miércoles, 24 de julio de 2013

El imperio Final (Brandon Sanderson)

Me habían hablado bastante bien de este autor, del que me decían que era uno de los pocos que estaba intentando innovar y hacer algo diferente dentro del género de la Fantasía épica. Me cayó por Sant Jordi (debí de comentar algo en voz alta en algún momento), así que no me quedó otra que atreverme con este tocho de 700 páginas  a ver qué tal estaría…

Título: El imperio final (Nacidos de la Bruma 1)
Autor: Brandon Sanderson
Título original: Mistborn

“Durante mil años han caído las cenizas y nada florece. Durante mil años los skaa han sido esclavizados y viven sumidos en un miedo inevitable. Durante mil años el Lord Legislador reina con un poder absoluto gracias al terror, a sus poderes y a su inmortalidad. Le ayudan obligadores e inquisidores junto a la poderosa magia de la alomancia. Pero los nobles han tenido a menudo trato sexual con jóvenes skaa y, aunque la leylo prohíbe, algunos bastardos han sobrevivido y heredado los poderes alománticos: son los nacidos de la bruma. Ahora, Kelsier, el superviviente, el único que ha logrado huir de los Pozos de Hatshin, ha encontrado a Vin, una pobre chica skaa con mucha suerte… Tal vez los dos, unidos a la rebelión que los skaa intentan desde hace mil años, consigan cambiar el mundo y la atroz dominación del Lord Legislador.”

Y mi respuesta es sí, realmente es un libro diferente. Se aleja notablemente del esquema típico del héroe que supera todas las dificultades y se enfrenta a un malo diabólico con su brillante espada y su destino profético. De hecho, el libro trata de un grupo de ladrones de élite que planean realizar el robo más grande de la historia. Que el gobierno del Lord Legislador pueda caer en el proceso es sólo un hecho colateral agradable.

Es decir, estamos ante un magnífico Ocean’s narrado en un mundo de fantasía post-apocalíptico, dónde la magia sigue unas reglas muy restrictivas y con unos personajes tremendamente carismáticos. Casi nada.

Cosas MUY destacables:
a diferencia de otros libros de fantasía, en ningún momento se produce una explicación formal de cómo está organizado el mundo. Es tarea tuya deducir todos los detalles a través de los retazos de información que te van dando los personajes. Por si fuera poco, el mundo presentado despide un realismo sorprendente, inesperadamente lógico y plausible, muy sólido.
-  La magia se rige por unas reglas muy claras y fáciles de entender. A primera vista, sólo te permite unos pequeños “extras”. Bien usada, es realmente útil, pero a veces, la utilidad no es tan obvia. Hay que felicitar al autor por su imaginación al crear el sistema de magias, muy acorde a las reglas de la física y teniendo en cuenta todas las posibles consecuencias que acarrea su uso (y que no siempre se prevén).
-   Se presta una atención inesperada a la planificación del golpe, se tienen en cuenta todos los puntos de vista posibles, se gestionan los riesgos, recursos disponibles, alcance de tareas a realizar… Y una vez empieza a ejecutarse el plan, se te narra cómo se controla y se replanifica en función de lo ocurrido, con un desarrollo muy acertado de la acción y un crescendo de la trascendencia espectacular. La sensación de “se aumentan las apuestas” está muy pero que muy lograda a lo largo de todo el libro.
-  Los personajes derrochan carisma y personalidad por los cuatro costados. Tienen dudas, problemas éticos, inquietudes, intereses dentro del robo… Cada uno de ellos tiene sus razones para estar en el ajo y mantiene una manera de ser perfectamente construida, con el punto adecuado de titubeos para ser coherente con la naturaleza humana.
-   Las escenas de acción están muy bien ajustadas, son las necesarias, ni más ni menos. Además, la coreografía  de las mismas está muy lograda. El lenguaje que usa el libro es muy fácil de seguir, incluso con el montón de terminología específica que emplea. El ritmo no decae en ningún momento y se crea una atmósfera de tensión muy emocionante, que culmina en un climax espectacular y unas cien páginas finales apoteósicas.

Por otro lado, el libro es el primero de una saga, pero esto no impide que se trate de una novela autoconclusiva. Se puede leer de manera independiente a las demás sin impedir que quede cerrado de una manera satisfactoria. Eso sí, ¡a mí me ha dejado con muchas ganas de seguir! ¡Quiero mas!

