hotel o la persecución), pero también una trama que no va a ningún lado, personajes secundarios sin coherencia  (ese trabajador del motel…)  y un ritmo cansino que no ayuda a disfrutar de la película en su totalidad.

Ahí se hace extraño, tal despliegue de calidad en la dirección y tal torpeza en el guión. Entiendo que lo que importa es el duelo de egos, pero fastidia y sorprende que olvide tanto el resto de apartados. Aun así, es un ejercicio brillantísimo de cine negro y una película que proporciona unos momentazos impagables. Eso sí, a ver en VOS, que el juego castellano/inglés es interesante.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 8.3

jueves, 4 de diciembre de 2014

El Héroe de las Eras (Brandon Sanderson)

Woooooo, las ganas que tenía de leer este libro! La trilogía de los Nacidos de la Brumaha sido una de mis mayores sorpresas literarias del último año y tenía pero que muchas ganas de acabar con ella. Hacía tiempo (desde la segunda parte) que no cogía un libro con tanta expectación como con éste.

Título: El héroe de las eras
Autor: Brandon Sanderson
Título original: Hero of Agers

“Durante los últimos mil años han caído las cenizas y no hay nada que florezca. Durante mil años los skaa han sido esclavizados y han vivido en un miedo inevitable. Durante mil años, el Lord Legislador ha reinado con un poder absoluto gracas al terror y a la omnipresente magia de la alomancia. Kelsier, el Superviviente, el único que logró huir d elos Pozos de Hathsin, encuentra a Vin, una pobre chica skaa con demasiada suerte. Los dos se unen a la rebelión que los skaa intentan desde hace mil años y que por fin consigue acabar con el Lord Legistlador. Pero matarle ha sido la parte sencilla. El verdadero desafío será sobrevivir a las consecuencias de su caída. En El Héroe de las Eras se comprende el porqué de la nievla y las cenizas, la justificación de las tenebrosas acciones del Lord Legislador y la naturaleza del Pozo de la Ascensión. Todo resulta atado  -y bien atado- cuando Vin y el Rey Elend buscan los últimos escondites de recursos del Lord Legislador y descubren el peligro que acecha a la humanidad. Pero, ¿conseguirán detenerlo a tiempo?”

Ha pasado un año desde El pozo de la Ascensión, un año desde que Vin liberó al poder que yacía en el Pozo, un año del que no sabemos nada. Vin y Elend, ya claramente establecidos como reyes, corren desesperados en busca de algo. ¿De qué? Las luchas pasadas por conquistar Luthadel empequeñecen ante los problemas que afrontan. El mundo parece desmoronarse ante sus ojos, las brumas ocupan todo el cielo y las cenizas invaden la Tierra. Las disputas por conseguir los últimos recursos se recrudecen y los últimos Inquisidores no dejan de causar estragos. ¿De qué sirve la alomancia cuando el mundo se derrumba? El poder que otorga da a sus portadores una superioridad abrumadora ante los humanos, pero palidece ante el poder de los Dioses.

Después de una novela de intrigas políticas y otra de ladrones, Sanderson plantea ahora un planteamiento de ciencia-ficción, pero aplicado a un mundo de fantasía, con todo lo que ello implica. Los resortes y los mecanismos que sigue el libro son los que estamos acostumbrados a ver en las novelas de éste género, pero adaptados al mundo post-apocalíptico de la Dominación Central. Ahora, durante las últimas 900 páginas, nos brinda una lucha por la supervivencia de las que no te permiten dejar de leer.

Todas las migajas que Sanderson sembró en El Pozo de la ascensión generaron un buen puñado de intrigas. Preguntas en el aire que nos dejaron llenos de dudas y que, sin duda, ansiamos con ver respondidas. Mientras desplaza a sus personajes por todo el mundo, se permite jugar con los mitos, la historia y la religión, indagando en la niebla donde se entremezclan. Cada personaje afronta de manera diferente unos momentos de desesperación, dónde el único consuelo se haya en la fe, fe en unos dioses o en otros, vivos o muertos, en la razón, en tus compañeros,  o en un líder que trascendió tras morir y ocupa su lugar en el Olimpo.

