lunes, 6 de junio de 2011

La Caverna (José Saramago)

Título: La Caverna
Autor: José Saramago
Título original: A Caverna

“Una pequeña alfarería, un centro comercial gigantesco. Un mundo en rápido proceso de extinción, otro que crece y se multiplica como un juego de espejos donde no parece haber límites para la ilusión engañosa. Todos los días se extinguen especies animales y vegetales, todos los días hay profesiones que se tornan inútiles, idiomas que dejan de tener personas que los hablen, tradiciones que pierden sentido, sentimientos que se convierten en sus contrarios.

  Una familia de alfareros comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo. Como una serpiente que muda de piel para poder crecer en otra que más adelante también se volverá pequeña, el centro comercial dice a la alfarería: «Muere, ya no necesito de ti».”


El protagonista de la novela es el anciano alfarero Cipriano Algor, el cual, al ver peligrar su modo de vida, ve cómo todo su mundo se tambalea. Gracias a la ayuda de su hija, idea una manera de sobrevivir y avanzar, a pesar de los impedimentos que la vida y el Centro Comercial (convertido aquí en un malvado ente pervertidor de la realidad) ponen en medio.

La historia, como siempre con Saramago, es una mera excusa para reflexionar y plasmar sus ideas sobre la sociedad.
El libro se puede dividir en dos partes. En la primera, el autor realiza un tira y afloja entre la necesidad de aferrarse a las tradiciones, y la de progresar a cualquier precio. Todos sus personajes van oscilando entre una idea y otra. Por un lado, la voluntad de preservar aquello importante de nuestros ancestros. Es lo que nos indica de dónde venimos, y, por tanto, hacia donde vamos. Por otro lado, los tiempos mutan y es necesario saber adaptarse a las novedades y los nuevos cambios. Pero tan malo es anclarse en los tiempos pasados sin voluntad de adaptarse como avanzar de forma totalmente inhumana, buscando el progreso por el progreso, desdeñando inmisericorde lo que había antes.

Cada uno de los personajes representa una forma de ver el problema:

Algor: Ya mayor, su capacidad y voluntad de adaptación es menor. Más abrumado por las vicisitudes de la vida, muchas veces se ve forzado a aceptar lo que mandan del Centro, aunque no piense que sea lo correcto. La ambición sin límites y la ávidez de los dirigentes del Centro no tienen piedad con el modo de vida de Algor: no es rentable ni nuevo, por tanto, no sirve.

Marta: Hija de Algor. Joven, ilusionada con la vida. Adaptable, optimista. El personaje menos creíble debido a su energía sin límites y su excesivamente simplista forma de ver la vida. Siempre intentando llegar a acuerdos y mediando entre las dos partes enfrentadas.

Marcial: Prometido de Marta. Trabaja como guardia en el Centro. Ha bebido mucho de sus ideas y las acepta como perfectas. ¿Qué el mundo cambia? Pues se cambia con él. Es estúpido valorarlo, ya que es caduco e inservible, de la misma manera que no tiene sentido preservar lo actual, pues ya pasará su momento. La interacción con Algor marca un punto de inflexión en ambos y hará temblar sus puntos de vista.

En la segunda parte, una vez los personajes pasan a vivir en el Centro, se  produce el “juego” que da nombre al libro. El Centro es una ciudad dentro de la ciudad. Está en expansión, absorbiéndolo todo. No es necesario salir del mismo para vivir, pues provee de todo lo necesario. Incluso es capaz de recrear todo tipo de sensaciones y emociones que podrías sentir “en el exterior” sin necesidad de salir del mismo. Una especie de capa de realidad paralela en la que el humano se aísla del mundo. Todos aquellos con ganas de pensar, investigar y críticar son marcados y vigilados, ya que son peligrosos para el sistema. 
La creatividad humana no tiene cabida aquí -el arte del alfarero-; los que todavía intentan practicarla se convierten en excluidos, no por caducos, no por no querer acceder a la tecnología, sino por seres humanos con espíritu crítico, inventiva, solidarios -entre sí, con el perro-, algo que parece haber pasado de moda.
Aquí Marcial representa el ser que vive en la realidad paralela, sin cuestionar. El Centro es bueno y nos da todo para que vivamos. Mientras tanto, Algor, que viene de fuera, es un espíritu creativo, libre. Cuestiona todo y busca explicaciones para cosas que a nadie se le ocurriría pedir. Esto le ocasiona muchos problemas de convivencia, convirtiéndose en alguien que destaca, para mal, por su conducta curiosa y creativa. Los diálogos en la atracción de las sensaciones y en la visita al exterior del Centro sirven de muestra para reforzar este hecho.
El mayor problema de la segunda parte es que, mientras la crítica a la satisfacción instantánea es obvia, las referencias cavernianas no lo son tanto. Es trabajo del lector reconocer la realidad que explicaba Platón en su mito de la caverna  con la realidad que dispone el Centro para con sus habitantes. Saramago se entretiene en hurgar bien en el grosero descaro con que el Centro manipula y controla.

“Es usted nuestro mejor cliente, pero no se lo diga a su vecino”
“El secreto de la abeja no existe, pero nosotros lo conocemos”
“La puerta secreta está para poder detectar fácilmente quién es más curioso de lo que debería”
Estas perlas son pequeños ejemplos de ello.

Finalmente, el descubrimiento de la Caverna en el centro, representa la idea de los seres humanos atados a un banco en que sólo pueden vislumbrar una realidad incompleta e inventada, como la del Centro (reflexión pasada con una ligerísima pincelada por el autor, como invitando al lector a investigar más sobre ello). El remate final se produce cuando la Caverna de Platón es abierta al público, dejando claro el oportunismo de unos y el seguidismo de otros, al vender como un espectáculo mas aquello que es una puerta a la realidad, y sin que nadie se plantee que ello es más que un mero espectáculo.

La novela termina con la conclusión del autor, un ponerse en camino buscando tu propia ruta, huyendo del centro, pero sin anclarse en el pasado. Aunque tu camino quizás vaya hacia la nada, es tu camino.

Una libro para leer con calma, invita a reflexionar y a volver a leer con espíritu crítico la sociedad en la que vivimos. No obstante, hay que tener en cuenta que estamos hablando de Saramago. Su estilo de escritura es muy particular (que a mí me encanta) y puede hacerse indigesto a muchos. Además, el hecho de que la historia en sí sea muy floja puede tirar para atrás a bastantes, a pesar del hecho de que lo importante son las ideas que hay detrás. Ideas que por otro lado no quedan indicadas de manera obvia y clara en el texto. El haber leído la Caverna platónica previamente y un lector atento y calmado ayudan mucho para poder disfrutar plenamente de este libro.

Por debajo de sus ensayos debido a una historia más peregrina, pero con la misma mala idea para criticar la deshumanización de la sociedad actual. No es una novela fácil, en absoluto, pero plenamente aprovechable para los valientes que acometan el desafío de ver más allá de sus palabras.

Nota: 8
Nota amazon: 3.91/5 

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