El protagonismo de la acción recae en los miembros de la banda de ladrones, todos ellos muy bien definidos, con inquietudes, miedos, ansias…

El líder de la banda es Kelsier, el superviviente. Vividor, egocéntrico, impuntual, carismático… Es un cabrón genial, es un hijoputa con todas las letras, pero es justo ese tipo de hijoputa que deseas tener a tu lado. Mantiene una actitud chulesca y despreocupada que le permite gozar de ser el centro de atención. Su desmedida arrogancia esconde una capacidad de planificación y una efectividad más que notables, que se junta con un buen número de secretos que se irán desvelando a lo largo del libro. Además, es un nacido de la bruma pleno, lo que le permite dominar todas las artes de la magia (por si fuera poco sobrado el tío). 

El reclutador de la banda es Brisa, un aventador de emociones. Tiene la capacidad de jugar con los sentimientos de las personas que tiene a su alrededor, avivando sutilmente las sensaciones que él desea. Es alguien al que le gusta vivir bien, siempre cerca de un buen vino y una buena dama y no tiene otra intención que ganar mucho dinero para no tener más preocupaciones en la vida.

Ham es el bruto de la banda. Un hombre de buen corazón que usa la alomancia para volverse más fuerte. Su familia es pobre y quiere ganar dinero suficiente para mantenerlo. Es muy pragmático, buscando siempre una aproximación simple y directa para cualquier problema, lo que no impide que se cuestione las consecuencias que tendrán sus actos, especialmente para con los desfavorecidos.

El encargado de conseguir recursos es Dockson, el único sin poderes especiales, pero un maestro en el arte de la logística y la organización. Odia con toda su alma a los nobles y está de acuerdo en robarles para causarles el mayor daño posible. Sin embargo, mantiene una actitud tranquila, evitando cualquier tipo de conflicto. A menudo hace las veces de conciencia de Kelsier, para que no se distraiga con veleidades y se mantenga centrado en el golpe.

Están todos escondidos en el cuartel de Clubs, un maestro artesano que tiene el poder de esconder los poderes de los demás, haciendo que sean indetectables (existe un poder mágico que es detectar magia). Huraño y taciturno, parece soportar a los demás miembros por el simple hecho de que pagan bien, pero eso no impide que se muestre colaborador y solícito cuando se le necesita.

Y el último miembro de la banda es Vin, una chiquilla criada en las calles, es una ladrona, una artista en esconderse en las sombras que no confía en nada ni en nadie. Se mueve en silencio, espiando a todos y alimentando sus paranoias sobre traiciones y planes ocultos -que no siempre son imaginaciones-. Es reclutada por la banda cuando se descubre que es una nacida en la bruma. Accede a colaborar con Kelsier a cambio de que éste le enseñe a usar sus poderes y adoptarán pronto una extraña relación de padre/hija, que le permitirá descubrir un mundo que ella no podía imaginar que existiera.

El libro es puro espectáculo. Los personajes son grandiosos y la trama engancha cosa mala. Sorprende el mero hecho de que la historia principal de un libro ambientado en un mundo fantástico gire en torno a un robo, cuyas implicaciones se irán complicando hasta llegar a cotas espectaculares. Realmente, es todo un soplo de aire fresco dentro del género y recomendable para todo el que quiera pasar un buen rato con una novela. Me ha sorprendido y encantado. En cuanto pueda, cae la segunda parte.

Nota: 10
Nota anobii: 4.5/5

domingo, 21 de julio de 2013

Monstruos University

Después de 12 años, parecía que íbamos a tener una secuela de Monstruos S.A., pero va y lo que nos ofrecen es una precuela. Igualmente, si es Pixar, es de obligado visionado, ¡cómo no!

La película se sitúa unos diez años antes de Monstruos S.A. Mike Wazowsky sueña con  convertirse en asustador. Siguiendo ese sueño de infancia, en la adolescencia entrará en la universidad para monstruos, para conseguir ser asustador pese a tener tan poco talento para ello. Allí coincidirá con Sulli, que al contrario que su compañero, tiene todo a favor, pero cree que el hecho de tener la apariencia y el nombre, le será más que suficiente para conseguir su desempeño.

