miércoles, 16 de octubre de 2013

Deseando amar

El CVO de este mes nos ha traído una película de un director que me gusta bastante (aunque sea más raro que un perro verde). Deseando amar es quizás la película más famosa de este autor que es Wong Kar-wai.

La película se centra en dos matrimonios. Concretamente en Chow, un editor en un periódico de Shanghai, cuya mujer, telefonista, para mucho tiempo fuera de casa. Justo en la puerta contigua vive Li-Zhen, secretaria de una empresa de exportación cuyo marido viaja continuamente a Japón y apenas pasa por su hogar. Estas dos almas solitarias se conocen en el asfixiante laberinto de pasillos de su edificio y, cuando se enteran de que sus respectivas parejas tienen una aventura, deciden dar un paso más y entregar el amor que necesitan dar.

La historia, si así la podemos llamar, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero, eso sí, con un barroquismo inusitado en cuanto a sensualidad, inspiración y fotografía. Extraño en tiempos, encerrando a los personajes en ambientes estrechos y asfixiantes, obligando al contacto por pura necesidad y arrojando a personajes solitarios a una espinosa válvula de escape con la que soportar sus vidas. Afecta por lo que insinúa y no enseña, por cómo influye en tus emociones más que por el puro interés que pueda tener la película (a la que te pille con el pie torcido, la siesta puede ser maja xD).

ACTORES: Ambos protagonistas se lucen, y mucho. Se mueven en ese punto exacto entre la contención y la visceralidad que los convierte en muy auténticos, además de esa química entre ellos que convierte la extraña relación en algo muy vivo y reconocible.

DIRECTOR: A Wong Kar-Wai le gusta jugar con las emociones, con los sentimientos. Narra de una manera incómodamente fragmentada e inconexa. Gusta de las elipsis y nos muestra trazos de diálogos y conversaciones inacabadas mientras nos oculta a las ausentes parejas y evita enseñar todo aquello que es íntimo, obligándonos a desearlo y a querer entender que ocurre en estos huecos de la narración. Sabe afectar a los sentidos y para disfrutar de sus películas, se necesita de cierta predisposición a dejarse. Técnicamente la película es extremadamente atractiva. Cine moderno en estado puro, pero con un contenido temático de autor. La fotografía y la música forman parte natural del paisaje emocional. Preciosas imágenes que derraman sentimiento, hermosura, sencillez, elegancia, emociones contenidas... Poéticas y cuidadas al detalle, combinadas con una banda sonora increíble, sazonada con temas en español de Nat King Cole y el maravilloso tema principal de la película, tan conmovedor. Esas imágenes ralentizadas, prolongando momentos que aparentemente no tienen nada de extraordinario y que encierran una frágil delicadeza…
Ojo a los pequeños y violentos travellings que empujan a los personajes a tomar decisiones. Lejos de hacer evidente la mano del director, convierten lo visual en emocional. Toda una lección de cuándo y cómo mover la cámara sin salirse de la historia
Por eso nunca muestra en pantalla ningún roce que nos invite a pensar en algo parecido al sexo, a la consumación de su amor, ni tan siquiera un beso... nos deja que pensemos lo que queramos de aquel furtivo encuentro, de aquellas horas interminables escribiendo, paseando a solas... pero nunca revela nada. Quiere con ello guardar el secreto de un amor inesperado que ambos desearían no desear tan ardientemente, por el que jamás llegan a luchar de manera abierta, superados por un miedo que no está más allá de ellos mismos, pero al que no tienen el valor suficiente de hacer frente. Al final da la sensación de que no ha pasado nada destacable, de que todo ha sido un "quizás, quizás, quizás", de que todo podría haber pasado pero no pasó. (Pero seguro que el niño es de él, sin duda!)

GUIÓN: Tenemos un arrítmico retrato de una relación oculta, con diálogos muestra de cotidianeidad y normalidad que son reconocibles en cualquier conversación en la que nada pasa, pero… son dos dichos por dos seres solitarios que se necesitan, que se buscan. En la sutileza del amor comedido, de la compañía sin aspavientos, de la necesidad no revelada con palabras. Dos seres desangelados que anhelan un corazón amigo. Personas maduras y conscientes de los obstáculos, que no se ciegan ni actúan impremeditadamente. Tan reservados, tan prudentes. Un tejido de encuentros y desencuentros jugando a soñar con algo que ambos condenan por imposible. Sentenciado desde el principio. Pero, a pesar de todo, alimentado poco a poco. A pesar de todo, siguiendo cada uno la estela del otro, buscándose sólo para intentar abrazar algo más que vacío.
Deja en sus diálogos y su estructura más preguntas que respuestas y, sobretodo una bella historia de amor que deseas que sea real y culmine. Extraña e incómoda en algunos momentos, le falta sin duda ese ritmo que te permite verla sin esfuerzo, pues la cuidada vacuidad de sus diálogos y la atemporalidad de la historia hacen que, aunque valga la pena, sea necesario centrarse para permanecer vigilantes hacia todos los detalles de la relación que nos muestra el autor.

El contenido argumental es tan mínimo que puede resultar incluso contraproducente, pero este bello poema al amor sabe entrar dentro de ti. Extraña y diferente, tan presta a agradar al corazón predispuesto como aburrir soberanamente al espectador incauto. Juega con una excesiva suntuosidad que hace algunos momentos algo redundantes y pesados, exigiendo la atención del espectador. Entiendo aquellos que no la soporten, pero a mí me atrapó.

“-Cuánto tiempo, ¿verdad?
-Sí.
........
(...Ella era tímida, bajaba la cabeza para darle la oportunidad de acercarse. Pero él no podía, por falta de coraje. Ella da la vuelta, y se va.)”

Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.8

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