Aunque parezca mentira, todo parecía previsto. Kelsier escogió bien a los miembros de su banda y ahora, convertidos en héroes, son los encargados de dar a la Humanidad una última chispa de esperanza. Las tramas se fragmentan y convergen, al Norte la religión del Superviviente ha derivado en un fanatismo que convierte la vida allá en terror y sospecha. Fantasma, Sazed y Brisa partirán para controlarlo. Al Sur se haya la ciudad de Yomen, el último de los Obligadores del Lord Legislador, donde encontramos el último de los depósitos secretos que éste dejó. La diplomacia y la guerra se harán necesarias para que Vin y Elend consigan el éxito. Mientras tanto, los Kandra afrontan el regreso de TenSoon, el traidor y el señor de los Inquisidores tiene plantes por su cuenta. Todas las historias se entrelazan con maestría y no te dejan un momento de descanso. Sanderson no se olvida de ninguno de los personajes que con tanto cariño ha pulido y les otorga un papel en todos los sucesos que están por ocurrir.


Todas las tribulaciones y las dudas por las que Vin pasó en El Pozo han desaparecido. Ahora Vin sabe quién es y cuál es su lugar en el mundo. Es la Emperatriz de la Humanidad, la elegida para la salvación y no piensa fracasar en su papel. Terca y despiadada, se enfrenta al mayor enemigo que nadie pudiera concebir: Ruina, el dios de la Destrucción, que mueve los hilos de los hombres para asegurarse que la vida queda totalmente aniquilada.

El Emperador Elend sigue siendo el joven idealista que sueña con llevar la prosperidad a su pueblo, pero debe afrontar que será el líder que dirija los últimos días de los hombres. Convertido en soldado, filósofo, diplomático, rey y amante, intenta ser una buena persona en un mundo que no permite las medias tintas. Además, debe acostumbrarse a su nueva condición de Nacido de la Bruma, con todo lo que ello supone. Confía en Vin y en el plan que Conservación, el dios de la estabilidad tiene planeado para la victoria.

Y el resto de la banda no descansa. Fantasma se siente desplazado al verse convertido en un simple espía y ansia por actuar y ser un héroe como Kelsier. Indudablemente, hay que tener cuidado con lo que se desea, que puede hacerse realidad. Es el personaje que más cambia, pasando de ser un fantasma que intenta pasar desapercibido por todos los medios a un fantasma brillante y carismático. Yomen es último de los profetas del Lord Legislador, un hombre religioso, pero pragmático, que cree firmemente en la sabiduría de su Dios, que proveerá para su pueblo y su supervivencia. Es un contrapunto muy interesante para el idealista Elend, como otra versión de sí mismo, pero marcada por la religión y la fe. Sazed languidece desconsolado las pérdidas de la batalla por Luthadel, ha perdido todo interés por sobrevivir, por luchar y ver un nuevo amanecer, refugiándose en sus estudios y dejándose llevar por sus compañeros. Marsh se ha convertido mayor enemigo de la humanidad, pero en realidad su mente permanece atrapada en su cuerpo, luchando por librarse del control al que le somete Ruina.

TenSoon , por su parte, ha regresado a la tierra de los Kandra convertido en un traidor. Un traidor poseedor de una terrible verdad que subyace bajo el contrato que los Kandra hicieron con el Lord Legislador. Un secreto plan que conoceremos y nos permitirá conocer que, aunque torpe, desconfiado e incompetente, el Lord Legislador sólo buscaba la supervivencia de la humanidad, sin importar el precio a pagar.