Esta precuela no cuenta con nada lo suficientemente novedoso como para ser considerada una joya más de Pixar, limitándose a narrar las primeras aventuras universitarias de los protagonistas, donde descubrimos que al principio se detestaban. La historia que sigue la película es marcadamente infantil y muy simple en su desarrollo, además de que se pierde la chispa que había en la interacción Boo/Sulli. Pero… ¿esto hace que la película sea mala? ¡Qué va! Sigue siendo muy entretenida. El humor puede pecar de infantil, pero está muy bien buscado y, incluso abusando de tópicos, consigue sacarte muy buenas risas. Además, los personajes no han perdido un ápice de carisma, ni los antiguos, ni los nuevos. Todos ellos gozan de la calidad de Pixar a la hora de crear unos personajes redondos, con mucha gracia -mención especial a la estricta decana, muy bien trabajada-.

Es toda una alegría volver a ver a Mike Wazowski y a Sulli en acción, más si cabe si se trata de su época universitaria; la fiesta, la música, el ambiente americano y las fraternidades no pueden faltar. Parece como si se hubiera monstruizado la típica película gamberra universitaria, pasándolo por el filtro de Pixar para ganar en redondez y perder en grosería. Se ha comentado que el guión peca de simple e infantil, pero eso no impide en ningún momento que sea perfectamente redondo. Sin altibajos ni bajadas de ritmo, manteniendo la frescura a la perfección, con una sucesión de escenas muy bien escogidas. De la misma manera, los diálogos son adecuados para la película y no desentonan. El juego humorístico inherente de estos dos personajes tan sólidamente construidos como Sullivan y Mike ofrece mucho empaque al conjunto.
Confieso que me sentía un poco desilusionado al promediar dos tercios del conjunto del filme, cuando atestiguaba lo que creía era el clímax de éste y lo que era, si lo era, una conclusión bastante modorra (la final del concurso de sustos con simulador). La pantalla derrochaba júbilo y satisfacción, y nada más lejos me podía sentir de estas sensaciones. Pero Pixar no podía, no puede, mejor dicho, caer en la autocomplacencia más burda, y para fortuna de sí misma y de los espectadores, enmienda la plana y entrega una frenética vuelta de tuerca final que le da un final digno a una secuela que fue a la segura, sin arriesgar, y ganó.

Por otro lado, me sorprende que se cambie un poco la moralina típica de estas películas -si te esfuerzas mucho, conseguirás cumplir tus sueños- a una versión más realista. El mensaje parece ser algo así como “Sí, es bueno tener sueños y esforzarse por cumplirlos, pero ¡vigila no te estampes contra un muro! Si ves que no vales para aquello que quieres, ¡busca alternativas!”. Después de todo, cuando Wasowsky se da cuenta de que no asusta, pide ayuda a sus amigos y se convierte en el entrenador de sustos de Sulli. Así, Mike puede aunar sus conocimientos para asustar con el talento innato de Sullivan para convertirse en la mejor pareja de asustadores.

Como ya vimos en Brave, Pixar no tiene rival en el apartado técnico, la película destaca por una definición brutal en los escenarios. La ambientación del mundo universitario es soberbia, con una profusión de elementos abrumadora. Miles de detalles que han tenido que ser diseñados se alojan en cada escena, muchas de ellas con cientos de personajes diferentes, moviéndose de manera independiente y con una paleta de colores magnífica. La imagineria y la animación es cada vez más preciosista, casi real, esa agua del lago, el pelaje de Sullivan, la bibliotecaria, el bosque en que puedes ver cada hoja de los árboles, el magnífico cielo estrellado… La atención al detalle es deslumbrante.

El problema principal de esta película y posiblemente de las que estén por venir es que siempre esperamos que Pixar nos sorprenda como la primera vez, y eso puede producirse, pero cada vez es más difícil pues cada vez somos más viejos y más exigentes y siempre queremos más. No obstante, Pixar parece haber perfeccionado la capacidad de hacer pasar un mundo imaginario como real, de tan detallado y verosímil que parece el mundo creado. Es capaz de proporcionar un entretenimiento tan intrascendente como disfrutable mientras añade un poco de trasfondo a esos dos magníficos personajes que son Wazowski y Sullivan con una película para ver con toda la familia y que a buen seguro se llevará el Oscar® a película de animación, aunque sólo sea por el brutalérrimo despliegue de colores con que nos ha obsquiado Pixar este año.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.0


martes, 16 de julio de 2013

Moonrise Kingdom

A raíz de una recomendación, veo esta película, de la que no conocía absolutamente nada.

Estamos en los años 60, en el campamento boy-scout de una pequeña y remota islita de un punto recóndito de algún lugar. Sam es un huérfano inadaptado que planea fugarse del campamento, recoger a Suzy -otra niña inadaptada- y escapar para vivir el amor “a su manera”. Los adultos, desconcertados por esta fuga, intentarán encontrarlos y traerlos de vuelta a la sociedad.

