lunes, 19 de diciembre de 2011

Misión Imposible: Protocolo Fantasma


Venga, ¡a ver quien la suelta más gorda! Básicamente es esto lo que propone “Misión Imposible: Protocolo Fantasma”. Un enorme castillo de fuegos artificiales con la intención de no dejarte un momento de respiro y tenerte dos horas pegado al asiento con explosiones y acrobacias imposibles.



La historia nos emplaza a Ethan Hunt preso en una cárcel rusa de la que deberán rescatarle (a ritmo de La gran evasión). Sin embargo, su grupo se ve implicado en la voladura del Kremlin (¡cazi ná!), por lo que son suspendidos como agentes secretos. Hunt y su equipo deberán emprender una caza en solitario, buscando al auténtico responsable de la voladura del Kremlin: un científico loco que quiere destruir el mundo.

La película es simplemente un despiporre de acción. La cosa empieza directamente con: “hay que infiltrarse en el Kremlin”, como si fuera la cosa más fácil y simple del mundo. A partir de allí, ¡fiesta! La película transcurre en una continua cuenta atrás, con una sucesión de escenas de acción sin respiro con un cierto regusto al cine de espías de Bond, muchas dosis de autoparodia fantasma y unas enormes ganas de buscar el “más difícil todavía” de manera continuada.

ACTORES: Tom Cruise se ha dejado mucha pasta en la película y va directamente a fondo. A pesar de sus cincuenta años, no tiene ninguna pega en buscar la acción al límite, incluso dando algo parecido a un trasfondo sentimental a su personaje. Ranner y Patton consiguen hacer que sus personajes sean algo más que maniquís y el impagable Simon Pegg (Zombies party) añade un puntito cómico al grupo con un carisma arrollador. En una película que no demandaba otra cosa que muecas y caras serias encontramos cuatro actores que se toman en serio su papel (aunque el guión no les exija mucho).

DIRECTOR: Atención directores de acción real, los reyes de la animación también saben dirigir el carne y hueso. Bird (Los increíbles, Ratatouille) sabe que para que la película funcione, tiene que dar acción sin límites y ritmo sin descanso. Y vaya si lo hace. A lo bestia. La realización es ejemplar y espectacular. Contiene fantasmada tras fantasmada y animalada tras animalada, pero de la buena, totalmente disfrutable. Las coreografías son magníficas, el dinero bien gastado y los efectos especiales se dedican a asombrar. El bueno de Tom empieza con una conmoción cerebral en el Kremlin y a partir de ahí es un no parar. De la semana fantástica del Corte Inglés a Hawai-Bombay, Bird despliega un excelente bufet de medios, explosiones, caídas y re-re-re-caídas en los que el término fantasmada se queda bastante corto. ¡Cuánta leche… y qué bonita! ¡Cuánta explosión… y qué preciosa! ¡Qué coche más maravilloso… a juego con el traje de Tom! Un festival. Escenas como la del parking o la de la tormenta de arena son una buena muestra de cómo hacer una coreografia de acción bien hecha, que tomen nota muchos directores.

GUIÓN: Para que una película funcione, debe tener un guión decente. En este caso, han conseguido que sirva de aceptable excusa para el festival de explosiones y acrobacias que constituye todo el film. La película contiene el número de fantasmadas y animaladas que se podrían esperar y muchas más, la base argumental está muy clara, los personajes tienen (sorpresa) fuerza en pantalla y cada uno de ellos se desarrollan con fluidez en la película, el guión tiene el sentido necesario (ejem) para que todo tenga un motivo, no hay diálogos estúpidos (cosa rara en un producto de este estilo, veamos Transformers), se ríe mucho de sí misma y, sobretodo, el ritmo no para en ningún momento, para que cuando acabe no te de la sensación de haber perdido el dinero. Que sí, el malo es un soso y no tiene motivos para destruir el mundo aparte de "querer destruir el mundo", pero... ¿y qué?

Después de que Brian de Palma adaptara la serie de televisión con un producto muy personal en el que importaba más la intriga que la acción, Woo realizó seis años más tarde la segunda parte, alardeando de su maestría en el cine de acción de videoclip, pero le quedó poco lograda y con fantasmadas exageradamente exageradas que provocaban más bien desapego. Abrams hizo la tercera parte con escenas absolutamente fantasmas pero mejor elaboradas, a pesar de tener un guión con bastante poco sentido. Finalmente, quince años después de la primera parte, Bird conjunta una historia reliada como la que realizó de Palma con un festival palomitero de acción a lo Abrams. Y le sale bien.

Con un gusto por la acción fantasma con estilo, unas dosis de acrobacias imposibles espectaculares y un guión que sustenta más o menos el conjunto, es perfectamente recomendable para todos los amantes de la acción palomitera.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.6

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