sábado, 23 de noviembre de 2013

La guerra de los mundos


Revisitando los clásicos apareció esta obra de 1953 basada en una de las primeras historias de ciencia-ficción, La Guerra de los mundos, de H.G. Wells, llevada al cine en una superproducción de la época.

En esta adaptación la acción se traslada a un tranquilo pueblecito de California, lugar donde los marcianos deciden aterrizar para empezar su conquista del mundo. Las lugareños se sienten atraídos por el extraño meteorito aparecido, pero los primeros ataques sembrarán el terror entre la población. Nada parece afectar a estos marcianos que, poco a poco, van ganando la guerra contra la humanidad.

Lo que más llama la atención, sin duda, son los ahora sonrojantes efectos especiales. Eso sí, no debemos olvidar que fueron los ganadores del Oscar de su año, así que tan mal no deberían estar para la época (y la película se llevó también nominaciones a mejor sonido y montaje, es decir, todo lo técnico). Aunque no lo parezca, estamos ante una super-producción de su momento. Es curioso ver como en 1953 abordaban el tema central de esta película, pero es dificil no sonreir viendo esos platillos volantes, esos marcianos con tres dedos, esos rayos calóricos o la volatilización de carros de combate.

ACTORES: Todo el plantel adolece de la sobreactuación típica de la época. Los gestos son muy exagerados, especialmente en el caso de Ann Robinson, que pasa de profesora universitaria inteligente (?) a histérica aterrorizada y enamorada (¡) en medio fotograma. No obstante, cumplen todos con cierta eficiencia. Gene Barry demuestra el suficiente carisma y empaque para protagonizar correctamente la película, pero creo que a nadie le cuela como Profesor universitario-eminencia de la ciencia.

DIRECTOR: La adaptación de la novela puede considerarse más que correcta. A pesar de la gran cantidad de cambios argumentales, el espíritu de la novela se mantiene. El director consigue captar el sentimiento de impotencia que genera la invasión y de cómo, lenta pero inexorablemente, los marcianos van a exterminar a la humanidad. Es posible que muchas escenas nos suenen mucho, demasiado, ya que las hemos visto repetidas en los chorrocientos films de ciencia-ficción de serie B y Z de los últimos treinta años (me vienen a la cabeza Independence day o Mars Attacks). La imagen del pueblecito yanqui que ve su pacífica vida afectada por la llegada de los extraterrestes (o zombies, o…) ha sido más que explotada. Pues sale de aquí. Y algo debe de tener, ¿no?
Los ochenta minutos que dura la película transcurren con un buen ritmo, su trama se desarrolla correctamente, sin altibajos ni dar sensación de estar estirada. La tensión está bien conseguida, en escenas mil veces imitadas como la de la casa abandonada o la de la iglesia, e incluso tienen la osadía de matar a un sacerdote, todo un escándalo en la época.
Sus efectos especiales tan pedestres que a estas alturas resultan incluso entrañables están bien incluidos dentro de la película (ejem) y contribuyen favorablemente a que ésta se pueda disfrutar agradablemente.

GUIÓN: La historia sigue el esquema claro de planteamiento-nudo-desenlace de manual. Eso sí, adolece de todos los males de su época. Como todo en la etapa post-segunda guerra mundial y mucho más en la cultura yanqui, acaba siendo Dios el que lo arregla todo. De la misma manera, ahora no deja de resultar chocante como el personaje femenino no parece servir para otra cosa que ser una chillona histérica (y consorte del héroe). Por otro lado, el tratamiento de la invasión está realizado con mucho realismo, aportando además muchos datos científicos “más o menos” correctos de porqué las cosas ocurren de esa manera.
Los diálogos pecan de idealistas y los personajes son algo planos, pero la trama aguanta la duración de la película sin problemas y permite que el espectador se pueda entretener agradablemente.


La comparación con el re-make de Spielberg es inevitable. Incluso teniendo en cuenta el paso del tiempo, la película del rey Midas de Hollywood es ampliamente superior en construcción de escenas, trabajo actoral y, obviamente, en medios.
Por otro lado, hay dos aspectos que fallan en la película de Spielberg:
El “happy ending” es forzadísimo y abrupto, incongruente con el resto de la película y queda como una castaña.
Durante estos cincuenta años la sociedad ha evolucionado y ahora somos menos “inocentes” al ver destrucción en la pantalla, por lo que un tratamiento tan ingenuo, tan de otra época de la invasión causa la risa del que quiere ver fuegos artificiales (como se estila en la ciencia-ficción actual).

No obstante, ambas propuestas son acercamientos más que dignos a la novela original y perfectamente capaces de ofrecer un agradable entretenimiento. Esta versión de 1953 peca de ingenua y cutre, pero su guión y su dirección son suficientemente sólidos para entretener.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.6

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