La portada ya indica que la propuesta es, sin duda, personalísima. La película no se puede definir de otra manera que no sea la siguiente: Es una chorrada como un piano de grande. Enorme, con unos personajes imposiblemente estrambóticos. No obstante, es una chorrada que rezuma encanto, una estética cuidadísima y particular, una banda sonora muy acertada y unos personajes entrañablemente absurdos.

Cada año hay que ver un par de estas películas que ventilen nuestra afición por el cine, un acercamiento al para mí desconocido teatro y un reencuentro con la libertad, que tiene su propio sendero de zapatos de domingo y tocadiscos. No engañemos a nadie, es una particular obra de amor en contacto directo con la vida llevada a la infancia para sorprender lo organizadas que pueden estar las vidas de personas que no firman ser cortadas por la tijera de la mediocridad, entre sus secretos están la búsqueda de la paz lejos de adultos que hace tiempo firmaron sus sentencias vitales.

ACTORES: Encontramos actores muy conocidos, Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray… Sus papeles son todos de perdedores, auténticos pusilánimes que están vivos por la sencilla razón de que no han olvidado respirar, peculiares y raritos como ellos solos. Son totalmente eclipsados por dos niños cuyos personajes no quieren crecer, Gilman y Hayward, transmiten una felicidad y una negativa a caer en la aburrida adultez, como invadidos por una extraña cultura indígena. Todos ellos parecen cortados por una extraña inexpresividad que, al mismo tiempo es capaz de transmitir, siempre y cuando no te entren unas ganas locas de sacudirles. 

DIRECTOR: Sabía que Wes Anderson tenía fama de rarito, pero no sabía cuánto. Con un humor surrealista, deliberadamente ridículo pero muy bien mesurado llena de una extraña magia la película. Crea una atmósfera a medio camino entre en bucolismo azucarado y el desparrame sinsentido cuya simbiosis entre música, fotografía y montaje es ciertamente destacable. La puesta en escena es deliberadamente ridícula y acartonada, buscando un efecto de “falso teatro” en el que incluso las nubes son de carton piedra y muchos de los planos están construidos en perfecta simetría, que impregna a la imagen de cierta artificialidad surrealista. La película es exageradamente excéntrica y maneja un ritmo extraño, incómodo pero fascinante. Escenas brillantísimas (la noche en la playa) que se mezclan con otras simplemente desconcertantes (la fiesta de disfraces), pero todo aderezado con una estética cuidadísima y una vacuidad argumental destacable. El despliegue de absurdez agrada o repele, pero no deja a nadie indiferente.

GUIÓN: A pesar de la sosa (pero sosa, sosa) propuesta, la película se sostiene por medio de unos delirantes diálogos, con una certera chispa que describe el amor utópico e imposible de dos niños incomprendidos. La caricaturización de los personaje esconde, bajo una fachada barroca y extravagante, una reinterpretación de la realidad a modo de tira cómica. En ella encontramos, brillantemente incorporados, muchos temas inherentes a la especie humana con una lucidez certera: infelicidad, satisfacción, confusión, sueños… Metidos en coctelera con una parida de historia desgajada con unos personajes delirantes e inexpresivos y un desarrollo atípico, incómodo e histriónico. Capaz de asombrar y resultar cargante de igual manera, su genial y extraña sucesión de diálogos exalta exacerbadamente la ingenuidad en un ejercicio de estilo digno de mérito.

Es un film muy, pero muy particular que se tiene que mirar con la predisposición de quien asiste a un cuento juguetón, un poco “naïf”, lleno de una ingenuidad inquietante y con un doble sentido muy conseguido. El mayor problema que presenta el cine de Wes Anderson es el de lo inaccesible que resulta su obra para aquel espectador que no case con un sentido del humor tan personal y radical.
Eso sí, a mí me ha gustado.

Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.2


La película demuestra su gran calidad artística con un buen montón de premios en festivales menores, e incluso una nominación a mejor guión original (que se llevó Tarantino con su también personalísimo Django)

domingo, 14 de julio de 2013

Los viajes de Tuf (George R. R. Martin)

Poquitos ya me quedan de este escritor tan particular que es Martin. Sus primeros libros son bastante malos pero poco a poco va creciendo como escritor, convirtiéndose en lo que es hoy. Hoy toca uno de los libros que apareció justo antes de Juego de Tronos, dónde ya le empezaba a tener cogido el truco a esto y desembarca en la ciencia-ficción con resultados bastante satisfactorios.