Además de haber inventado la Alomancia y la Ferruquimia, Sanderson inventa ahora los poderes de la Hemalurgia, controlada por Ruina y contrapuesta a las anteriores. Una vuelta de tuerca innecesaria con la que genera una serie de problemas complejos con ganas pero que resuelve a la perfección. Sigue siendo un maestro a la hora de subir las apuestas con estilo, y genera unas tramas espectaculares y una cantidad de momentazos de los que dejan huella. Lo único que se le puede echar en cara es el cambio que se produce con los alománticos: antes eran seres casi místicos y ahora brotan por todos lados, perdiendo gracia. Eso sí, sigue molando mucho.

El crescendo por el que nos ha llevado Sanderson es simplemente fantástico. Acabando además con un desenlace magníficamente trazado que deja todo perfectamente explicado y rematado. Todas las migajas que han aparecido se juntan  para dejarnos un final de los que te dejan reflexionando sobre todo lo que has leído y lo que el autor te ha contado (y lo que no).

Nacidos de la Bruma se convierte en la mejor saga que he descubierto en los últimos años. Aunque me repita, es un libro, una saga espectacular, con todas las letras, en negrita y subrayado. Una lectura en la que he terminado abrazando el libro con un suspiro, agradecido por los buenos momentos que he pasado con él. Satisfecho y feliz por haberlo leído y orgulloso de recomendarlo encarecidamente a todo el que quiera disfrutar de una grandísima lectura.  Echaré de menos a esta troupe tan maravillosa. Vin, Kelsier, Sazed… No es un adiós, es un hasta luego. Seguro que volveré a perderme entre vuestras páginas.

Gracias señor Sanderson.

Nota: 10
Nota anobii: 5/5 (Nunca había visto un libro votado unánimemente con 5*, se lo merece)

sábado, 29 de noviembre de 2014

The game

Recuerdo cuando fui a ver esta película al cine. Salí tonto, sin saber realmente qué había visto, pero vaya si me había molado. Me dieron ganas de volver a verla y así comprobar si “el juego” es igual de válido una vez conoces todos sus secretos.

Michael Douglas en modo repelente da vida a Nicholas Van Orton, un hombre de ostentoso nombre y vida de ricachón aburrido. Su vida trascurre bajo un férreo control de todo lo que sucede a su alrededor. Parece más que dispuesto a celebrar una vez más su cumpleaños en soledad, pero su díscolo hermano aparece para obsequiarle con un regalo como ningún otro.  Le entrega una partida en el centro de recreo CRS, capaces de añadir lo que falta a tu vida. Aparentemente no es más que un club de ocio algo más sofisticado, pero una vez participe en las actividades del mismo verá que el juego que plantean va mucho más allá de lo que esperaba y no podrá evitar que su vida escape a cualquier control que intenta mantener.

Fincher nos obliga a acompañar a Michael Douglas a través de una odisea, de un extraño juego. Una vez lanzados los dados somos arrastrados a través de un thriller muy bien trazado que te pega al asiento, pone en juego la salud física y mental de un desquiciado Douglas y te obliga a hacer mil cábalas para entender qué está ocurriendo y por qué. Puede ser sólo la tercera película de Fincher pero ya se nota que domina perfectamente todos los resortes del thriller y la intriga. A modo de pequeñas migajas, el guión contiene pequeños detalles y pistas que el espectador atento necesita para hacer mil elucubraciones.

Lo que no nos dice es que quién realmente está “jugando” no es el repelente millonario, sino el espectador. Fincher no sólo te impide quitar ojo a la pantalla si no que obliga a tu mente a ir a mil por hora mientras desentrañas el ovillo que se te ha preparado. Eres tú, pobre espectador, la víctima del juego. Como muchas de sus películas, al acabar se hace necesario repasar lo que hemos visto y confrontarlo con nuestra experiencia sobre el resto de obras que guardamos en nuestra memoria. Todos los engaños, recovecos y trampas que esconde el guión tienen un motivo para estar allí: confundir nuestra mente y jugar con todos los vacíos de información que llenamos inconscientemente. Podemos llegar a sentirnos estafados, alucinados o enfadados, quizás maravillados e incluso todo a la vez. Que jueguen con nosotros da lugar a resultados inesperados, y eso es algo que Fincher hace muy bien.



