domingo, 19 de mayo de 2013

Nada que declarar


Con el objetivo de desconectar y apagar la cabeza un rato me pongo una comedia facilita, heredera de la divertidísima Bienvenidos al Norte. Esta película era la que triunfaba durante los meses en que estuve trabajando en Francia y que me quedé con ganas de ver. Me hacía un poco de ilu ponerme con ella, aunque suponía que sería malilla.



Frontera Franco-belga, últimos años antes de la eliminación de fronteras europea. Para Ruben, agente de aduanas belga y ferviente francófobo, esta situación resulta traumática. Para Mathias, agente francés, la situación no sería tan incómoda sino fuera porque está enamorado de la hermana de Rubén, lo que pone en serio peligro su vida. Las necesidades laborales les obligan a colaborar -muy a su pesar- y peinar juntos  las carreteras rurales fronterizas.

Danny Boon repite el esquema de Bienvenidos al Norte  y reventó las taquillas francesas con esta película bienintencionada que busca reírse de los estereotipos y su absurdez, de los franceses y de los “pequeños vecinos” belgas. La película es una comedia de enredo algo chorra, con un par de gags logrados. Entretimiento ligero y poco más.

ACTORES: En este tipo de películas, el elenco actoral no suele destacar por su gran trabajo. Los actores se limitan a poner cara de tontos y decir sus frases intentando tener un mínimo de gracia. La traducción, de una calidad algo justita, tampoco ayuda a disfrutar de su actuación. Sólo destacaría a Benoit Poelrvoorde, cuyo policía racista y anti-francés acaba arrancando los mejores momentos.

DIRECTOR: El cómico Danny Boon guioniza, dirige y actúa en un ejercicio de “Yo me lo guiso, yo me lo como” de manual. Le he llamado cómico porque es principalmente lo que es Boon, pues no se molesta en buscar complejidades ni sentar cátedra. La dirección es muy ligera y sin estridencias. Si sigue con películas de este estilo, se hará con un hueco entre el cine popular francés y seguirá haciéndonos reír algunas películas más. 

GUIÓN: Entre que la traducción nos hace perder las diferencias dialécticas franco-belgas y que la enemistad entre “come-quesos” y “pequeños aspirantes a franceses” nos deja un poco fríos, pues la película no tiene toda la gracia que pudiera tener si conociéramos bien el contexto. La trama es un poco simplona, pero es correcta y viene aderezada con un humor fácil, un tono muy blanco y muy ingenuo en algunos momentos. 

Se deja ver sin dificultades: algunos chistes buenos, un policía belga con muy mala leche y un desarrollo tan inofensivo como previsible con una historia tonta. La existencia previa de Bienvenidos al Norte le resta parte de gracia y frescura, pero aun así sirve para apagar el cerebro un rato.

Nota: 3
Nota filmaffinity: 6.1

Me extraña que no se nombre el conflicto valón-flamenco belga en toda la película.

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