Título: Los viajes de Tuf
Autor: George R.R. Martin
Autor: Tuf Voyaging


“Haviland Tuf es un ser curioso: un mercader independiente de gran tamaño, calvo y con la piel blanca como el hueso. Es vegetariano, bebe montones de cerveza, come demasiado y le encantan los gatos. Además, es honesto. Tuf logra poseer una enorme nave espacial, El Arca, la única superviviente del antiguo Cuerpo de Ingeniería de la Vieja Tierra. El Arca es un artilugio desaparecido hace más de mil años, pero que revive gracias a Tuf y a sus gatos. A lo largo de los siete relatos que forman este libro, Tuf consigue la nave, la repara y resuelve un sinfín de problemas espaciales con la ayuda de la ingeniería ecológica, una profesión que él recupera y a la que añade la impronta de su personalidad, astucia e ironía.”

Este libro es un perfecto ejemplo de lo que en ciencia-ficción suele llamarse fix-up. Está compuesto por pequeños relatos publicados entre 1980 y 1986, sin otro hilo común que Tuf y su Arca. Después de recibir abundantes premios y buenas críticas, una editorial se interesó por su publicación. Esto hizo que Martin escribiera un relato adicional para dar trasfondo (La estrella de la plaga, más una novela corta que un relato) y el resto de relatos se reescribieron levemente para que formaran un Todo coherente.

Todos los relatos giran en torno a Tuf y su trabajo como “consultor ecológico” que va de planeta en planeta y es contratado para “arreglar los problemas” de la ecología local. Me han recordado mucho a la serie de Star Trek, dónde en cada capítulo desembarcan en un planeta y tienen un caso que resolver. Sin embargo, Tuf es un personaje bastante particular y su manera de “arreglar el problema” no tiene por qué coincidir con la que desearía su cliente. Después de todo, Tuf presume de su honestidad y siempre va a la causa raíz de los problemas, que suele ser, cómo no, la especie humana. Es curioso cómo se puede observar una evolución en su modo de actuar. All principio trabaja codo con codo con su cliente, el cual no siempre destaca por sus buenas intenciones. No obstante, dentro de sus posibilidades, intenta buscar una solución que lo satisfaga. Sin embargo, después de algunos desengaños, pasa a decidir y aplicar sin consultar ni tener consentimiento, por lo que los contratantes acaban bastante trasquilados. Realmente, Tuf se queda muy a gusto, y a veces se pasa “un poco” al reventar la sociedad que lo contrata.   
Como es habitual en Martin, el personaje de Tuf está muy bien construido, caracterizado con unas maneras muy afectadas y una superioridad autoimpuesta que recuerdan a un Lord inglés con muy mala leche. Tiene su gracia, no lo vamos a negar.

A lo largo de estos relatos, Martin reflexiona sobre el desarrollo sostenible, el uso de los animales como “diversión”, la influencia de la religión al impedir el desarrollo humano, la ética necesaria en el desarrollo tecnológico, la inteligencia no lingüística… Toca bastantes teclas con buen tino y se entiende porqué estos relatos han sido muy premiados. No obstante,  son relatos que no se crearon para ser leídos juntos en un libro,  en todos ellos tienes una estructura que se repite con el fin de contextualizar al Arca y al personaje que, sí, en un único  relato se necesita, pero todos juntos se hace repetitivo.

Son todos relatos cortos, por lo que Martin no se enrolla y va muy al grano. Son muy intensos y se leen rápidamente. El único discordante es el primero, que es más una novela corta y no tiene ningún trasfondo ético. Es una historia de aventuras previsible, pero muy entretenida que explica el origen de Tuf y contextualiza al resto de relatos. De ellos, destacaría el relato Guardianes, el mejor y más diferente de todos los protagonizados por Tuf (y de los pocos en que el cliente queda “satisfecho”).

A lo largo del libro aflora un sentido del humor cabroncete bastante divertido. Los mundos construidos por Martin rezuman una sorprendente verosimilitud y el planteamiento de la historia sabe ser muy diferente a lo habitual. Todo ello convierte a esta obra en un libro muy aprovechable por todo lector. Su repetitividad y su concepción original en relatos inconexos le hace perder algo de frescura y trascendencia, pero eso no impide que se pueda disfrutar con ganas. 

Nota: 8
Nota anobii: 4/5