Esta montaña rusa tiene una acción precipitada y desesperada, llena de momentos desquiciantes y giros de guión tan forzados que se hace increíble que no se rompa la baraja. Técnicamente es impecable y está excepcionalmente bien narrada, incluso siendo una película “divertimento” dentro de su filmografía. Si la vemos, podremos llamarle tramposo y acordarnos de toda su familia, pero hemos de rendirnos a la evidencia: nos ha llevado por donde hemos permitido que nos lleve y nos ha puesto a tope durante dos horas. Hace unos años disfruté como un enano, ahora sigue siendo viciante pero reconozco al saber todo lo que va a ocurrir pierde algo de gracia. Tal como los exjugadores de CRS que se encuentra Michael Douglas, desearía volver a enfrentarme virgen a este juego sin tener ni idea de qué voy a experimentar ni de qué me voy a encontrar. Volver a descubrir ésta perversa San Francisco en que nada (o todo) es lo que parece. Ahí si funciona de verdad. Es una película puede no tener la fuerza ni la trascendencia que desbordan Seven (David Fincher, 1995) o Zodiac (David Fincher, 2007) pero es de las más tramposas y entretenidas que recuerdo.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.3

Publicada originalmente en cinéfagos aquí

lunes, 24 de noviembre de 2014

Tengo algo que deciros

No todas tienen que ser películas sesudas y de gran trascendencia. De vez en cuando apetece ponerse con propuestas más ligeras que permitan relajarse un poco y, simplemente, pasar un ratito agradable.

Tomasso va de visita al pueblo a ver a su familia y a hacer algo muy importante: salir del armario. Sin embargo, en la noche más importante su hermano mayor se adelanta y es él el que declara su homosexualidad. Ante los altercados provocados en la familia por la noticia, Tomasso decide esperar unos días a que se calmen las cosas antes de salir a su vez del armario, claro que las cosas no tomarán realmente el rumbo que esperaba.

Con un disfraz de comedia romántica al uso se esconde un curioso retrato de la retrógrada sociedad burguesa rural italiana. Es una cinta marcadamente costumbrista que trata las dificultades que puede entrañar salir del armario en una sociedad donde el qué dirán es absurdamente importante y no importa ser alcohólico, infiel, envidioso o criticón, pero ser homosexual te convierte en un degenerado de la peor especie.  

Los problemas para ser uno mismo, la presión para cumplir “el deber familiar” y el qué dirán se entremezclan con una inusual normalización de la homosexualidad, incidiendo principalmente en ridiculizar y mostrar lo estúpidos que son los comportamientos homofóbicos.  El excéntrico y variado crisol de personaje la aleja de las comedias románticas habituales, mostrando su marcado carácter italiano.

A pesar de unos cuantos gags que se acercan demasiado a la vergüenza ajena, encontramos una película con un agradable desarrollo, un par de chistes bien encontrados y una buena defensa de que obtener la confianza para aceptarse a uno mismo y expulsar las verdades ante los seres queridos es mejor que vivir en escondido y engañando a tu conciencia (aunque se nos recuerda con una obviedad a veces excesiva). Todo ello mediante un pequeño recorrido a través de los mejores paisajes del sur de Italia (preciosamente retratados) siguiendo a una familia agradable y cargante a partes iguales.

Es una película irregular, tanto en su carga dramática como en sus momentos cómicos, que nos transporta a lo largo de aquellas comedias italianas corales. Su estructura narrativa típicamente italiana va más allá de la típica película “gay”, mezclando la calma campestre, el bucolismo de los pequeños pueblos rurales con las tensiones de la “familia” y la honestidad del hombre homosexual consigo mismo.

Nota: 3
Nota filmaffinity: 6.3