miércoles, 9 de febrero de 2011

Los Mercenarios

Que has visto algo de acción sin sentido? Pues espera a ver los Mercenarios. (Título original: The Expendables, que se traduciría por los Desechables, mucho más acorde con la película xD).
Stallone ha cumplido su promesa: con estos "mercenarios" recupera fielmente el sabor, tradición y maneras del popular cine de acción que le encumbró como una estrella en los primeros años ochenta, y el cual sustentó el cine comercial hollywoodiense de la época hasta el momento en que los John McClane o Martin Riggs fueron humanizando el concepto del "héroe de acción" de la era Reagan del que tan bien se reía John McTiernan en la notable 'El último gran héroe'. Este tipo de cine violento y áspero, funcional pero dinámico, siempre práctico y amoralmente cuestionable es al que se le rinde un velado homenaje hasta sus últimas consecuencias, retomando sin prejuicio alguno tanto sus pros como sus contras para ofrecer un espectáculo mimético digno del mejor "actioner" de los ochenta... pero en pleno siglo XXI. John Rambo sigue vivo, muy vivo.

Dejando de lado los irrelevantes aunque justificables prejuicios entorno al "fondo" de un argumento por demás irrisorio que podrían enturbiar la efectividad de tan estilizado y eficiente pasatiempo, "Los mercenarios" hace las veces de un alocado e instintivo placer a disfrutar especialmente para paladares con conocimiento de causa merced a su notable carga autorreferencial, y a la que sólo hay que tomar en serio en su apuesta descarnada por satisfacer las necesidades más lúdicas de un público entregado a la acción pura y dura, tarea a la que se aplica con modélica fruición. Desconozco que efecto causará en una platea cuya educación cinematográfica no alcance a ubicar por ejemplo el nombre de Dolph Lundgren, pero la complicidad nostálgica para con el espectador se hace evidente en multitud de momentos, diálogos y fotogramas, ensalzando y dando personalidad a un film tan simple como efectivo. Los 'action man' nunca mueren... tan sólo envejecen.
No deja de resultar ciertamente curioso que lo que hubiera tenido todas las papeletas para ser vilipendiado, rechazado y menospreciado en un momento dado, cuando no obstante hubiera sido "una más", pueda ser ahora aplaudido, respetado y hasta cierto punto incluso considerado casi como un ejercicio de estilo que, apurando los términos, bordea el concepto de "obra de autor". Y es que con el paso del tiempo nos podemos permitir el lujo, el capricho o la molestia de tomar una perspectiva más amplia, abierta, o sencillamente interesada entorno a la dimensión que queramos darle a cualquier propuesta al margen de su impacto inicial. El populista género del "actioner ochentero" siempre fue eminentemente rechazado desde una perspectiva mínimamente exigente negándole la oportunidad de lucir los indudables valores que atesoraba, valores que el aparente reciclaje de ideas al que hay que exponer a cualquier mercado resaltan si bien no como un compendio de virtudes, si al menos como elementos a considerar. Comparado con el cine de acción actual y moderno, que suele representar una apuesta un tanto amaestrada y cobarde, sin por ello servir especialmente de menosprecio hacia estas, este cine que recupera Stallone es un ejemplo de narrativa, puesta en escena, mesura, eficacia y pragmática sencillez. Su argumento se reduce a la simpleza de que "los buenos" acabarán "a ostias" con "los malos", sin necesidad de darle más vueltas. Todo ello contado en 90 minutos que carecen de ninguna artimaña argumental, exceso esteticista o fondo dramático de manual. Ya lo dice en un momento dado el personaje de Eric Roberts, personaje que como el resto únicamente está definido mediante los trazos de aquel que lo interpreta: "es Shakespeare del malo". ¿Y? La pluma no es más fuerte que la espada para una sucesión de escenas filmadas a la vieja usanza y sin apaños digitales evidentes, alejada de poses condescendientes o superfluas actitudes "molonas", y en donde cada golpe, caída o impacto verdaderamente se siente y resuena por la sala. Violencia más o menos gráfica, testosterona a tutiplén, machos muy machos y acción en cualquier momento que se precie sin por ello abusar del más difícil todavía para una producción tan directa, ruda y sincera que esgrime su propia naturaleza absurda y disparatada como principal arma, tan consciente de sí misma como ausente de pretensiones.

Con 'Los mercenarios' Stallone se vende a su público y rememora viejos laureles con una de las producciones más salvajemente estúpidas y disfrutables del verano. Pura acción insustancial a la que si acaso le podemos achacar que se nos haga excesivamente corta una broma nostálgica que demandaba algo más de ambición y metraje. Pero por lo demás qué decir sobre un proyecto que no deja de ser lo que es para aquellos que quieren que así sea. Sly no engaña a nadie, y si se labró una carrera "a base de ostias" quizá sea porque él y sus amigos, Statham al frente, las reparten como nadie. Por algo será que después pocos son los que han podido vivir "exclusivamente" de repartir estopa en la gran pantalla...

A destacar la declaración de amor de Ferry Crews con su novia y luego la preciosa orgásmica celebración de su amor. Simplemente brutal. En resumen, una gamberrada de película, pero una gamberrada autoconsciente con mucho estilo.
Por último decir, que sólo por la escena en la que salen los 3 DIOSES del cine de acción, merece la pena pagar los 7€ de entrada. Es completamente imposible no ver esos 2-3 minutos con una sonrisa en la cara.  -"Qué le pasa a este? -Nada, que quiere ser presidente."

Nota: 6 (Es un BigMac que te tomas TAN a gusto…) Nota Film Affinity: 6.6 (WOW!)

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