jueves, 24 de octubre de 2013

La sinagoga de los iconoclastas (Juan Rodolfo Wilcock)

Dentro de la CLO me recomendaron una obra de ciencia-ficción de un autor argentino, con la que me iba a reír mucho. Si, reír…

Título: La sinagoga de los iconoclastas
Autor: Juan Rodolfo Wilcock

“J. Rodolfo Wilcok nos presenta una singular galería de retratos: las vidas imaginarias de treinta y seis personajes, teóricos, utopistas, sabios, inventores, todos ellos abnegados héroes del absurdo. Seres que, apoyándose en las sólidas bases de la ciencia o de alguna disciplina presentada como rigurosa, o, por lo menos impulsados por una ineludible intuición, llevan sus consecuencias hasta el final y se encaminan tranquilamente y, tal vez, con argumentos convincentes hacia la demencia... a menudo, se dice, limítrofe con el genio. Estas vidas monstruosas, que la historia intenta en vano, por pudor, olvidar, son rescatadas por un enciclopedista que registra inexorablemente, Plutarco de lo incongruente, impasible como Buster Keaton, sus más memorables peculiaridades. Saltando a través de disciplinas, épocas y continentes, encontramos entre otros a: Juan Valdés y Prom, filipino, famoso por sus extraordinarias facultades telepáticas y por la crisis de glosolalia que provocó en los ilustres personajes reunidos en un congreso en la Sorbona; por lo demás, «se parecía demasiado a un santo como para no asociarle inconscientemente a la idea de burdel». Aaron Rosemblum, quien preconizaba, en 1940, el retorno a la época elisabethiana, mediante la abolición de toda novedad aparecida en el mundo desde 1580; confiaba en el apoyo de Hitler, ya que ambos perseguían el mismo objetivo: la felicidad del género humano. Yves de Lalande, primer productor de novelas a escala realmente industrial. Sócrates Scholfield, inventor de un artilugio que demostraba la existencia de Dios. Llorenç Riber, catalán, aclamado director de teatro, quien, entre otras conspicuas performances, realizó en Oxford un montaje de las Investigaciones filosóficas de Wittgenstein. Etc., etc. "La sinagoga de los iconoclastas" evoca los retratos imaginarios de Marcel Schwob y los libros inventados de Borges, pero la profusión de los temas, el ingenio siempre renovado de Wilcock, y su inagotable arsenal de humor, casi siempre homicida, acaban por conducir a un resultado a menudo escalofriante. Estos «iconoclastas» cada uno de los cuales resquebraja un tanto la imagen que nos hacemos del universo nos proponen un contrauniverso al cual podemos oponer bien pocas certidumbres. Ya que, y éste es uno de los méritos principales de este libro de locura maravillosa casi todas estas teorías son plausibles, o en todo caso poco menos que aquellas que se ponderan gravemente en las cátedras universitarias.”

El planteamiento parece sugerente, ¿no? Una suerte de biografías de auténticos lunáticos con justificaciones pseudocientíficas de sus idas de olla puede ser bueno para echar unas buenas risas. Pero ni se acerca. Las biografías, cortadas todas por el mismo patrón cansan a la que has leído la segunda y, aunque en diferentes campos, se parecen demasiado unas a otras lo que hace que el libro pierda toda la gracia a la que vas por la tercera biografía. Ni aun leyendo una biografía al día -para separarlo más- coge gracia la cosa.

Una o dos biografías en medio de otra lectura puede resultar algo fresco, ya que se leen en nada. Quizás sería la mejor manera de leer este libro, pero aun así no pasa de ser una cosa parecida a los libros de Juan José Millás con menos gracia. Sólo se salvarían las dos o tres biografías que se salen de la plantilla como la del médium filipino o la del escritor de teatro catalán, que son un poco diferentes y llegan a interesar.

Para mí, un libro fallido, al que no he encontrado la gracia ni el sentido. Personalmente, no lo recomendaría. Lo único bueno que se podría decir es que es corto, apenas 150 paginitas dura.

Nota: 1
Nota anobii: 3/5

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